El Denali o monte McKinley es la montaña más alta de América del Norte, con 6.190 metros. Está situado en la cordillera de Alaska
Philipp se había desplazado a la cordillera de Alaska hacía una semana, y desde allí había arreglado todo para la ascensión. Su novia Ivette, en Estados Unidos, era la única persona que conocía que iba a intentarlo, pero no sabía la fecha, pues no se lo comunicó.
Subía solo. No quiso comunicaciones los últimos días.
Ya en la subida y en el hielo, clavaba un piolet en el hielo, movía un pie y después clavaba el piolet de la otra mano, ascendiendo lentamente una de las paredes de hielo más peligrosas que hay en la escalada, el Denali. La montaña más alta situada en Alaska. Mientras ascendía la cordillera cercana al círculo polar ártico, una parte de su mente estaba en el hielo y la nieve, que tenían una dificultad máxima, pues la pared era vertical y lo obligaba a estar concentrado, pero por otra parte de su mente estaba con su padre, una de las figuras más importantes del montañismo que dio Austria. Era una temeridad y un peligro desafiar a esa pared y a esa montaña, y sobre todo hacerlo solo. Muy pocas personas lo habían hecho y conseguido, pues el tiempo solía ser muy malo, con tormentas de nieve que duraban varios días y que obligaban a los escaladores a volver al campo base.
Mientras ascendía, le venían a la cabeza recuerdos en la montaña con su padre, que lo enseñó a escalar en todo tipo de circunstancias. Era una figura relevante en este mundo y una persona muy conocida en Austria.
Era una temeridad y un peligro desafiar a esa pared y a esa montaña, y sobre todo hacerlo solo
Philipp siempre estaba pensando en nuevas ascensiones y más difíciles.
Después de un día de ascensión desde el último campo base, el tiempo lo obligó a desplegar la tienda de campaña en un sitio donde la verticalidad era total. Se quitó los arneses de seguridad, los crampones, los mosquetones y los gretes, y exhausto se tumbo como pudo en la tienda. El fuerte movimiento y los continuos zarandeos del viento le impidieron dormir.
Conocía la distancia al suelo en caso de desprendimiento de la tienda. Sabía lo que pasaría en caso de que alguno de los clavos fallara: la ventisca haría volar la tienda.
Sabía que el conocimiento de la previsión meteorológica no siempre era preciso en alta montaña y las condiciones atmosféricas cambiaban con facilidad. Si era mala, era mejor no arriesgarse, pero también podía cambiar y hacer unos buenos días para escalar, y así poder anotar en su palmarés de ascensión algo realmente muy difícil, y que muy pocos hombres habían conseguido.
El riesgo en el hielo está siempre al acecho. La calidad y textura de las zonas heladas varía enormemente de una zona a otra y de temporada a temporada. Las temperaturas, la altura, la orientación, el emplazamiento o la época del año son condicionantes que pueden afectar a la calidad del hielo y esta era esencial para subir. La precaución y la experiencia son fundamentales.
Cuando estaba en la tienda sin poder dormir, entre sus recuerdos estaba el de su padre que lo llevó interno a un colegio de curas, cuando era todavía muy pequeño, que era famoso porque tenía una coral. Nunca le perdonó que lo internara, y la rabia que sentía contra él por haberlo hecho era muy grande. Dirigía la fuerte agresividad que sentía contra él mismo. Recordaba las noches en el internado con todos los niños atemorizados y asustados porque venían los sacerdotes a los dormitorios y en plena oscuridad se metían en las camas con los niños y abusaban de ellos con tocamientos y violaciones. El día que había duchas, la presión que tenían que soportar cada tres días para poder escapar de su control era insoportable.
Cuando estaba en la tienda sin poder dormir, entre sus recuerdos estaba el de su padre que lo llevó interno a un colegio de curas, cuando era todavía muy pequeño
A la mañana siguiente se vio obligado a permanecer en la tienda por la tormenta de viento y nieve. Estaba aterido y el frío lo inmovilizaba y la temperatura exterior era de muchos grados bajo cero. La niebla y las ventiscas son peligrosas, ya que la falta de visibilidad puede provocar pérdidas y accidentes y el viento puede arrastrar a una persona. Cuando cambiara el tiempo, si lo hacía a un día soleado, el peligro de aludes complicaría más la ascensión.
Comió algo de comida preparada totalmente fría y enlatada y el largo día lo pasó con sus recuerdos mientras sentía las embestidas de la tormenta y de la ventisca. La angustia era continua.
La segunda noche fue parecida a la primera, pero estaba más cansado por toda la tensión emocional acumulada. Sus pensamientos de infancia y la ventisca le impedían dormir un poco. Recordaba que en su adolescencia pensaba que el coro del colegio estaba lleno de niños que ya eran homosexuales por las continuas violaciones y tocamientos de los curas. Su nivel de inseguridad le llevaba a preguntarse si él mismo era homosexual. Nunca lo tuvo claro por culpa de estos. No se atrevía a comentar el acoso sexual con sus padres, porque no le creerían. Le causó muchos problemas psicológicos y no se atrevía a contárselo a su novia, por temor a que dejara la relación. Su sentimiento de culpabilidad era muy grande.
Al finalizar la noche y llegar el día, tampoco pudo salir, pues la tormenta no amainaba. Tuvo que permanecer en la pequeña tienda, casi sin poder moverse, anquilosado y con un frío intenso a pesar de estar en el saco de dormir, pues las ráfagas de viento hacían imposible salir. Las ideas que pasaban por su cabeza eran recurrentes y eran las mismas de la noche anterior.
Estaba más cansado por toda la tensión emocional acumulada. Sus pensamientos de infancia y la ventisca le impedían dormir un poco
Por lo menos, si seguía el hielo con ese frío, estaría muy duro y sería más seguro. No sabía si volver hasta el campo base o seguir allí y esperar a que el tiempo mejorara. Las subsistencias se le iban agotando y necesitaba por lo menos tres días de buen tiempo para continuar y finalizar la ascensión. Y luego la bajada, que la haría por otra ruta por donde era más rápido y sencillo.
En la tercera noche, el parte meteorológico presagiaba un cambio en el tiempo, pero la siguiente jornada, aunque la ventisca había amainado parcialmente, no se podía hacer alpinismo. El día transcurrió en la tienda, con las mismas expectativas.
La cuarta noche pudo descansar algo, y tras tres días y tres noches de acampada en el aire, la mejoría se hizo realidad. Cuando abrió la tienda por la mañana temprano, ya estable y sin viento, el sol lucía, la temperatura era mayor y pudo ver un espectáculo de gran belleza con la niebla tapando solamente algunas montañas de su cordillera.
En estas circunstancias los recursos que tenía no eran suficientes si tenía otro contratiempo con la meteorología.
Poco a poco hizo algunos estiramientos de los músculos, y a pesar de todo, decidió continuar. Pensaba el porqué.
Necesitaba superar algo a través del esfuerzo continuado llevado a límites insospechados. Una necesidad que había nacido en el coro del colegio. Era una lucha a muerte.
Sus recuerdos del coro del colegio eran recurrentes.
¿A quién necesitaba superar?
¿Que necesitaba superar?
Tal vez a su pasado eclesiástico