Aventura de los primeros humanos – El arte rupestre

Hace seis o siete millones de años, la tierra se vio inmersa en un gran cambio climático. Como consecuencias, se produjo una reducción de las selvas húmedas, que eran el hábitat natural de los antropoides.

Cuevas de Tito Bustillo

Estos primates tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones del planeta pues la alternativa era la extinción. Su salvación pasaba por abandonar las ramas de los árboles e iniciar la conquista del suelo, en lo que sería el primer paso de la evolución que derivaría en el ser humano moderno

El dominio del fuego, hace 400.000 años, marcaría una revolución en las comunidades primitivas. Este elemento supuso un arma decisiva contra los depredadores y permitió a los humanos conquistar la noche. Pero fue más importante la posibilidad de cocinar los alimentos, lo que permitió ampliar la dieta de las comunidades. Los individuos se hicieron más fuertes, más resistentes a las enfermedades y, quizá como consecuencia de todo ello, también más longevos. Sus usos sociales nunca volverían a ser igual.

Otro cambio crucial en la cultura de la humanidad llegaría con la aparición de los rituales ante la muerte. Es difícil precisar cuándo comenzaron a proliferar los enterramientos, en la Sima de los Huesos, en la sierra de Atapuerca, se ha descubierto un pozo con cadáveres fechado hace medio millón de años, pero los estudiosos difieren sobre su auténtica finalidad y si se puede asociar a un ritual funerario. En el Paleolítico Medio, hace 120.000 años, sí que se constata una proliferación de enterramientos. Al principio eran prácticas muy sencillas, aunque en su humildad también integran algunos usos que han llegado hasta nuestros días, como la asociación de las flores y la muerte.

Los artistas primitivos de la península ibérica explotaban sus habilidades creativas mezclando pigmentos, creando abalorios a partir de conchas y pintando murales sobre las paredes de las cuevas. Estos artistas innovadores probablemente eran neandertales.

Las pinturas rupestres y las conchas perforadas, que datan de hace 65.000 años, son las primeras obras de arte que datan de la época de los neandertales e incluyen el arte rupestre más antiguo descubierto hasta la fecha. En dos nuevos estudios publicados, los investigadores exponen la hipótesis de que estas obras de arte son anteriores a la aparición del Homo sapiens en Europa.

En tres cuevas repartidas por España, los investigadores han descubierto más de una docena de ejemplos de pinturas rupestres de más de 65.000 años de antigüedad. En la cueva de Los Aviones, en Cartagena, los investigadores también descubrieron conchas perforadas y pigmentos que datan de hace aproximadamente 115.000 años.

Las de Los Aviones son los objetos más antiguos de ornamentos personales conocidos hasta la fecha en el mundo. Son anteriores a cualquier objeto remotamente similar conocido en el continente africano por un margen de entre 20.000 y 40.000 años. Y son obra de neandertales.

Si sus resultados se sostienen, los hallazgos implican que la inteligencia para el arte simbólico podría remontarse hasta el ancestro común del Homo sapiens y los neandertales, hace unos 500.000 años.

Los neandertales parecen haber tenido competencias culturales que compartimos los humanos modernos». No eran brutos ni tontos, eran

Las pruebas genéticas también demuestran que los neandertales y los humanos modernos se aparearon entre sí: aproximadamente el dos por ciento del ADN moderno europeo y asiático conduce hasta los neandertales.

Algunos investigadores se han mostrado reticentes a la hora de afirmar que los neandertales eran capaces de crear arte simbólico. Basándose en las pruebas de la época, parecía que el arte primitivo europeo no floreció hasta que una gran ola de Homo sapiens modernos llegó al continente hace 40.000 o 50.000 años.

Otros estudios complicaron la historia. En Francia, los científicos hallaron joyas elaboradas por neandertales hace 43.000 años. En una cueva malagueña, aparecieron restos de carbón de antigüedad similar junto a pinturas rupestres.

Pero ninguno de estos lugares era considerablemente anterior a la llegada del H. sapiens, lo que dejó la puerta abierta a la idea de que los neandertales sencillamente copiaron a sus nuevos vecinos más cultos.

Para demostrar que los neandertales eran artistas, los investigadores necesitaban descubrir arte en Europa hecha hace más de 50.000 años. Se trabajo con el uranio, un elemento radiactivo, se disuelve en agua, lo que no hace el elemento torio. Cuando el agua se infiltra a través del suelo en una cueva, las trazas de uranio quedan atrapadas en depósitos minerales y se desintegran a un ritmo predecible, transformándose en torio. Como los científicos saben que el torio no ha penetrado los depósitos, medir la cantidad relativa de uranio y torio en los minerales puede revelar su edad, y por lo tanto la antigüedad de cualquier pintura rupestre.

En las tres cuevas con pinturas rupestres, los investigadores descubrieron que algunos depósitos minerales sobre las pinturas tenían al menos 64.800 años, lo que indica que el arte tiene esa antigüedad, si no más. Sin embargo, las cortezas sobre las conchas y los pigmentos descubiertos en la cueva de Los Aviones tenían al menos 115.000 años de antigüedad, más del doble de las estimaciones realizadas cuando se examinaron los mismos artefactos en un estudio de 2010.

