Movimientos vanguardistas del arte II – El minimalismo

Corriente que se caracterizada por la simplicidad extrema de la forma que se originó en Nueva York a finales de la década de 1960, impulsado por la insatisfacción con la subjetividad desordenada y espontánea del Expresionismo Abstracto.

Frank Stella

El Minimalismo transformó en los sesenta la concepción de la relación de la obra de arte con el espacio presupuesta por la escultura de la vanguardia clásica. Se producen cambios en los espacios expositivos, en los que ahora predominan paredes blancas desnudas y grandes salas, dado el gran tamaño de los objetos minimal.

Las esculturas minimalistas Frías, sólidas, lacónicas y austeras, son volúmenes creados en materiales industriales que aparecen, insondables, dominando de forma extraña el espacio.

El término «minimal» fue utilizado por primera vez por Richard Wollheim en 1965 para referirse a las pinturas de Ad Reinhardt y a otros objetos de muy alto contenido intelectual, pero de bajo contenido de manufactura. Deja fuera toda emoción, es contemplación intelectual, algo que llama la atención teniendo en cuenta el contexto político y social de cuando nacen en los años 60.

Los espectadores hacen la obra, así lo explican los propios artistas minimalistas al afirmar que estas esculturas sólo funcionan con público, si no, quedan desactivadas.

 

El minimalismo se basa en influír en el espacio que lo rodea, y sobre todo, influír en quien está en este espacio.

El artista minimal no esculpe, no suda, no le salen callos en las manos de tallar material, presenta su «propuesta»,  y es otro quien hace la pieza final, incluso eliminan todo rastro de su huella, de autoría.

El minimalismo es un intento de poner un poco de orden en un mundo caótico.

Éstos, o bien estaban realizados para un tipo de espacio determinado de esquina, o de  pared, o para intervenir en la percepción del espacio en que se inscriben. Pueden determinar, además de la experiencia visual del espacio, su habitabilidad.

Las minimal modifican el espacio intencionadamente como parte de su contenido. La conexión entre obra y espacio es propiciada por el tamaño o la colocación del objeto y en definitiva, el espacio es en el Minimalismo, el lugar en el que se produce el encuentro entre sujeto y objeto y la experiencia de la obra.

La mayoría de las obras minimalistas son poliedros regulares, aislados o en serie, de apariencia pobre o industrial, colores brillantes o apagados, materiales opacos o transparentes, o incluso construidas con ladrillos, neones o contrachapado; se trata de objetos geométricos simples en toda clase de materiales que carecen de la llamada “verdad del material” y de la neutralidad de los medios artísticos subordinados a la elaboración del artista.

Entre los artistas que pusieron en práctica estas ideas figuran Robert Mangold, Robert Rayman y Brice Marden, así como otros artistas más jóvenes que abandonaron la pintura como Carl Andre, Dan Flavin, Robert Morris, Sol LeWitt y Donald Judd.

El Minimalismo influyó en earthworks tempranas de Smithson, Walter de Maria y Robert Morris y en el primer arte público y site-specific de Richard Serra.

Algunas obras representativas:

 

Sol LeWitt. Estados Unidos, 1982

 

Jardín de Narcisos. Yayoi Kusama. Japón, 1966

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *