35.000 muertos, la mayoría mujeres y niños; más de 10.000 desaparecidos, probablemente muertos bajo los escombros; 1,4 millones de personas desplazadas; hospitales, escuelas y viviendas arrasadas a lo largo de toda la Franja de Gaza; la práctica totalidad de las infraestructuras han sido reventadas. Este es el balance cuando se acaban de cumplir 7 meses de asedio al pueblo palestino por parte de uno de los ejércitos mejor armados del planeta.
Celebramos la respuesta que los pueblos vienen dando contra este Genocidio y que en estos últimos días ha prendido entre los y las jóvenes universitarias, comenzando en las universidades de los Estados Unidos y en las últimas horas también en varias universidades de Europa y del Estado español. La indignación recorre los pueblos, mientras los gobiernos están instalados en una contención vergonzante. Es evidente que si la inmensa mayoría de la sociedad no se ha echado a la calle aún es por la sordina que los grandes medios de comunicación le tienen puesta a la masacre que el Gobierno criminal que preside Netanyahu está perpetrando en Gaza.
El doble rasero que las potencias occidentales están aplicando a la invasión del territorio ucraniano por parte de Putin y la impunidad con la que el Estado sionista de Israel está machacando Palestina, les pone en evidencia, en particular a los gobiernos de la UE, en connivencia clara con los intereses espurios de la Administración norteamericana.
La aberración a la que estamos asistiendo es inaceptable, como lo es la usurpación planificada de un territorio que se viene produciendo desde hace más de 75 años. Un plan urdido tras la 1ª Guerra Mundial por Gran Bretaña y la Sociedad de Naciones.
Es una salvajada a la que los gobiernos europeos, incluido el nuestro, se abstiene de llamar por su nombre: Genocidio. No bastan las palabras de condena. Resulta extemporáneo hablar en este momento de los dos Estados, misma martingala con la que vienen intentando engañar al mundo desde 1947. Israel es un Estado artificial, impuesto a sangre y fuego, contra el que el pueblo palestino tiene derecho a la defensa; una defensa que ha devenido en resistencia, dado que se trata de un pueblo desarmado, frente a un Estado militarizado.
Es necesario que las grandes organizaciones, partidos y sindicatos que se dicen de izquierdas, estén al frente de la movilización. De lo contrario, continuarán instalados en la contradicción de hablar de respeto de los derechos humanos y ser a la vez cómplices de hecho, por no tomar ninguna medida contra el agresor e incluso mantener el mercadeo de armamento y tecnología para la guerra con el Estado israelí.
Como ciudadanos de la pluralidad de pueblos que componen el Estado español, no nos sentimos identificados con el mantenimiento de la relaciones diplomáticas y comerciales de nuestro gobierno con el Estado sionista, por eso compartimos la exigencia de su ruptura. Aún menos coincidimos con el cinismo de los partidos franquistas, quienes se identifican con la matanza que Israel está cometiendo, llegando a la mezquina decisión política de otorgar medallas de “honor” al Estado israelí, como es el caso del Ayuntamiento de Madrid.
Llamamos a participar en la Manifestación del sábado día 11 y apoyamos las acampadas decididas por las y los estudiantes universitarios en nuestro país.
El Comité de Redacción