Mauritania, la vía de escape hacia Canarias de los malienses que huyen de un país en guerra

Los malienses de regiones golpeadas directamente por el conflicto se establecen en el país mauritano, el resto emprende la ruta atlántica, cada vez más utilizada por niños pequeños

Imagen de archivo de un cayuco con 215 personas rescatadas en las costas de Mauritania EFE

Natalia G. Vargas / Alicia Justo

25 de febrero de 2024 06:01h 

Neumáticas y cayucos blancos y de colores se mezclan en el Atlántico. El refuerzo de los controles fronterizos ha reactivado rutas migratorias que llevaban tiempo dormidas. En los últimos meses, Mauritania se ha convertido en el punto de salida del 83% de los migrantes que llegan a Canarias. Entre ellos, cientos de malienses que escapan de un país que lleva en guerra más de una década. “Aún no podemos evaluar las razones del aumento, pero la tendencia es que las mafias se reorganicen para responder a los obstáculos y controles de otras zonas”, explican desde la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Más de 8.000 personas pidieron asilo en Canarias en 2023

Mauritania ha sido testigo de la llegada de desplazados que escapan de la inestabilidad política del Sahel y también de la guerra de Mali. Desde sus costas han partido hacia Canarias senegaleses, malienses, guineanos, gambianos y nacionales de Costa de Marfil, entre otros. Sin embargo, Mauritania no es solo un lugar de tránsito, sino también de destino. Nacionales de Senegal y también refugiados del norte y del centro de Mali, atravesado directamente por la guerra, “están bien establecidas y arraigadas en el país”, cuenta la OIM. 

Los cayucos no salen solo de Nuadibú, sino también de Nuakchot. El tiempo que pasan los desplazados en el país depende de su perfil y de su situación individual. “Los tiempos de estancia oscilan entre uno y tres meses o incluso un año. Depende de muchos factores: el económico, el país de tránsito, las vulnerabilidades”, señala la OIM. 

“Los inmigrantes trabajan principalmente en los sectores de la construcción, la restauración, el servicio doméstico, la pesca, la minería y la agricultura”, explica la organización. El sector informal tiene un gran protagonismo en el sector laboral de Mauritania, tanto para las personas migrantes como para las nacionales. “Los migrantes están más expuestos a una posible explotación, especialmente si se encuentran en situación irregular”, añaden desde la OIM. Además, tanto para los desplazados como para los nacionales, el acceso a la salud y a la educación es limitado. 

Kiné (nombre ficticio) salió de Costa de Marfil escapando de la violencia machista. Uno de los países por los que pasó fue Mauritania. Allí trabajó limpiando una casa, pero el dueño de la vivienda no le daba el dinero, sino que lo guardaba hasta que tuviera la cantidad suficiente para pagar su viaje a Marruecos. En su camino, también sufrió abusos sexuales por parte de unos encapuchados. 

Durante los últimos meses de 2023 y los primeros de 2024, el número de mujeres y niños pequeños asistidos por la OIM en Mauritania como resultado de incidentes a lo largo de la ruta atlántica ha aumentado “drásticamente”. “Se trata de un cambio preocupante en una ruta que era utilizada principalmente por hombres. Las duras condiciones del mar son especialmente peligrosas para los niños pequeños”, confirman desde la organización. 

Mariam (nombre ficticio para preservar su verdadera identidad) trabaja para la asociación Alarm Phone Mauritania en Nuadibú, tratando de ayudar a las personas migrantes que llegan al país para dar el salto a Europa. Las personas a las que presta apoyo son principalmente de Mali, Senegal, Guinea y Gambia. Tal y como ha contado a esta redacción, muchos de los que trabajan en el sector informal lo hacen después de que los propietarios de las viviendas donde van a trabajar los hayan recogido en un punto concreto de la ciudad. 

Mariam les intenta proporcionar ropa, calzado, alimentos y, sobre todo, medicinas. “Aquí los inmigrantes están muy criminalizados”, subraya. La activista denuncia que hay jóvenes migrantes que han sido condenados a prisión por querer migrar: “La Policía te puede detener en la ciudad y llevarte a la comisaría, donde están los españoles, la Guardia Civil. Después te van a juzgar sin abogado y condenar a 5 o 10 años”.

Mariam señala que tuvo un caso cercano en el que un joven senegalés pasó en prisión un año y medio hasta que su familia pudo reunir el dinero necesario para pagar a un abogado y que quedara en libertad.  

Desaparecidos 

El aumento de embarcaciones que han partido de Mauritania este año ha hecho que las tragedias en el mar también se disparen. En enero se han contabilizado en esta ruta 357 personas desaparecidas, la mayoría de Mali, según la plataforma Protejamos a los migrantes, no a las fronteras, basándose en las llamadas de personas con algún familiar que no ha llegado a su destino. 

