Fue un adalid de la lucha por los derechos humanos a favor de muchos desprotegidos en su país, la India, perteneciente a Inglaterra, y allí es considerado un héroe nacional y un símbolo de las revoluciones pacifistas en todo el mundo, que para defender sus ideales, utilizaba métodos no violentos como la huelga de hambre. Durante décadas ayudó a las clases más pobres de la India y defendió la paz mundial como vínculo de unión de todas las naciones.

Fue nominado cinco veces al Nobel de la Paz, aunque nunca se lo dieron, pero sí consiguió ser el artífice de la independencia de la India en 1947, y Mahatma Gandhi es evocado por ese logro.
Lo más inspirador de su figura fueron los treinta años de perseverancia de un activismo pacífico fundado en la no violencia y en la fuerza de las convicciones. Sus metas siempre fueron más amplias, y abarcaron la abolición de las castas, la justicia social, la transformación de las estructuras económicas y la concordia entre religiones, designios que convergían en el ideal de una profunda renovación ética y espiritual del ser humano.
Hombre de austeridad inflexible y absoluta modestia, que se quejaba del título de Mahatma, ‘Gran Alma’, que le había dado contra su voluntad el poeta Rabindranath Tagore, Gandhi se cuenta entre los grandes personajes que, con su pensamiento y su acción, cuestionaron y llegaron a alterar el establishment político e ideológico del mundo en el siglo XX y se levantaron en referente de movilizaciones contra la injusticia, siendo el modelo inspirador de líderes y activistas como Martin Luther King o Nelson Mandela.
En la India, un país corrupto, Gandhi introdujo la ética en la vida pública a través de la palabra y el ejemplo, viviendo en una pobreza extrema, sin conceder prebendas a sus familiares y rechazando siempre el poder político, antes y después de la liberación de la India. Por su idiosincrasia se convirtió en el apóstol de la no violencia en un caso único entre los revolucionarios de todos los tiempos, y en el más admirado, de los líderes espirituales modernos.
Gandhi nació en 1869 en la ciudad costera de Porbandar, situada en el noroeste de la India. Tal región era entonces un mosaico de minúsculos principados, cuyos gobernantes tenían un poder absoluto sobre la vida de sus súbditos. Su padre, era el primer ministro de Porbandar y pertenecía a una casta de mercaderes de proverbial astucia y habilidad en el comercio.
A los trece años, siguiendo la costumbre hindú, lo casaron con una niña de su edad, con quien estaba prometido desde los seis años sin saberlo. El joven esposo se enamoró apasionadamente de la muchacha, y por hacer el amor con ella abandonó el lecho de su padre moribundo la misma noche en que éste murió. El suceso dejó un sentimiento de culpa imborrable en Gandhi, que más tarde se declararía en contra del matrimonio entre niños y a favor de la continencia sexual.
En Londres vivió tres años, de 1888 a 1891, período en que se produjo uno de los hechos más determinantes de su vocación, que fue el descubrimiento de Oriente a través de Occidente. En efecto, en la capital inglesa comenzó a frecuentar a los teósofos, quienes lo iniciaron en la lectura del primer clásico indio, el Bhagavad Gita, al que llegaría a considerar «el libro por excelencia para el conocimiento de la verdad».
De esa época son sus intentos de sintetizar los preceptos del budismo, el cristianismo, el islam y su religión natal a través de lo que señaló como el principio unificador de todos ellos, “la idea de renunciación”. En estos años decisivos para su formación intelectual leyó a Tolstói, en quien encontraría el guía para el perfeccionamiento de la práctica y la teoría de la no violencia. Y cuando regresó a la India con el título de abogado, lo hizo con sus señas de identidad orientales, pues había ido en busca de la sabiduría occidental y retornaba con el secreto que había hecho sabios a los hindúes.
Al volver a Porbandar encontró a su familia desintegrada pues su madre había muerto poco antes y los Gandhi habían perdido toda influencia en la corte principesca. Como abogado no halló muchas perspectivas, ya que su primera actuación profesional terminó en un humillante fracaso, pues enmudeció al dirigirse al tribunal y no pudo continuar.
Fue entonces cuando una factoría comercial musulmana le ofreció un contrato para atender un caso de la empresa en la ciudad sudafricana de Durban, y Gandhi no dejó pasar la oportunidad, y en 1893 embarcó. Allí se dio cuenta de que la población blanca y la población de color, entre la que había africanos e indios, no tenían los mismos derechos.

