A lo largo de la historia de la humanidad han existido cientos o miles de civilizaciones de gran importancia de las cuales en la actualidad solo conocemos algunas. La cultura celta, por ejemplo, está muy relacionada con la cultura latina, pero no tenemos más que una vaga idea sobre quiénes eran los celtas realmente.
Los celtas constituyen el conjunto de pueblos que vivieron en la Edad de Hierro, en diferentes partes de Europa, sin formar un imperio o una comunidad política definida, sino de un conjunto de pueblos autónomos con algunas características culturales en común. Vivían en aldeas amuralladas, y construían unas casas circulares de piedra con techo cónico de paja, desde donde comerciaban con las poblaciones vecinas.
Se extendieron por casi toda Europa hasta que fueron sometidos primero por los romanos y luego por los pueblos germánicos (visigodos, francos, burgundios, vándalos, etc.) hasta que prácticamente desaparecieron como comunidades. Sin embargo, tanto su lengua como muchos de sus rasgos culturales han perdurado hasta la actualidad, aunque nunca formaron una confederación o un estado, sino que solo tenían su lengua en común y ciertas costumbres y tradiciones.
El nombre «celta» proviene de la denominación que le dieron los griegos, en cambio los romanos los llamaron «galos».
En su historia, se pueden distinguir dos grandes periodos. El primero es el de Hallstatt, que se extendió desde el 1200 antes de a.C. al 500 a.C., y el segundo es el de La Tène, que duró hasta el año 50 d.C.
En el primer período, que recibe el nombre del cementerio de Hallstatt en Austria, eran gente que trabajaba el hierro, establecieron explotaciones de sal y eran muy hábiles en el campo comercial. Una rica élite vivía en asentamientos fortificados en la cima de colinas y era enterrada con muchas de sus posesiones, como armas, joyas, carros y otros bienes que eran consideradas de lujo. Con posterioridad al siglo V a.C. cesaron los ricos enterramientos y su cultura declinó con rapidez.
El segundo, la cultura de la Tène, que tenía el nombre de un poblado junto a un lago en Suiza, fue donde se originó el estilo conocido de arte celta.
El denominador común de los pueblos celtas es el lenguaje. Las llamadas lenguas celtas, fueron el primero de los idiomas indoeuropeos en expandirse territorialmente.
Las seis principales lenguas celtas de las que quedan influencias lingüísticas en la actualidad son: el bretón, el córnico, el gaélico escocés, el galés, el irlandés y el manés. De igual modo, se estima que pueden haber existido muchas otras lenguas que ahora se encuentran completamente extinguidas.
Otra característica que compartían los diferentes pueblos, es que todos eran guerreros y a pesar de compartir rasgos culturales, muchas veces los pueblos celtas se enfrentaban entre sí. La civilización celta, de hecho, nunca se formó como una unidad política centralizada. Por el contrario, cada pueblo celta tenía su líder y su forma de organización interna.
Los principales pueblos celtas fueron los Celtíberos, los Galos, los Helvecios y los Britanos, posteriormente llamados Bretones y las lenguas se diseminaron por toda Europa durante varios siglos, alcanzado la mayor expansión en el siglo III a.C. Sin embargo es posible identificar algunas zonas de Europa, los territorios más estables de los pueblos celtas, como los actuales territorios de Irlanda, Gales, Escocia y gran parte de Inglaterra, donde se asentaron los Britanos. Además de Francia, Bélgica, Holanda, parte de Alemania, Suiza y el norte de Italia, donde se encontraba el gran asentamiento de los pueblos galos.
Eran reconocidos guerreros y hábiles jinetes. Usaban pantalones, joyas y una larga capa y casco, pero solían ir a la batalla desnudos. Sus armas eran la espada de hierro, la lanza y un escudo de cuero. Si bien eran guerreros valientes y arriesgados, no tenían estrategias claras y eran bastante indisciplinados. Como consecuencia, no pudieron resistir el avance del organizado ejército romano.
Hacia el siglo VI o V a.C., distintas tribus celtas instaladas en el centro de Europa comenzaron a dispersarse hacia el este llegando a la meseta de Anatolia, hacia el oeste hasta las islas británicas, y hacia el sur donde ocuparon el norte e Italia y atacaron la ciudad de Roma en el 387 a. C.
Alrededor del siglo V a. C. se instalaron en las islas británicas, la Bretaña francesa y en algunas regiones de la península ibérica. Estos grupos resistieron la conquista romana hasta que fueron sometidos completamente en el 43 d.C. Algunas tribus permanecieron en las islas británicas y más adelante retornaron al continente, donde se ubicaron en la región de la Bretaña francesa.
Cada tribu celta tenía un jefe, en general guerrero, que podía ser hombre o mujer. Este recibía consejos de los druidas, quienes podían ejercer la justicia, y cada tribu vivía en una aldea. La sociedad celta se dividía de acuerdo con las actividades que realizaba. Existía una jerarquía superior integrada por los jefes políticos y los guerreros, y también por el grupo que era depositario de los saberes astronómicos, religiosos, mitológicos, literarios, etc. Estos eran los druidas, los vates y bardos.
