Probablemente has escuchado más de una vez acerca de Monsanto, los alimentos transgénicos y la relación de dicha empresa con la producción de químicos para la agricultura. Seguramente supiste de esta compañía por alguna de las varias polémicas en las que ha estado envuelta.
En 2017, Acción conjunta en Europa (Bruselas, Madrid, Roma, Berlín y París), organizada por Greenpeace y miembros de otras ONGs para impulsar una Iniciativa Ciudadana Europea que regule los pesticidas y prohíba el glifosato. © Greenpeace.
Entre estas controversias, está el uso extendido del glifosato. Surgen varias preguntas: ¿Qué es?, ¿para qué sirve?, ¿es seguro su uso?, ¿cuál es su impacto en el ambiente y el costo para nuestra salud?
En esta publicación te diremos todo lo que pasa con este químico en México y el mundo, que ha estado asociado con varias afectaciones a la salud, que van desde mareos e irritaciones en la piel hasta el desarrollo de cáncer.
¿Qué es el glifosato y para qué se utiliza?
El glifosato es un herbicida de amplio espectro no selectivo y sistémico: cualquier planta puede absorberlo a través de sus tejidos. El activo químico evita que la planta afectada produzca proteínas necesarias para su crecimiento, lo que la conduce finalmente a la muerte.
En esencia, su función consiste en destruir las plantas consideradas “malas yerbas” o arvenses por los agricultores, es decir aquellas que “roban” espacio, luz, agua y nutrientes a la siembra. Por lo general se aplica en la preparación de un monocultivo, para limpiar el terreno.
El glifosato se aplica para evitar el brote de “maleza” y dejar el paso libre a los cultivos controlados. Algunos agricultores lo utilizan también antes de cosechar los campos, pues al crear un efecto de secado, es más fácil recolectar lo sembrado.
“El glifosato es un arma de destrucción masiva, afecta a la biodiversidad del agua y del suelo, y también a la salud de las personas”. Luis Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España.
Origen y uso del glifosato
Hasta el año 2000, Monsanto mantuvo la patente, por lo que después de esa fecha se sumaron más compañías para fabricar el herbicida, como Dow Chemical-Dupont y Syngenta-ChemChina.
Monsanto también es responsable del desarrollo de variedades genéticamente modificadas de maíz, soya y algodón resistentes al glifosato. ¡Así el herbicida puede usarse incluso cuando el cultivo controlado ya está creciendo, sin dañarlo!.
Esto debido a su resistencia, aunque sí daña a la vegetación nativa, provocando la destrucción de cualquier otro tipo de planta que intente germinar en ese suelo, lo que, a su vez, resulta en daños ambientales.
Actualmente, el glifosato es el herbicida más usado a nivel mundial y el principal en Estados Unidos. A pesar de que durante años se pensó que su uso no representaba ningún impacto negativo para el entorno ni para la salud humana, poco a poco se acumuló evidencia del potencial daño que encierra este químico.
Consecuencias ambientales del glifosato
La aplicación del glifosato puede parecer conveniente para asegurar un gran monocultivo y así garantizar el suministro de algunos alimentos. Sin embargo, su uso tiene un alto costo para el ecosistema en el que se utiliza. Aquí te hablamos de los impactos negativos que tiene el glifosato en el ambiente.
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Varias especies de maleza han desarrollado resistencia al glifosato, lo que provoca que los agricultores empleen mayor cantidad y combinaciones más agresivas del químico, que resultan ser más tóxicas.
© Greenpeace / Hernan Perez Aguirre.
Por años, se defendió la idea de que el glifosato no generaba resistencia en ninguna hierba. No obstante, cada vez hay más estudios que comprueban que varias especies ya presentan resistencia a este elemento, lo que deriva en malezas “tolerantes”, puesto que el glifosato ya no actúa efectivamente en estas especies y su proliferación aumenta.
La abundancia de malezas resistentes tiene varios efectos negativos, tanto para los cultivos como para el ambiente:
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- Aumentan los costos de producción en el control de malezas al elevar la demanda de herbicidas y las prácticas de control.
- Mayor dependencia de agroquímicos.
- Daños a la vida silvestre.
La consecuencia inmediata de este fenómeno es que los agricultores deciden aumentar las dosis de glifosato para que se genere el efecto deseado; algo que las propias compañías productoras del herbicida han desaconsejado.
En Estados Unidos, se ha observado a los árboles que han estado en contacto con el glifosato, los cuales presentan una reducción de su rusticidad (o habilidad para sobrevivir en climas adversos) durante el invierno y una afectación en su resistencia ante enfermedades fúngicas.
Las altas concentraciones de glifosato exponen a la flora y fauna de los ecosistemas. Un ejemplo de ello es la destrucción de la flora silvestre, que sirve de refugio y alimento para muchas especies de insectos benéficos.
Con ello, se reduce su población y la capacidad para controlar naturalmente las plagas. También se termina por destruir a las plantas que nutren a las abejas, con lo que se afecta su ciclo de vida y, por lo tanto, el de los humanos.
Otro de los usos del glifosato ha sido la aspersión aérea del químico para combatir cultivos de coca, amapola y marihuana, sobre todo en países latinoamericanos como Colombia y Brasil, lo cual ha terminado por afectar la biodiversidad de áreas selváticas, al impactar más allá de las especies y los cultivos que son objetivo.
Además, se ha encontrado que este herbicida va de leve a moderadamente tóxico para aves silvestres (como codornices y patos), algunos anfibios, peces e invertebrados acuáticos.
En varios países, como Canadá, Australia y Suecia, se han encontrado rastros de glifosato en suelos y aguas, lo que facilita que se extienda la contaminación por este químico.
Además del impacto negativo en flora y fauna, el glifosato ha llegado hasta el agua que se utiliza para consumo humano, lo que ha llevado a introducir normativas y leyes que regulan o sancionan el uso del herbicida, por los probables efectos que ocasiona en la salud humana. Por ejemplo, en 2019, la provincia del Chubut, en Argentina, determinó prohibir el glifosato.
Con todo este panorama, ¿crees que vale la pena el precio que pagamos por el uso de este herbicida? Sé parte del llamado para disminuir y detener la aplicación de este químico nocivo.
El glifosato se usa ampliamente en cultivos, como en este campo de vid en Alemania, tratado con el herbicida. © Greenpeace.
El glifosato y sus daños a la salud humana
Una de las grandes victorias para la regulación y disminución del uso de glifosato sucedió en 2015, cuando el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que el glifosato es una sustancia probablemente cancerígena.
Esto, a pesar de que algunas agencias, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, han dicho que no implica un riesgo y otras han minimizado los peligros, siempre y cuando se use “apropiadamente”, como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Sin embargo, estudios científicos han demostrado que sí hay efectos sobre nuestra salud, muchos de ellos disponibles en la 5ª edición (2020) de la Antología toxicológica del glifosato, que incluye poco más de mil evidencias científicas.
Luis Ferreirim (Greenpeace España) ha encontrado que varias investigaciones, en donde se concluye que el glifosato no es dañino para la salud, se elaboran con base en estudios de Monsanto, por lo que hay un sesgo evidente.
Respecto a los efectos inmediatos, el uso de glifosato causa irritaciones dérmicas y oculares, además de mareos, náuseas, problemas respiratorios y aumento de la presión sanguínea.
En Reino Unido, desde la década de los 90, se han presentado múltiples demandas por intoxicación con glifosato. En varias regiones de Estados Unidos, también ha habido denuncias por irritaciones dermatológicas y daños en los ojos.
Sin embargo, a largo plazo, se ha sugerido que el glifosato sea una sustancia cancerígena. Ya en 1999, en un artículo publicado en la Journal of American Cancer Society, los autores Hardell y Eriksson relacionaron la exposición al herbicida con mayor riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin.
