
En la cultura náhuatl, la música estuvo muy relacionado con el culto a las divinidades, ya que culto y arte se hallaban enlazados, fundidos casi como si hubiesen sido una misma cosa.
La música azteca es una expresión artística muy antigua que tiene sus raíces en la cultura prehispánica de Mesoamérica. Se sabe que los antiguos mexicanos tenían una gran variedad y riqueza musical, que se fue desarrollando y evolucionando a lo largo de los siglos.
Desde tiempos prehispánicos, utilizaban la música para distintas actividades sociales y religiosas, y con el tiempo, la música se convirtió en un medio para transmitir conocimientos y preservar la historia de sus antepasados.
Por ello, la música participaba de una jerarquización social rígida y era exclusiva de una casta de profesionales que exigía del músico, del artista, una ejecución perfecta.
Los oídos, ya subordinados a la conciencia, sirvieron al humano primitivo para captar e imitar los sonidos de la naturaleza como truenos, lluvia, pájaros y demás animales, para luego organizar de distintas maneras los producidos por él.
Ceremonia religiosa
La música de los aztecas, además de ser fundamental en la religión, en los ritos, ceremonias y fiestas, también se empleaba en la guerra como medio para transmitir órdenes o animar a los combatientes.
También hubo música con sentido profano, aunque poseía un acento religioso muy marcado. Las guerras se llevaban a cabo a causa de los dioses, y los aztecas fueron un pueblo guerrero, con el aliento que sus dioses le otorgaban.
La música era algo tan significativo que las faltas y errores del intérprete ofendían a los dioses y eran castigados incluso con pena de muerte. El músico azteca gozaba de gran prestigio social. A veces el músico recibía un mécatl o cordel distintivo que portaba en la cabeza. Colgaba en dos puntas sobre el pecho y la espalda. Incluso ciertos instrumentos, como el teponaztli y el huéhuetl, tenían un origen divido: eran dioses exiliados. Otros poseían un carácter sagrado, como la sonaja, los tambores y los caracoles. El caracol, por ejemplo, se relacionaba con uno de los atributos más importantes de Quetzalcóatl.
Otra forma de ritual era la danza que, por supuesto, iba unida a la música. Los danzantes llevaban diversos atavíos según la ceremonia de la que se tratara. Había dos tipos de danza: el macehuahui, de penitencia para los dioses, y el mitotiani.
Aunque algo de ella se ha conservado por tradición oral, hay que tener en cuenta las diversas influencias y transformaciones que necesariamente sufrió a lo largo del tiempo, existen muchos de los instrumentos que se utilizaban que se conservan en la actualidad y dibujos de músicos en los códices, así como relatos de cronistas españoles sobre la importancia de la música.
La palabra cuícatl , concepto muy amplio, encerraba poesía y canto, y el canto era poesía y viceversa. El canto y cuando había un sentido de homenaje, los himnos, constituía algo primordial para la cultura prehispánica. Se escribieron teocuícatl, cantos religiosos, yaocuícatl, cantos de guerra), entre otros tipos.
El canto se enseñaba en el calmécac, escuela donde se formaba a los sacerdotes, y se hallaba muy relacionado con las demás artes como la pintura o la poesía.
Tlamatinine en náhuatl, significa poeta, cantor, músico y también sabio y sacerdote. Los tlamatinine asistían al calmécac porque tenían «pureza en su corazón».
Sin embargo, el canto sagrado y la danza eran enseñados en el cuicalli, casa de canto, donde los jóvenes estudiaban por las tardes, hasta entrada la noche. Dos sacerdotes principales se encargaban de esta escuela: uno de ellos era el tlapitzcaltzin o «señor de la casa de las flautas», que enseñaba y corregía los cantos.
En cuanto a los himnos, se conservan varios de índole sagrada que se cantaban en homenaje a los dioses, recordando sus hazañas o solicitando algún favor.
Sobre el lenguaje musical propiamente dicho, sabemos qué en las civilizaciones antiguas, tanto en América como en el extremo Oriente, se recurría a la escala de cinco sonidos.
No obstante, los aztecas llegaron a manejar escalas más desarrolladas. Se ha argumentado, con base en algunos instrumentos sobrevivientes, que la música de los aztecas no era propiamente pentáfona, entre otras razones porque las flautas de cuatro agujeros producían escalas de más de cinco sonidos.
Esta cultura no contaba con notación musical, por ello desconocemos cómo fue realmente su música. A pesar de esta carencia, existían signos pictográficos que representaban el canto y series de sílabas que significaban el ritmo de los tambores. Estas sílabas eran cuatro: ti, to, ki, ko.
Sus canciones estaban hechas a base de tres fórmulas melódicas y armónicas sobre las cuales los intérpretes improvisaban. Hay recordar que no contamos ni siquiera con una melodía indígena prehispánica que haya sido preservada en forma individual con nuestra notación musical.
El canto tenía una representación pictográfica muy curiosa, volutas que salían de la boca de sacerdotes o deidades.
