
El postimpresionismo se sitúa en el último cuarto del siglo XIX, cuando la revolución industrial continuaba su ascenso y la sociedad se masificaba cada vez más. La prensa escrita, el arte del cartel y la publicidad crecían y también el interés en las investigaciones científicas y la experimentación, consideradas signo de progreso. La percepción de un cambio cultural convirtió al arte en un área de experimentación permanente desde la aparición del impresionismo, a pesar de su disolución hacia 1875.
La siguiente generación de artistas mantuvo el espíritu experimental, pero este convivía con su decepción social y política frente al orden público. El mundo interior parecía un lugar más auténtico más verdadero.
En una sociedad masificada, los postimpresionistas continuaron la experimentación en busca de una voz propia. Representaron la realidad, pero no como es concebida por la razón, realismo o como es percibida por la vista, impresionismo, sino que representaron la realidad como era sentida individualmente, su realidad interior.
El término postimpresionismo nace en 1910, cuando se hace una exposición en Londres coimisariada por el crítico Roger Fry llamada precisamente así para unificar un poco la muestra de cuadros de Van Gogh, Gauguin, Seurat y Cezanne. La exposición fue un desastre, un fracaso de crítica y público. Sin embargo, seguimos usando el término postimpresionismo para referirnos a este «estilo».
Van Gogh, Cézanne y Gauguin nunca fueron reconocidos. Ni siquiera la exposición retrospectiva después de su muerte, en 1910, conoció el éxito. Fueron los artistas de las vanguardias históricas los que valoraron sus aportes. Hoy, paradójicamente, sus obras son cotizadas en millones de dólares.
El postimpresionismo es una palabra que se acuñó cuando los artistas estaba ya muertos. Ninguno era consciente de estar en este movimiento. Hoy podemos agrupar a artistas que trabajaron después de este, reaccionando contra él en muchos aspectos, y que asentaron las bases del arte modero, que no fueron apreciados en vida, y una vez muertos fueron considerados clásicos intocables, y que sus pinturas son hoy las más caras de la historia.
Todos utilizaron colores vivos, pinceladas poco discretas y unas temáticas basadas en la vida real. Intentaron también dar un paso más en cuanto emoción y expresión a la pintura y todos presentaron una visión particular de la naturaleza, una visión subjetiva del mundo
Vincent Van Gogh
Paul Gauguin: La visión tras el sermón.
Henri de Toulouse-Lautrec. En el Moulin Rouge.
Entre las diferentes técnicas surgidas están una gran variedad de estilos y subgéneros, como el puntillismo, el japonismo y el primitivismo.
1.- Impulsado por Georges Seurat y Paul Signac, el puntillismo es una técnica que emplea pequeños puntos de color que se unen para formar una composición cohesiva. Si bien se inspira en las pinceladas del impresionismo, el puntillismo muestra el enfoque en la planitud y la formalidad evidente en muchas piezas postimpresionistas. Seurat y Signac introdujeron el método en 1886, y continuaron trabajando en este estilo a lo largo de toda su carrera.
Georges Seurat, “Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte”.
Paul Signac. “El pino en Saint Tropez”.
2.- El japonismo de forma similar a la que los artistas impresionistas se inspiraron en el uso de perspectiva y color en el arte japonés, los postimpresionistas, como Vincent van Gogh, emularon e imitaron las estampas japonesas en su trabajo. En algunas piezas, como Ciruelo en flor y Puente en la lluvia, van Gogh replica obras de arte conocidas. En otras, como Retrato de Père Tanguy, simplemente emplea el arte japonés como acento.
Vincent van Gogh, “Retrato de Père Tanguy”.
3.- Aunque la estética “primitiva” ha sido usada por artistas de muchos movimientos, se asocia más estrechamente con el postimpresionismo y el cubismo.
Paul Gauguin, “¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?”, 1897-1898
Paul Gauguin y Henri Rousseau fueron pioneros en el enfoque del arte moderno con piezas como ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? y La gitana dormida, respectivamente. Estas piezas presentan las dos cualidades principales del primitivismo, un interés por temas no occidentales y un estilo de pintura inocente, a la vez que capturan el interés de los artistas en temas emocionales e incluso oníricos.