Las manifestaciones contra el glifosato se han llevado a cabo en diferentes partes del mundo, como en la ciudad de Roma. © Greenpeace / Massimo Guidi. © Massimo Guidi / Greenpeace
Un caso emblemático salió a la luz en 2014, cuando Dewayne Johnson, un jardinero, demandó a Monsanto por el diagnóstico avanzado de LNH. Johnson comprobó que durante 2012 y 2014 utilizó las marcas comerciales Roundup y Ranger Pro.
Con base en investigaciones científicas y reportes de distintas organizaciones, el jurado de California falló en favor de Johnson y el tribunal ordenó una compensación por 289 millones de dólares.
Sin embargo, las denuncias se han acumulado a través de los años y han superado las 100 mil tan solo en Estados Unidos.
En 2018, Bayer, la empresa global de origen alemán, adquirió Monsanto, por lo que ahora esta compañía químico-farmacéutica ha acordado un pago de 9 mil 600 millones de dólares para los demandantes de un caso colectivo, armado por el bufete jurídico Weitz & Luxenberg.
A pesar de que Bayer niega que el glifosato sea cancerígeno, ha reservado más de mil millones de dólares para cubrir futuras demandas, lo que significa que esperan más casos que relacionen al herbicida con el cáncer.
Este juicio por la demanda colectiva que se llevó a cabo en California, Estados Unidos puso al descubierto los “Monsanto Papers”, documentos de comunicación interna en el que se reveló la promoción de opiniones positivas, junto con el ocultamiento de información y bloqueo de investigaciones acerca del herbicida y sus efectos nocivos.
Por los crecientes estudios de los efectos perjudiciales del glifosato en la salud humana, el debate en legislaciones y normativas nacionales se ha intensificado. De ahí que en 2019, Austria haya aprobado una ley que prohíbe el glifosato, único país en el que la restricción del herbicida se planteó de manera total. Sin embargo, a la fecha la restricción sigue pospuesta por un tecnicismo.
En varias ciudades de Estados Unidos, Argentina, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda también se ha prohibido el uso de este herbicida.
Por su parte, en Malawi, Sri Lanka, Vietnam, Omán, Emiratos Árabes, Bahréin, Catar, Bermudas, Colombia, San Vicente y las Granadinas, Francia, Bélgica, Italia, República Checa, Dinamarca, Portugal y Países Bajos tienen restricciones parciales hacia el uso del glifosato.
América Latina es una de las regiones donde se ha utilizado el glifosato en grandes cantidades. En 2018, Argentina lideraba el ranking mundial de uso en el campo, según un estudio de la Universidad Nacional de La Plata.
Por supuesto, es natural que existan campañas activas que defienden el uso del glifosato, su supuesta cualidad no tóxica y el beneficio que aporta para los agricultores y el ciclo de los cultivos, ¡pues se trata del herbicida más vendido en el mundo, lo que lo hace un negocio totalmente lucrativo!
Acción colectiva de Greenpeace en 2017 en Viena, frente al Parlamento austriaco, para exigir la prohibición nacional del glifosato. © Greenpeace / Mitja Kobal.
No obstante, es importante que como productores y consumidores, tengamos la información necesaria y sepamos que el glifosato sí causa graves daños ambientales y a la salud humana.
En Greenpeace defendemos el acceso a esta información para ejercer un consumo responsable, más ético y comprometido con el cuidado integral de nuestro ambiente y nuestras sociedades. Consume menos, consume de manera responsable y ayuda al planeta.
El glifosato en México
En México se usa el glifosato de manera extendida desde 1981, año en que se dispararon los agronegocios en el país. La región donde se aplica más este herbicida es el sureste mexicano, por su clima tropical que favorece el crecimiento acelerado de varias especies.
Un aproximado del 35% de los campos en México utiliza glifosato, sobre todo en cultivos de cítricos, caña de azúcar y algodón.
En México, algunos de los nombres comerciales del glifosato son Cacique, Faena, Trinchera, Látigo, Herbifox, Mochilero, Secafín, Bombazo, Torbellín, Aquamáster y Potro.