El grupo de compositores y cantantes recibía el nombre de Cuya-Picque. Estos grupos servían para hacer notar la importancia de cada uno de los grandes señores, ya que se encargaban de cantar a los dioses las enseñanzas de aquéllos. Estas composiciones eran ejecutadas por un grupo de músicos que se reunía en una cámara llamada Mixcoacalli.
La música solía ir casi siempre acompañadas de danzas, en las que se rendía tributo a los dioses y a actividades cotidianas de los aztecas.
Su sistema musical se basaba en la escala pentáfona, esto es, la que tenía cinco sonidos.
La música se utilizaba en ceremonias religiosas, en festivales, en importantes acontecimientos sociales y en el arte de la guerra. La música era una forma de comunicación que les permitía expresar sus emociones y sentimientos de una manera muy clara.
La música azteca también estaba muy influida por la cultura indígena y se consideraba una parte integral de su vida cotidiana. Cada una de las tribus y pueblos indígenas tenía una música y una danza propias, que reflejaban su cultura y su identidad.
Estaba basada en la escala pentáfona, esto es , cinco sonidos, además de estar íntimamente ligada tanto a su religión como a su vida diaria.
La música religiosa tenía una gran importancia en la cultura indígena. La religión estaba presente en todos los aspectos de la vida y la música acompañaba los ritos y las ceremonias. La música sagrada era tocada por los sacerdotes en los templos y durante los sacrificios humanos en honor a los dioses. La música en estos casos tenía un carácter solemne y místico, logrando evocar una atmósfera verdaderamente sagrada.
Los instrumentos utilizados en la música religiosa incluían flautas, tambores y sonajas, que producían sonidos profundos y espirituales. La música era una herramienta para el contacto con lo divino y para elevar el espíritu de los fieles hacia lo sobrenatural.
La música azteca profana se caracterizó por ser más alegre y animada que la religiosa y acompañaba las festividades y los eventos sociales. Era común escucharla en las calles, en las plazas y en los mercados. Uno de los géneros más populares de música profana era el llamado «huapango», que tenía un ritmo rápido y enérgico.
La cultura azteca fue una cultura llena de rituales, costumbres y tradiciones y las danzas en eran consideradas una forma de comunicación con los dioses y una forma de llevar ofrendas y honrarlos. Se realizaban en ceremonias religiosas, festividades, banquetes, entre otros.
Las danzas prehispánicas eran interpretadas por diferentes grupos de personas, entre los que se encontraban los guerreros, los sacerdotes y las mujeres.
Cada grupo tenía su propio estilo y su propia forma de llevar a cabo la danza. También existían danzas donde se utilizaban máscaras y disfraces para representar a los dioses o a los seres mitológicos.
Las danzas eran una forma importante de comunicación y se utilizaban tanto para honrar a los dioses como para celebrar festividades seculares. Las ceremonias religiosas y la música se combinaban en muchos casos para crear un ambiente de fervor y devoción. Entre los sones religiosos más populares están el Tlacaxipehualiztli, el Huey Atlixcáyotl y el Paila.
La música estaba estrechamente relacionada con las ceremonias religiosas. La música era una forma de invocar a los dioses y de acompañar las danzas. En las ceremonias religiosas se utilizaban diferentes instrumentos musicales, como tambores, flautas, caracolas y otros instrumentos de viento y percusión.
Las ceremonias religiosas eran muy importantes en la cultura azteca y se llevaban a cabo en los templos. En estas ceremonias se rendía homenaje a los dioses y se les ofrecían sacrificios. La música era una parte fundamental de estas ceremonias, ya que se creía que a través de la música se podía llegar a los dioses y transmitirles los sentimientos y las emociones.
Las danzas prehispánicas surgieron como una manera tanto de agradecer a los Dioses como de conectar con la tierra. Cada movimiento que se realizaba en la danza tenía un significado, invocando a la fertilidad, el espíritu, la cosecha…
Al caer el Imperio mexica los frailes franciscanos prohibieron el uso de elementos de percusión ya que los consideraban paganos. En realidad estos frailes se dieron cuenta del poder de congregación de estas danzas para los aztecas
Tezcatlipoca y Quetzalcoatl.
Los sones religiosos eran un tipo de música que se utilizaba en las ceremonias religiosas y que tenía como objetivo honrar a los dioses. Estos sones se caracterizaban por ser lentos y solemnes y se interpretaban con tambores, flautas y otros elementos de percusión.
Los sones religiosos eran interpretados por los sacerdotes y por los músicos que se encargaban de acompañar las danzas. Estas composiciones eran transmitidas de generación en generación y se consideraban una parte importante del legado musical de los aztecas.
Los aztecas utilizaban una gran variedad de instrumentos, muchos de los cuales eran únicos en su tipo y estaban hechos a mano por los propios músicos.
El legado musical de los aztecas sigue vivo y a pesar de que la cultura azteca fue arrasada tras la llegada de los conquistadores españoles, la música indígena ha logrado sobrevivir hasta nuestros días.
Muchos músicos y estudiosos han trabajado incansablemente para preservar y difundir el legado musical de los aztecas. Actualmente, se llevan a cabo conciertos, talleres de música, y festivales en todo el país, con el fin de mantener viva la cultura musical de los antiguos mexicanos.