Las mujeres celtas ocupaban una posición muy igualitaria en la sociedad. Su habilidad como luchadoras era muy importante y tenían derecho legal a la propiedad tras el matrimonio.
Los druidas, hombres o mujeres, cumplían funciones relacionadas con la religión, la medicina, la educación y la justicia. Eran considerados sabios por los miembros del grupo.
En un nivel inferior se encontraba el resto de los habitantes de las aldeas, que eran campesinos y artesanos.
En cuanto a la religión, los primeros celtas eran politeístas y rendían culto a algunos elementos de la naturaleza, dándole gran importancia a los bosques, y en especial consideraban sagrados a algunos árboles, como el roble. Tenían culto a distintas divinidades, aunque compartieron algunas y siendo sus dioses diferentes según las regiones donde eran venerados. Algunos, era Belenus, dios del sol, de la luz y del fuego, y Lugus, por encima de todos los dioses, relacionado con las habilidades y actividades.
Utilizaban un calendario muy parecido al actual y sus fiestas caían en momentos significativos del año agrícola. La principal de ellas era el 1 de noviembre y marcaba el fin de año en curso y el comienzo del año nuevo.
Un poblado típico celta albergaba a unas cien personas y estaba situado cerca de un arroyo de agua potable. El poblado estaba rodeado por una empalizada de estacas de madera y un foso. Dentro del poblado había varios tipos de casas todas construidas con madera y techumbre de paja. Es posible que durante el invierno el ganado también fuera introducido en las chozas. Otros edificios incluían un una casa para los carros, silo y un ahumadero donde los habitantes secaban y ahumaban carne y pescado para conservarlos hasta el invierno.
Fueron excelentes orfebres. Se destacaron en la fabricación de elementos de bronce y sus actividades económicas más importantes eran la agricultura y la ganadería. Sin embargo, a medida que tomaron contacto con otros pueblos, especialmente durante la expansión romana, se fue haciendo más importante la actividad comercial.
A partir de la conquista romana, los celtas fueron cristianizados y muchos dioses se asimilaron a los santos cristianos.
En arte, los motivos de lazos, espirales y figuras animales y vegetales eran características celtas. En un principio se utilizaban para decorar las piezas de bronce o piedra. La civilización de La Tène del siglo V antes de Cristo, tiene fama por el estilo de sus artes decorativas. Sus artesanos, muy hábiles, fabricaban espejos, escudos y mangos de espada en oro y bronce. Influidos por el arte mediterráneo y por el arte del este de Europa, desarrollaron un estilo original por sus volutas y dibujos irregulares. Algunos animales y motivos utilizados, poseían significado religioso, como los berracos y cuervos, visibles a menudo en armas y en armaduras, que representaban a dioses de la guerra en forma animal, pero el significado oculto de este arte se ha perdido.
Posteriormente cuando se cristianizaron, se emplearon en la iluminación de libros y en la ornamentación de objetos sagrados.
Aunque eran analfabetos y no dejaron documentos escritos, gran parte de su historia pudo ser reconstruida a partir de los escritores romanos. Gracias a estos textos sabemos que en el siglo IV a.C. atacaron Italia y los Balcanes y saquearon Roma en el año 390 a.C., y Delfos en Grecia en el 279.
El ejercito romano luchó contra los invasores bárbaros y los derrotó en la batalla de Telemon en el norte de Italia en el 225 a.C. Posteriormente los romanos se apoderaron de las tierras celtas de Italia, Hispania y Anatolia. Según los romanos iban penetrando en las regiones celtas, mataban o tomaban prisioneros en masa. En una población de seis millones de celtas, un millón fueron asesinados y otro millón vendidos como esclavos.
En el siglo V d.C., todos los restos de los celtas habían desaparecido de Gran Bretaña y de la Galia. En la actualidad las lenguas celtas sobreviven en Escocia, Irlanda, Bretaña y Galicia.
Los griegos y los romanos consideraban a los celtas como enemigos poderos y peligrosos, pero vulnerables. La furia de los celtas en la guerra era legendaria y su valentía y dominio de los caballos era conocido, pero no tenían disciplina. Los celtas eran diferentes de los legionarios romanos.
Al mismo tiempo que conquistaban sus tierras en Italia, Iberia y Anatolia, los romanos iban creando lazos comerciales con los pueblos celtas sin conquistar del centro de Europa y de la Galia. Los jefes celtas locales necesitaban bienes de lujo para entregar a sus seguidores y las oportunidades de conseguirlos mediante el saqueo habían desaparecido, de modo que se creó un floreciente comercio y según fue aumentando el volumen del mismo la moneda se fue difundiendo cada vez más.
En el siglo VIII a.C. el hierro se trabajaba ampliamente en la región de Halstatt y a pesar de que su trabajo era más laborioso que el del bronce, aparecía de forma natural en grandes vetas y en zonas más amplias que el estaño y el cobre, por lo que era más barato. Era un metal más fuerte que el bronce y podía ser afilado mucho mejor, lo que daba a los guerreros celtas una ventaja en la batalla y también les permitió talar árboles y arar tierras de una forma más eficaz.