El niño del Hopsital

 

Pepillo tenía seis años, estaba muy enfermo y desahuciado por una enfermedad de la sangre. Había perdido a sus padres y vivía en el Hospital, donde le practicaban continuas pruebas médicas a las que no respondía. Estaba muy triste y se movía en una silla de ruedas.

Los médicos y las enfermeras que lo trataban con mucho cariño y muchas atenciones …….

lo habían desahuciado, su médula ósea producía demasiados glóbulos blancos, que no protegían su cuerpo ni combatían enfermedades. Estaban tratando sus células cancerosas de la leucemia que padecía con quimioterapia, inmunoterapia y radioterapia, pero no respondía a los tratamientos.

Un día, el medico lo mandó afuera, para que tomara un poco el aire fresco y cuando estaba en el patio del hospital en su silla de ruedas, un perro cachorro se le acercó y se quedó mirándolo. Le puso la mano en la cabeza, y el cachorro le lamió la mano. Lo acaricio de nuevo y el perro correspondió con más lametones.

Ambos se habían conocido y se habían caído bien

Un poco después el niño llamó a una de las cuidadoras para ver si le podían traer un poco de comida al can, y al cabo de un rato una cuidadora se presentó con el alimento, que el perro comió en seguida, lamiéndole otra vez la mano al niño.

Al ver el cachorro feliz moviendo la cola, el niño también se puso contento, pues el can quería lamerle la mano una y otra vez.

Transcurrido un rato, lo llevaron en su silla de ruedas a su sala, y allí estuvo hasta el día siguiente, en el que lo volvieron a bajar al patio. Se encontró con que el cachorro estaba allí. Se saludaron con alegría, efusivamente, entre caricias y lametones. El niño tenía un amigo.

Volvió a pedir algo de comida a las cuidadoras para el perro, y cuando se la trajeron este lo agradeció con movimientos de cola muy sinceros. Pasaron unas horas jugando, hasta que tuvo que subir a la habitación.

Al día siguiente, otra vez la misma historia. Allí estaba el cachorro esperándolo para jugar, se repitió la escena de la comida. El pequeño se levantó de la silla de ruedas y empezó a acariciarlo, las cuidadoras no daban crédito a lo que veían y se lo dijeron al médico, que estuvo viendo la escena desde la ventana.

Así fueron pasando los días, y las enfermeras, y los cuidadores se dieron cuenta de que estaba mejor, se lo comunicaron al médico que mando hacerle una analítica, pues su humor había mejorado mucho con el cariño del animal.

Las pruebas que le hicieron resultaron bastante positivas y ya respondía a la terapia que le practicaban. El niño estaba mucho más contento, empezó a comer mejor y a desear jugar con su amigo.

Los médicos subieron al cachorro a la UCI, y pasaban tiempo por las tardes juntos, y por las mañanas, afuera en el patio jugando, entre lametones y caricias.

La noticia se extendió por todo el Hospital y la comunidad médica

La alegría entre enfermeras, cuidadores y médicos en el hospital era muy grande. El cariño podía vencer a la muerte.

¡¡¡ La relación con un cachorro de perro lo había salvado ¡¡¡¡

 

GRACIAS

 

Ángel Villazón es Ingeniero Industrial, escritor y periodista cultural, y tiene una página web dedicada a la narrativa, a la cultura, al arte, al pensamiento critico y a México, cuya dirección es:

www.angelvillazon.com

angelvpress@gmail.com

 

 

 

 

 

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