Los antiguos llamaban a Creta, la mayor isla del Mediterráneo oriental, “Isla de los Bienaventurados”, por su afortunado enclave y su clima suave.
Como muchos pueblos de la antigüedad, la civilización cretense se caracterizó por ser politeístas, veneraban a varios dioses y
Juego cretense, en el que acróbatas se arrojaban sobre un toro.
eran naturalistas, sus dioses provenían o estaban relacionados con la naturaleza.
La civilización cretense está cargada de un gran interés por la arquitectura, arte y religión, y está caracterizada por la presencia de una poderosa diosa de la fertilidad a la cual estaba asociado el toro, símbolo de Creta.
Rendían culto a la diosa madre de la naturaleza, que era símbolo de fertilidad y que era representada por una figura femenina que solía estar acompañada por animales como serpientes y pájaros.
Lo que se conoce de su religión se obtuvo a través de los objetos, el arte y las edificaciones halladas. Se piensa que los cretenses adoraban a sus dioses tanto en forma privada como pública, y para eso realizaban ofrendas que consistían en diferentes danzas, procesiones y rituales de sacrificio de animales.
Para los cretenses fue de mucha importancia la figura del toro, símbolo de vida y fuerza y en muchas de las ceremonias de culto se realizaba un juego taurino, que consistía en que uno de los acróbatas se arrojaba sobre un toro al que previamente provocaba.
Se ignora mucho sobre la religión, pero por detalles del arte y la arquitectura de ceremonias religiosas, y rituales como el vertido de libaciones, las ofrendas alimentarias, procesiones, fiestas y deportes como el salto del toro, se conoce lo fundamental.
Se veneraba a las fuerzas de la naturaleza, expresadas en obras de arte como las figuras femeninas de la diosa madre-tierra y las figuras masculinas que sujetan varios animales.
Los palacios albergaban patios abiertos que permitían acoger a grandes multitudes, y algunas estancias contaban con pozos y canales para el vertido de libaciones.
Los toros destacan en la cultura cretense y sus astas son un rasgo de los muros de los palacios y un elemento decorativo en joyas, frescos y cerámica. Algunos espacios rurales, como las colinas y las cuevas, también muestran evidencia de alguna forma de culto.
En el III milenio a. C., el primer florecimiento de la cultura cretense, la representación religiosa de los habitantes de Creta era muy primitiva. La base de su religión la constituían el totemismo, respecto a animales y plantas, los cultos a la divinidad femenina y los cultos a los antepasados.
El totemismo es definido como un sistema de creencias religiosas, políticas y sociales, propias de tribus y pueblos primitivos, donde el tótem, figura simbólica de espíritus de animales o vegetales asociadas con el linaje, representa el vínculo de sangre que une a todos los integrantes de esa comunidad.
En el II milenio a. C. el culto a la divinidad femenina era el eje principal entre los cretenses, y recibía culto de diferentes modos. Era diosa de la naturaleza y así se la consagraba en muchos santuarios de cavernas montañosas, los árboles sagrados o las ramas eran sus atributos, pues el árbol representaba el éxito, la fertilidad.
El culto a los dioses de la naturaleza estaba vinculado a las palomas. Se inclinaban a representarlas en danzas rituales que tenían carácter orgiástico. El pino, la palmera, el olivo y el ciprés, eran también honrados en Creta.
En los santuarios palaciegos y hogareños a menudo se encuentran representaciones de la divinidad femenina, cuyo principal atributo era la serpiente.
El culto a la diosa de la serpiente alcanzó gran difusión entre los nobles cretenses en el último siglo de la existencia de su Estado. Se la consideraba como la reina de las fieras y se la representaba como una figura esbelta, bellas vestimentas y el pecho desnudo. Era la diosa de la naturaleza, de la tierra y al parecer, la diosa del mundo subterráneo, el símbolo serpentino así lo atestigua.
La serpiente es un icono religioso, un vehículo de lo sagrado mediante el cual la realidad y las verdades primordiales se manifiestan en el imaginario griego, que juega un papel destacado con múltiples significados como despoja de la vejez renaciendo, la relación con la sanación y la capacidad para devolver la vida.
Estaba relacionada con la tumba del héroe, siendo un símbolo de fecundidad y supervivencia. Esta función particular de la serpiente se desarrolló a partir de su posición de animal protector del hogar. Representaba la creencia en una fuerza especial, emanada o simbolizada, una energía alineada con la fuerza pura, en suma, la vida, con todas sus paradojas y complejidades.
Hacia mediados del II milenio a. C. adquirió significación en Creta la honra del dios en forma de hombre-toro, conocido popularmente por Minotauro.
