La sede actual del Museo Nacional de Antropología fue inaugurada en septiembre de 1964 y ha cumplido la misión de investigar, conservar, exhibir y difundir las colecciones arqueológicas y etnográficas más importantes del país.
Sus 22 salas y más de 45 mil metros cuadrados lo convierten en el museo más grande de México y en uno de los más destacados del mundo.
Patio del museo, inspirado en el Cuadrángulo de las Monjas de Uxmal.
Desde su concepción, este ícono de la arquitectura urbana del siglo XX, fue ideado para ser un espacio de reflexión sobre la herencia indígena multicultural. El edificio actual fue construido en el Bosque de Chapultepec.
Se albergan los testimonios arqueológicos y antropológicos forjados por múltiples grupos culturales durante cientos de años de historia, y a su vez, rinde homenaje a los pueblos indígenas de México a través de los usos, conocimientos y tradiciones, patrimonio intangible de la nación y legado que pertenece a toda la humanidad.
El Museo fue concebido para albergar y exhibir el legado arqueológico de los pueblos de Mesoamérica, así como para dar cuenta de la diversidad étnica actual del país.
Además de sus salas de exposición permanente, alberga dos salas de exposiciones temporales y tres auditorios, y en su interior se encuentra la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
La colección está formada por numerosas piezas arqueológicas y etnográficas provenientes de todo México. Algunas de las piezas más emblemáticas de la colección son la Piedra del Sol, corazón del museo, las cabezas colosales de la cultura olmeca, las monumentales esculturas teotihuacanas dedicadas a los dioses del agua, la tumba de Pakal, las ofrendas funerarias de Monte Albán, las estelas de Xochicalco, así como un atlante tolteca traído desde Tollan-Xicocotitlan y el Monolito de Tláloc que custodia la entrada al museo.
Desde la época prehispánica, los nahuas se interesaron por las civilizaciones que les precedieron. Por ello, se acercaban a sitios arqueológicos y pirámides, realizaban excavaciones y recuperaban objetos, estatuillas o máscaras. Además, las transformaban y reutilizaban, puliéndolas, pintándolas o añadiéndoles otros elementos característicos de su propia cultura u religión.
A finales del siglo XVIII los documentos que formaban parte de la colección de Lorenzo Boturini fueron depositados, por orden del virrey de Bucareli, en la Real y Pontificia Universidad de México. Allí se albergaron también las esculturas de la Coatlicue y la Piedra del Sol, lo que inició la tradición museográfica en México.
En 1790 fue inaugurado el primer Gabinete de Historia Natural de México, y fue en medio de este ambiente que surgió la idea que constituir una junta de antigüedades con la finalidad de proteger monumentos históricos.
Estructura del paraguas.
El antecedente de preservar el patrimonio cultural nacional se dio tras la Independencia, cuando México fue visitado por hombres ilustres de ciencia como fue el caso del barón Alejandro de Humboldt, quienes difundieron el valor artístico e histórico de los monumentos prehispánicos.
En 1825 nació el Museo Nacional Mexicano como institución autónoma. Su importancia consistió en la colección de piezas representativas mexicanas, para lo que se reunieron “testimonios históricos, antropológicos, arqueológicos y etnográficos, en su condición de patrimonio nacional”.
Para reunir la colección de historia natural se reunieron donaciones de particulares, mientras que para la colección de historia se otorgaron piezas arqueológicas halladas en la Plaza Mayor de la Ciudad de México.
La colección del Museo Nacional se formó por medio de adquisiciones y donaciones, como los códices y documentos de Lorenzo Boturini, dibujos, manuscritos y antigüedades del Seminario de Minería, de las colecciones de Guillermo Dupaix y el dibujante José Luciano Castañeda, antigüedades mexicanas y diversos objetos propios de la nación.
Seis años después, el museo se dividió oficialmente en tres ramas: antigüedades, historia natural, jardín botánico, y productos de la industria. Con base en la inestabilidad política de mediados del siglo XIX, y la lucha entre el bando de liberales y conservadores, el museo sufrió varios cambios y entre ellos su nombre a Museo Nacional, el aumento de sus colecciones y el cambio de clasificación y catalogación.
Monolito de Tláloc en el Paseo de la Reforma
En el año 1865, el emperador Maximiliano de Habsburgo ordenó el traslado del Museo al edificio ubicado en la Casa de Moneda en el centro de la ciudad. A partir de 1906 el crecimiento de las colecciones alentó para dividir el acervo del Museo Nacional, fue así como las colecciones de historia natural pasaron al edificio del Chopo, construido especialmente para albergar exposiciones permanentes. Esto sería el origen del Museo de Historia Natural.
El Museo recibió entonces el nombre de Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía y fue reabierto el 9 de septiembre de 1910, en presencia del presidente Porfirio Díaz. En el año de 1924 el acervo del Museo se había incrementado hasta 52 mil objetos y se había recibido a más de 250 mil visitantes, por lo que se le consideró uno de los museos más interesantes y de mayor prestigio del mundo.
En 1940 se trasladaron las colecciones de historia al Castillo de Chapultepec, lo que actualmente es el Museo Nacional de Historia. Las piezas arqueológicas permanecieron en la Casa de Moneda, y el Museo cambió su nombre por el actual, Museo Nacional de Antropología.
La construcción del actual Museo se inició en febrero de 1963, en el Bosque de Chapultepec. Con motivo de la inauguración del Museo Nacional de Antropología, se encargó al compositor Carlos Chávez la creación de una pieza musical que se tituló «Resonancias» y fue estrenada el mismo día de la inauguración del Museo Nacional de Antropología.
La construcción del proyecto duró 19 meses y el 17 de septiembre de 1964 fue inaugurado por el presidente Adolfo López Mateos.
Los objetivos del museo son:
- La difusión de la cultura prehispánica y la de los pueblos originariosactuales entre la población nacional e internacional, por medio de la exposición de las piezas de los acervos arqueológicos y etnográficos.
- La difusión, de lo relativo a la antropología en México mediante exhibiciones, conferencias, así como por las visitas guiadas.
- La conservación, registro y restauración de las colecciones arqueológicas y etnográficas, que se encuentran entre las más valiosas de México y el mundo.
- El enriquecimiento del acervo cultural mexicano por medio de la investigación, publicación y difusión de los diferentes estudios que llevan a cabo dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
En la museografía se contemplaron la organización sociopolítica, arte, magia, religión, matemáticas, astronomía, medicina, escritura, urbanismo e ingeniería de las diferentes culturas.