Hervé Zoumoul es un ciudadano francés de origen marfileño que desde Francia canaliza estas llamadas, les pone nombre y apellidos a los desaparecidos y reúne sus fotos. Después pone en contacto a las familias con la Cruz Roja de Francia o la de Canarias, según donde se encuentre el familiar que ha iniciado la búsqueda. Zoumoul detalla que hay cuatro cayucos que salieron de Nuakchot los días 8, 16, 21 y 23  de enero que no han llegado a las Islas Canarias. 

Entre los desaparecidos hay miembros de las mismas familias. Sidy es un joven maliense que desde el 8 de enero no ha vuelto saber nada de su hermano y de tres de sus primos. Su hermano, Mahamadou Coulibaly, tenía 18 años y se fue con la desaprobación familiar. Sidy recuerda que las primeras veces que su hermano le trasladó su intención de partir, él le dijo que no estaba de acuerdo. Entonces Mahamoadou decidió irse a Mauritania a trabajar y cuando su familia le pidió que enviara el dinero que había ganado dejó de dar señales. Nunca más volvieron a hablar con él.

“Me enteré por un amigo de Mauritania de que se había ido a España el 8 de enero a las 4:00 de la mañana”. Todos sus familiares desaparecidos eran de la localidad de Kayes, de donde procede buena parte de los malienses que han llegado este año. Zoumoul también recalca que es complicado contactar con todas las familias que esperan a un hijo o un hermano porque muchos de ellos han salido de sus casas sin comunicar a nadie su decisión de migrar. En ese caso, cuando la embarcación se pierde y pasan los días sin noticias, los padres no llaman. 

Según las cifras de la OIM, al menos 163 personas perdieron la vida en cinco tragedias en 2023. La gran mayoría de los cadáveres (139) quedaron en el mar,  mientras que 24 fueron recuperados. “Se presume que todas las víctimas eran ciudadanos de África occidental: 115 eran ciudadanos senegaleses, dos de Mali y se desconocen los países de origen del resto. También se produjo un naufragio el 14 de enero frente a La Güera, después de zarpar de Nuakchot, con la mayoría de ocupantes mauritanos y malienses. Al menos dos personas de Mali murieron y 15 fueron rescatadas. 

La UE y Mauritania

La UE considera Mauritania un país clave para la estabilidad en el Magreb y en el Sahel y crucial como destino y tránsito de personas migrantes y refugiadas, sobre todo de ciudadanos malienses. Así se expresa el Consejo de la UE en una nota publicada en septiembre de 2023 sobre la situación migratoria en Mauritania, en la que destaca que es el único país del Sahel que no se ha visto afectado por los cambios políticos que se han sucedido en la región desde el golpe de estado en Mali en 2020. 

El país ya ha advertido sobre su situación límite en términos de capacidad y recursos para hacer frente a un creciente flujo de refugiados y migrantes. Las autoridades mauritanas estiman que más de 100.000 inmigrantes irregulares residen en Nuakchot y sus alrededores. Esta cifra sería mayor si se tiene en cuenta todo el territorio. En los últimos años se ha producido un aumento significativo del número de migrantes que llegan al país debido a la presión migratoria ejercida por Marruecos.

23 años de cárcel

En Canarias Ahora podemos atestiguar que el Lawfare existe. Lo vivimos de cerca entre 2015 y 2022 cuando informamos con todo detalle de cómo el exministro José Manuel Soria (PP) y el exjuez Salvador Alba conspiraron para acabar con la carrera política y profesional de la magistrada Victoria Rosell (Podemos). Y lo volvemos a vivir ahora con el intento de Alba de vengarse en la persona del director de nuestro periódico, Carlos Sosa, haber sido descubierto, juzgado y condenado a los tres delitos más graves que puede cometer un juez (cohecho, prevaricación y falsedad en documento judicial) a seis años y medio de prisión y 18 de inhabilitación.

Con la ayuda de una jueza de Madrid que ha desoído incluso al Ministerio Fiscal, Alba ha conseguido que Carlos Sosa se siente en el banquillo para responder a una petición de 23 años de prisión y a una indemnización de 422.500 euros simplemente por haber informado con todo rigor de sus delitos y de sus trapisondas para eludir la acción de la justicia.

El mismo documento reconoce “los esfuerzos de Mauritania para frenar la migración irregular y las luchas activas contra la trata de seres humanos y redes de contrabando de migrantes”. En este esfuerzo le acompaña la UE, enfocando su trabajo en la gestión fronteriza (por tierra y mar) y en la lucha contra la trata de seres humanos a través de distintos programas con sus correspondiente inversión económica.

Aun así, el texto reconoce que Mauritania ha expresado su preocupación por la percepción de un trato desigual por parte de la UE, especialmente en comparación con otros países como Túnez. Bruselas ha respondido a estas exigencias, y prevé dar a Mauritania 200.000 euros para frenar la salida de cayucos. 

 

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