En 2019, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) impidió la importación de mil toneladas del herbicida, considerando el “principio precautorio”, el cual contempla que una decisión política pueda tomarse debido a un posible impacto negativo en el ambiente, sin que haya evidencia absoluta.
Por su parte, la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (CIBIOGEM) tiene a disposición del público, con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, un repositorio con estudios científicos de los efectos del glifosato en el ambiente y la salud.
La Semarnat, entonces dirigida por Víctor Manuel Toledo Manzur, suspendió otras importaciones y planteó la eliminación total del glifosato para 2024. Sin embargo, en agosto de 2020, el entonces titular renunció a su cargo.
Tras la salida de Toledo, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que el gobierno no utilizará glifosato en ningún programa de gobierno, con el objetivo de reducir su utilización hasta eliminarlo por completo en 2024, para evitar una caída en la producción de alimentos.
En ese sentido, la restricción del uso del glifosato en el país representaría un triunfo para la salud pública y el cuidado del ambiente, y sería el primer paso para tener una agricultura ecológica libre de agroquímicos que respete los ciclos de la naturaleza y nos ayude a preservar la agrobiodiversidad de México.
En Greenpeace, ya hemos advertido la urgencia de publicar un decreto presidencial para reducir el efecto dañino de este tipo de químicos en nuestros alimentos. Para saber más, consulta: “Necesitamos un decreto presidencial que prohíba los transgénicos y el glifosato”.
Campeche y Jalisco: casos de glifosato en agua y orina humana
En México también se han llevado a cabo investigaciones sobre la presencia de glifosato en el agua de consumo humano y el organismo de las personas. Aquí te compartimos dos casos.
En 2017, se publicaron en la International Journal of Environmental Research and Public Health los resultados de una investigación sobre la presencia de glifosato en siete comunidades agrícolas del municipio de Hopelchén, Campeche.
Este municipio es el principal productor de soya del estado, cuya capital (Campeche) se utilizó como punto de comparación. El resultado: el 90% del grano de soya que se usa es GM, para resistir el glifosato.
Se encontró mayor concentración de glifosato en agua subterránea en la comunidad de Ich-Ek, con 1.4 microgramos por litro (mg/L), cifra por encima de los límites permitidos en Europa.
Asimismo, se encontró glifosato en el agua embotellada de tres comunidades e incluso en la comercializada en Mérida. Los niveles excedieron los máximos permitidos en Europa, sin embargo, en México ni siquiera hay una legislación clara al respecto.
En el caso de la orina humana, se tomaron muestras de campesinos en el estado de Campeche y se compararon con las de pescadores. Todos los testeos revelaron la presencia de glifosato, pero la concentración de orina en los campesinos (0.47 mg/L) fue más del doble de la de los pescadores (0.22 mg/L).
A pesar del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para suspender el uso del glifosato asociado al cultivo de soya GM, los pobladores de Campeche aseguran que el cultivo sigue realizándose de manera ilegal.
En 2019, investigadores de la Universidad de Guadalajara y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social analizaron la orina de niños de preescolar, primaria y secundaria en Autlán de Navarro, Jalisco, por solicitud de las propias madres.
Un total de 93 niños, entre 3 y 15 años, presentaron rastros de glifosato en su organismo, lo que alarmó a los padres.
Estos son tan solo dos ejemplos en México que, con evidencia científica, muestran el impacto del glifosato más allá del tema de control y “usos apropiados” en los campos de cultivo.
Sin embargo, casos similares se han presentado alrededor del mundo e incluso, el glifosato se ha sugerido como una causa vinculada con la intolerancia al gluten y al desarrollo de la enfermedad celíaca .
A veces no somos conscientes de todas las repercusiones que existen al alimentarnos, tanto en nuestra salud, como en el ambiente.
En Greenpeace, estamos convencidos de que se puede alcanzar una agricultura ecológica mediante alternativas para el control y manejo de arvenses, como la rotación de cultivos y el uso de abonos verdes; acciones que pueden mejorar la calidad del suelo, evitar la contaminación del agua y reducir el uso de agroquímicos peligrosos para todas y todos.