En conjunto, estos descubrimientos rupestres «demuestran que esta conducta entre los neandertales no se limita a un solo periodo. También se puede comparar con lo que los humanos hacían en África».

La conclusión debe ser que los neandertales eran indistinguibles, de los Homo sapiens, desde el punto de vista cognitivo y, por lo tanto, la dicotomía neandertal-sapiens es nula». «Los neandertales también eran Homo sapiens.

Los nenadertales podrían haber sido capaces de usar materiales como el ocre y el carbón para crear marcas e incluso imágenes, pero es el desafío arqueológico de siempre: confirmarlo con varias líneas de pruebas convergentes».

El último hito de los que jalonan este recorrido por la evolución humana es la aparición del arte rupestre, que constata un incipiente lenguaje simbólico. Aunque hay algunos indicios de que los neandertales podrían ya haber esbozado estas prácticas, es con la irrupción del Homo sapiens, y en concreto hace unos 35.000 años, cuando las pinturas rupestres comienzan a proliferar. No se trata solo de una muestra de gusto estético: estas pinturas denotan la complejidad que alcanza la mente humana, su capacidad de abstracción y su vocación por comunicarse con sus iguales. Desde esas pinturas, como las que aún conservamos en Tito Bustillo (Ribadesella), hasta el ser humano moderno hay apenas un paso. Tan pequeño como el que, seis millones de años atrás, dio un primate que tuvo que saltar del árbol para poder sobrevivir.

Asimismo, la capacidad de hablar, el lenguaje, tuvo una importancia decisiva, porque incorporamos unas habilidades y destrezas nunca vistas hasta el momento. Es cierto que muchos animales se comunican con sonidos, pero somos nosotros los que incluimos una serie de posibilidades y matices de enorme variedad y trascendencia.

La enseñanza de infinidad de cosas a través del lenguaje, o la pericia de los individuos infantiles por llamar la atención sobre algo y que los mayores expliquen por qué o el significado de dicho objeto o situación.

La expresión de sentimientos, de asuntos abstractos o simbólicos nos ha hecho cada vez más humanos. Y la cocina, con la complicidad del fuego, pudo ser una perfecta aliada para el desarrollo del lenguaje. ¿Cuándo y dónde se suele conversar con mayor intensidad a lo largo de día?: en general, a las horas de comer.

Esos y otros aconteceres modificaron nuestro esqueleto craneal o postcraneal para adecuarse a las nuevas circunstancias: el foramen magnum, la columna vertebral, la cadera, los huesos de la pierna y del pie, el cráneo, la laringe, el hioides, el paladar y la estructura de la boca. Así como los diferentes músculos y la disposición de los nervios y venas/arterias, junto a todo lo referente al genoma –sus interacciones, alteraciones, mutaciones–, cuya secuencia especifica las instrucciones genéticas para el funcionamiento y desarrollo del organismo.

La cognición humana moderna puede responderse desde diferentes disciplinas y enfoques y, por tanto, no existe consenso, el punto de inflexión se suele vincular con el lenguaje y el simbolismo. Y aquí es donde podemos ubicar las prácticas funerarias. Este planteamiento considera el arte, los adornos, como expresión de identidad, y las prácticas funerarias como partes solidarias de la simbolización.

Los primeros enterramientos bien conocidos corresponden a neandertales y humanos modernos y se datan a partir de hace unos 120.000 años. Estas prácticas funerarias muestran una geografía y temporalidad variables, concentrándose en algunas regiones, Próximo Oriente, Este y Suroeste de Europa. La presencia de ajuares y bienes asociados se generalizó con los humanos modernos, permitiendo analizar la relación entre la cultura material y la vida social. Los enterramientos individuales dieron lugar a otros múltiples, estableciendo hace unos 12.000 años espacios dedicados a este fin: los cementerios.

Las diferentes especies humanas que poblaron la Tierra durante el último periodo glacial vivieron en un ambiente cambiante y considerablemente hostil. Una de esas especies, la nuestra, consiguió adaptarse mejor y sobrevivir. Y una de las claves de esa supervivencia fue el refuerzo de los mecanismos de cooperación. De hecho, uno de los rasgos que mejor nos definen como especie es que somos seres sociales que vivimos en colectividad y nos comunicamos mediante lenguajes complejos que nos permiten un constante intercambio de ideas.

En ese proceso de perfeccionamiento de las herramientas de comunicación interpersonal encuentra un lugar destacado el desarrollo del pensamiento simbólico, que puede definirse como la capacidad humana de abstraer la realidad y darle un significado propio mediante el mecanismo de la simbolización, generando ideas sobre las que proyectamos nuestra capacidad de representación. Esto permite, entre otras cosas, el intercambio de información codificada, lo que supone una mejora de importancia trascendental en la evolución humana.

Además del lenguaje oral, una de las expresiones del pensamiento simbólico es la actividad gráfica. Lo que conocemos como “arte prehistórico” es una primigenia forma de expresión gráfica y de comunicación visual.

 

 

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