Allí vivía en una colonia hindú formada en su mayoría por trabajadores, a quienes los ingleses llamaban despectivamente sami. Carecían de derechos y se les despreciaba y discriminaba racialmente. Pero la situación era más grave aún de lo que parecía. Terminado su trabajo, Gandhi estaba a punto de regresar a la India cuando se enteró de la existencia de un proyecto de ley para retirar el derecho de sufragio a los hindúes. Decidió entonces aplazar la partida un mes para organizar la resistencia de sus compatriotas, y el mes se convirtió en veintidós años.
Gandhi se quedó en Sudáfrica 21 años luchando por los derechos del pueblo hindú. Desarrolló un método de acción social directa basado en los principios del coraje, la no violencia y la verdad. Promovía la no violencia y la desobediencia civil como los métodos más apropiados para alcanzar objetivos políticos y sociales.
Vivió más de 20 años en ese país y la experiencia fue el detonante para dedicar su vida a combatir las injusticias, siendo arrestado muchas veces por los británicos debido a sus actividades en Sudáfrica y la India. Creía que era honorable ir a la cárcel por una causa justa. En conjunto pasó siete años en prisión debido a sus actividades políticas. Más de una vez, Gandhi recurrió al ayuno para impresionar a la gente sobre la necesidad de ser no-violento. India alcanzó la independencia en 1947.
Durante esa larga etapa de su vida, su mayor preocupación fue la liberación de la comunidad india, y en ella fue dando forma a las armas de lucha que más tarde utilizaría en su país. En los primeros años, convencido de las buenas intenciones del colonialismo británico, abrió un bufete para defender a sus compatriotas ante los tribunales en Johannesburgo y se propuso articular un movimiento dedicado a la agitación por medios legales. Fundó el periódico «The Indian Opinion» para aglutinar a la comunidad india y, como instrumento de agitación legal, creó el Congreso Indio de Natal. Sus simpatías anglófilas le llevaron durante la guerra contra los bóers a organizar el Cuerpo Indio de Ambulancias, acción que mereció duras críticas por parte de los nacionalistas indios.
Al volver a la India en 1915, empezó a viajar por todo el país para conocer la situación de la población india. El gobierno británico beneficiaba a los ciudadanos y negocios ingleses. Como protesta, Gandhi promovió diferentes acciones no violentas, como la Marcha de la Sal de 1930, que trataba de producir sal, un producto de primera necesidad con el que solo podían comerciar empresas británicas.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial y el hecho de que la India participara de forma indirecta como colonia del Imperio Británico, provocó que el movimiento independentista indio tomara más fuerza. Las autoridades británicas detuvieron a miles de personas y Gandhi, ya septuagenario, pasó dos años en la cárcel.
La presión popular y el final de la guerra hicieron que los británicos accedieran a las demandas de independencia. De la partición de la India de 1947 surgieron dos países hoy enemistados que son la India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana.
A partir de 1904, la actividad de Gandhi sufrió un cambio notable pues después de leer la crítica del capitalismo contenida en Unto This Last, modificó su estilo de vida y pasó a llevar una sencilla existencia comunitaria en las afueras de Johannesburgo, donde fundó una comuna llamada Tolstói.
En esa época ideó la teoría del activismo no violento, que puso en marcha por primera vez para oponerse a la ley de registro que obligaba a todos los indios a inscribirse en un registro especial con sus huellas dactilares. Gandhi ordenó a sus compatriotas que no se inscribieran, que comerciaran en las calles sin licencia y, más tarde, que quemaran sus tarjetas de registro frente a la mezquita de Johannesburgo. Como muchos de sus seguidores, fue a parar a la cárcel varias veces, pero el movimiento de resistencia civil obtuvo varios éxitos parciales.

“No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. Con esta frase histórica, Mahatma Gandhi sentenciaba uno de sus máximos valores y por lo que aún hoy es recordado. Se puede luchar por ideales sin recurrir jamás a la violencia, bajo ningún motivo y desde ningún aspecto. Porque, como también decía este legendario líder indio, “ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”, algo que resultó fundamental en la India de los años 50, contaminada por una escalada ininterrumpida de violencia entre diferentes etnias.
A medida que pasaban los años y al ver que no se conseguían los resultados esperados con algunas medidas puntuales, las protestas se fueron articulando en torno a un creciente movimiento independentista indio, del cual Gandhi fue uno de los referentes principales. Por ese motivo fue detenido cuando tenía 70 años y permaneció dos años en la cárcel.
Su muerte llegó de manera trágica y un año después de que India consiguiera independizarse del Imperio Británico. Un grupo de radicales indios que no estaba de acuerdo con sus ideas lo asesinó en enero de 1948. Naciones Unidas decidió declarar el día de la muerte de Gandhi como el Día internacional de la Paz. Paradójicamente y tras cinco nominaciones, nunca le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz.
Ángel Villazón Trabanco es ingeniero, escritor y periodista cultural y te brinda la posibilidad de leer algunos de sus libros:
- Goces y sufrimientos en medievo
- Los tacos de huitlacoche
- Los enanos
- El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí
- Senderos de Libertad
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Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas
