La esclavitud implica el privar de libertad a otra persona, un derecho humano básico que toda sociedad moderna reconoce como irrenunciable.
Pero en la Europa clásica, en tiempos de Grecia y Roma, la esclavitud era el principal modo de producción, y mediante el sometimiento de otras personas funcionaba la economía y el sistema social, dado que ambas culturas estaban asentadas en la práctica de la esclavitud.
El esclavo grecorromano era una propiedad de su amo como las cabras o las vacas y lo son del granjero. No tenía ningún derecho, ni siquiera el de la vida. Si su propietario así lo decidía, podían matarlo sin consecuencias ni remordimientos. No tenía derecho a formar una familia o a casarse y, en caso de que una esclava se hubiera quedado embarazada, el amo podía vender al bebé en el mercado como quien vende un pollo. Los esclavos no eran más que objetos infrahumanos a ojos de los romanos
La existencia de la esclavitud se asumió siempre como algo natural y constituyó la base de la economía en la Antigüedad. Ha acompañado al hombre por lo provechoso que podía ser el empleo de los prisioneros de guerra como mano de obra, su existencia
La crisis que sufrió el Imperio Romano en el siglo III, influyó en los campos político, social y económico, donde las dificultades para recaudar impuestos llevaron a los emperadores a cobrar a menudo en especie y a devaluar la moneda, lo que supuso una creciente inflación de los precios.
El comercio y la industria decayeron y la recesión que tuvo lugar, sin unas provincias exteriores, por la presión de los pueblos bárbaros que supuso una reducción de fronteras y la capacidad de actuar fuera.
Las grandes haciendas se dedicaron a una producción con intercambios comerciales meramente locales. Muchos ciudadanos plebeyos se empobrecieron y tuvieron que emigrar al campo donde, al carecer de tierras propias, debieron entrar al servicio de terratenientes.
Las invasiones y las guerras eran numerosas y las fronteras de los reinos se modificaban continuamente. La población buscó refugio en el campo, y abandonó las ciudades. El grupo social dominante era la nobleza, señores de la guerra propietarios de grandes extensiones de cultivos, llamados latifundios y la economía era basada en la agricultura y la ganadería eran orientadas al autoconsumo, y el comercio era escaso.
Los nobles contaban con su propio ejército de hombres armados llamado mesnada. El ejército del rey se llama hueste y era el conjunto de mesnadas de sus nobles. Por eso los monarcas dependían de la lealtad de sus nobles y si estos conspiraban contra podían derrotarlos.
Trabajando parcelas en régimen de alquiler y vinculados a ella hereditariamente y sin derecho a abandonarla, constituyeron el colonato, una situación intermedia entre el esclavismo y el feudalismo. Los esclavos quedaron circunscritos principalmente a la minería, y el sistema feudal caracterizó el Medievo siendo su base social una nueva clase, la de los siervos, que estaban un paso más allá de los colonos.
Los siervos derivaban de los colonos por un edicto de Constantino del año 322 que regulaba su figura, estableciendo una serie de deberes como el sometimiento casi total a la autoridad señorial, pero también derechos, como no poder ser desahuciados ni ver incrementadas las condiciones de relación con sus señores. Así pues, los siervos se diferenciaban de los colonos en tener el estatus jurídico de hombres libres, aunque esa libertad resultaba bastante limitada y sometida a quien servían, ya fuera civil, un señor de la nobleza o religioso.
A medio camino entre los esclavos y los hombres libres los siervos de la gleba, tierra de cultivo, estamento social relacionado con el feudalismo, fue el fundamento de la economía medieval. Estaban sometidos a los designios de un señor, disfrutaban de algunos derechos que les permitía decir, aunque de forma muy limitada, que eran seres humanos como cualquier otro
Estos campesinos pasaban a estar adscritos a las propiedades del señor, un noble o un miembro de alto rango del clero, ofreciendo sus servicios y pagando tributos al mismo en forma de cosecha o de otros productos. Se encontraban en unas condiciones cercanas a la esclavitud, aunque su señor feudal estaba obligado a respetarles algunos derechos
El feudo era un señorío, es decir, un territorio propiedad de un señor de la nobleza, que un soberano le había entregado por ser su vasallo, es decir, por servirle militarmente. El feudo tiene varias partes:
Los siervos y los campesinos libres vivían en la aldea o villa donde vivían todos juntos con los animales. No había camas, dormían en el suelo sobre un poco de paja y los únicos muebles eran una mesa, banquetas y un arca de madera.
Además de feudos existían los alodios que eran las pequeñas propiedades de campesinos libres que no estaban integradas en ningún feudo.
A diferencia de los esclavos grecorromanos, los siervos de la gleba tenían derecho al matrimonio. Esto les daba el derecho a contraer nupcias con quienes quisieran y formar una familia. Sin embargo, sólo podían casarse con sus iguales sin esperar consecuencias. Un noble y un siervo podían casarse, pero el noble perdería su condición y pasaría a ser en un siervo de la gleba.
Tenían ciertos derechos a tomar parte de la cosecha, incluso a veces labraban por su cuenta, aunque debían entregarle parte de lo cultivado al señor o pagarles tributos y ofrecerle servicios. Algo así como una especie de alquiler. El señor, por su parte, les protegía, aunque a su vez los siervos de la gleba estaban obligados a acudir a filas en caso de que el señor estuviera inmerso en un conflicto militar y necesitara soldados.
Ser siervo de la gleba era algo que se podía adquirir, pero no se podía rechazar. En una época convulsa como lo era la Edad Media, en donde las guerras, las epidemias y hambrunas eran el pan nuestro de cada día, no era extraño encontrar a personas de toda clase y condición tener que ir a un señor feudal y pedirle permiso para vivir ahí. El nuevo siervo, sus hijos y los hijos de sus hijos serían siervos de la gleba para siempre.
los siervos de la gleba continuarían existiendo hasta poco antes de la Revolución Francesa. En esos tiempos todavía seguía existiendo la servidumbre territorial y no fue hasta la aparición del pensamiento ilustrado, las revoluciones burguesas y la defensa de los derechos del hombre cuando la figura del siervo se transformaría en parte del pasado
Los nuevos ricos de las burguesías triunfantes fueron acabando con los siervos de la tierra, comprándola y expulsándolos. Crearon la leyenda del mísero esclavo humillado y maltratado por el señor, cuando ya los colonos sin tierras habían emigrado a las ciudades en busca de trabajo, dando nacimiento al proletariado urbano, defensores de los mitos del esclavo de la gleba, del derecho de pernada y de otros excesos por el estilo.