En el culto del dios-toro se introdujeron juegos con toros, cuya representación fue también muy frecuente en el arte de Creta. En su honor se celebraban ritos de iniciación de la juventud, en el transcurso de la cual los jóvenes tenían que hacer todo tipo de piruetas desafiando a la naturaleza del enfurecido toro.
El toro tenía una fuerte asociación con los conceptos de fortaleza, virilidad y fertilidad. Los jóvenes, bajo un rito de iniciación, anhelaban dominar y someter a esta criatura salvaje y forzar a su voluntad. Los cuernos de consagración aparecen frecuentemente sobre los altares y lugares de culto. Es un objeto formado por dos puntas córneas reunidas en pareja sobre un grueso travesaño.
Igualmente, los cretenses reverenciaban a dioses secundarios, menos significativos, como protectores de diferentes sectores de la producción artesanal. Así se mostró cómo los puntos de vista religiosos de los alfareros cretenses estaban relacionados con las profesiones de los mismos, existían cultos a dioses particulares protectores del oficio del alfarero.
Doble hacha cretense de bronce
El mundo de ultratumba estaba relacionado con la idea de una existencia ultraterrena. A los difuntos se les proveían de armas y utensilios y se les levantaban construcciones fúnebres. En honor de los dioses se sacrificaban animales, toros y cabras y junto con el difunto se ponían figuras de toros.
Las ceremonias religiosas de los cretenses, se distinguían por su gran diversidad. Se puede suponer que consistían en danzas, canciones, procesiones similares a la marcha de los que recogen el olivo, holocaustos en los santuarios públicos y privados. A juzgar por las inscripciones de Cnosos, en algunas fiestas se sacrificaban decenas de animales.
En las ceremonias religiosas de los cretenses, el papel dominante característico lo desempeñaba la mujer, que se ocupaba de las actividades del culto. La representación de los hombres aparece en las escenas del culto, sólo en los más tardíos.
Cabe destacar que los cretenses no elevaron templos a sus dioses, en su lugar aprovechaban las cuevas como recintos sagrados, muy abundantes en el territorio montañoso de la isla. No olvidemos que, en el posterior culto de Zeus, el mito lo relacionaba con el monte Ida, en una de las cuevas en las que encontró refugio al escapar de su padre Cronos.
La cultura cretense y las representaciones religiosas ejercieron una gran influencia en la cultura de los que posteriormente habitaron Grecia. El recuerdo de la época del florecimiento de Creta encontró su reflejo en muchos mitos griegos, en la época homérica y en las tradiciones históricas. En la cultura de los griegos del I milenio a. C. se encuentra una serie de rasgos heredados de la rica civilización minoica.
En la misma Creta, a lo largo del período romano, se veneraron las cavernas que habían servido para el culto local de los dioses minoicos. En la religión de los helenos se utilizaron objetos sagrados, que tenían significación en los cultos cretenses del período anterior, por ejemplo, el hacha y el cuerno sagrado.
La doble hacha es un símbolo muy característico de la religión cretense, relacionada con el mito del Minotauro y el famoso laberinto construido por Dédalo bajo el palacio de Minos en Cnosos. Es posible interpretar que la doble hacha fuera el instrumento destinado al sacrificio de los animales consagrados a la divinidad.
La doble hacha se mantuvo viva entre los hititas, así como en Mesopotamia como atributo de Teshub, dios hurrita de la tempestad.
La doble hacha simbolizaba con seguridad el ciclo de la vida y de la muerte y las fases de la luna, pues el hacha sacrificial de doble hoja representaría el creciente y el menguante, y el círculo en el que se puede inscribir la doble hoja, la luna llena.
La religión cretense era naturalista, adoraban las montañas, las grutas, las piedras, los árboles, los pilares, las palomas y los toros. El contacto con la naturaleza era para el hombre minoico el contacto con lo divino y a menudo los rituales se realizaban en santuarios al aire libre, levantados en las montañas o en los bosques sagrados.
El dios-hijo, el Zeus cretense, identificado con la lluvia, moría anualmente en el otoño y renacía en primavera, símbolo del renacer de la naturaleza y al volver a la vida se celebraban las fiestas agrarias. El Zeus niño era adorado en las cavernas sagradas.
El culto comprendía oraciones, sacrificios y diversas ceremonias y era presidido posiblemente por sacerdotisas. Se celebraba en altares levantados en las cumbres de las montañas, en grutas sagradas o en los patios de los palacios. En todos los palacios cretenses se han encontrado rastros de elementos rituales, quizás el propio rey los oficiara como sacerdote, como intermediario entre los dioses y los fieles, siendo los sacrificios a los dioses el engranaje fundamental de la religión.