La aventura de los primeros humanos – Crecimiento del cerebro

Hace millones de años nuestros cerebros eran 3 veces más pequeños de lo que son ahora, para adaptarse al proceso de desarrollo fue esencial una reorganización de los tejidos y circuitos cerebrales.

Los cerebros más grandes requieren mayor cantidad de neuronas y uniones neuronales, lo que eventualmente puede volverlos ineficientes, pero un cerebro más grande no es sinónimo de mayor inteligencia.

Cuando los científicos organizan a los animales por el tamaño de su cerebro en relación con su tamaño corporal, es la musaraña de árbol y no los humanos, la que queda en lo más alto. El cerebro de la musaraña de árbol representa el 10% de su masa corporal, mientras que el del humano representa aproximadamente el 2% de su masa corporal total.

Pero para mantener su eficiencia el cerebro necesita reorganizarse y la principal diferencia entre nuestro cerebro y el de los demás integrantes de este género es la expansión del lóbulo parietal, particularmente de sus porciones superiores.

Aquí se encuentra una de las zonas del cerebro implicadas en el procesamiento de la sintaxis y la gramática, que es una de las características más importantes del lenguaje humano, y que ha experimentado el mayor aumento en nuestra especie.

Se reconocen 3 principales cambios adaptativos en la morfología del cerebro que ocurrieron durante la evolución de los primates: una reducción en la importancia relativa del olfato, un incremento en la importancia relativa de la visión y un enorme incremento en la importancia relativa de la neocorteza.

La mayoría de los científicos está de acuerdo a que debemos nuestras capacidades únicas a la corteza cerebral, la capa externa del cerebro que es responsable de la conciencia, la planeación y el razonamiento. Con 16 billones de neuronas la corteza cerebral humana tiene la mayor cantidad de neuronas de cualquier otra especie en el reino animal, y cada neurona puede formar decenas de miles de sinapsis con otras neuronas. Estas neuronas y sus conexiones están soportadas por células especializadas llamadas glía, las cuales también pueden jugar un papel importante en la cognición humana

Antes del descubrimiento del fuego y debido a los componentes no digeribles de las plantas, como la celulosa cruda y el almidón, ciertas partes de la planta, como los tallos, hojas maduras, raíces gruesas y tubérculos, no habrían formado parte de la dieta de los homínidos antes de que este controlara el fuego. Por ello, la dieta consistía principalmente en aquellas partes de las plantas que estaban conformadas por azúcares simples y carbohidratos tales como semillasflores y frutos carnosos.

La presencia de toxinas en algunas semillas y fuentes similares de carbohidratos también afectó la dieta. Sin embargo, los glucósidos cianogénicos como los que se encuentran en las semillas de lino y mandioca se transforman en alimentos no tóxicos al cocinarlos.

Los dientes del Homo ergaster han mostrado una contracción progresiva con el tiempo (reducción del volumen de la cavidad bucal, reducción de la mandíbula y de la dentición), ​ lo que sería una evidencia de que los miembros de la especie podrían haber ingerido, antes de acceder a la cocción, alimentos ablandados cortándolos o triturados, como la carne y diversos vegetales.

Después del descubrimiento del fuego la cocción de la carne, de la que quedan rastros en los huesos de mamíferos quemados o ennegrecidos, pero especialmente de legumbres-raíces tuberizadas, actúa como una forma de «pre-digestión», lo que permite dedicar menos energía a la digestión de la carne, de los tubérculos, o de proteínas como el colágeno.

La cantidad de energía necesaria para digerir una porción de carne cocida es menor que la energía necesaria para digerir un trozo similar de carne cruda, y además la cocción gelatiniza el colágeno y otros tejidos conectivos, «abriendo moléculas de carbohidratos fuertemente entrelazadas y facilitándose el proceso de absorción de nutrientes». La cocción también elimina microorganismos, tales como parásitos y bacterias presentes en los alimentos crudos.

El tubo digestivo se contrajo, permitiendo que se le diera más energía al cerebro humano. Así si los humanos modernos comieran solo alimentos crudos y productos alimenticios sin procesar, necesitarían comer 9.3 horas por día para alimentar su cerebro. ​ Una dieta esencialmente cruda conduce a largo plazo a una disminución del índice de masa corporal, y a amenorrea en las mujeres​

También se redujo la necesidad de disponer de músculos masticatorios fuertes, especialmente los músculos temporales, lo que liberó al cráneo de la presión que ejercían.

La explicación de un primer desarrollo del cerebro hace 1,8 millones de años en el Homo ergaster podría ser que este último aprendió a preparar carne y tubérculos antes de consumirlos.

Como han demostrado los neurocientíficos, el número de neuronas está directamente correlacionado con la cantidad de energía (o de calorías) necesaria para alimentar el cerebro.

Por lo tanto, cocinar los alimentos hizo posible romper un bloqueo fisiológico y metabólico, proporcionando más energía al cerebro que hoy representa solo el 2% de la masa corporal de los hombres modernos pero consume el 20% de la energía basal necesaria para el cuerpo humano.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *