La sal, motor del Báltico en el medievo

Uno de los documentos más antiguos que confirma Lüneburg en el transporte de sal data del 956 dC. De acuerdo con ese documento, el rey Otto I el Grande otorgó al monasterio de San Miguel en Lüneburg los ingresos aduaneros de las salinas. Incluso en aquellos primeros tiempos, la riqueza de la ciudad se basaba en gran parte en la sal que se encuentra en la zona. 

Sin embargo, la antigua ruta de la sal alcanzó su pico de éxito entre el siglo XII y el siglo XVI.

La ruta hasta el mar Baltico, donde estaban las factorías de las salazones era peligrosa, ya que el cargamento atraía a ladrones, bandidos y merodeadores. Los peligros a los que se enfrentaban quienes hacen la larga caminata y el hecho de que solo cantidades relativamente pequeñas de la preciosa sustancia cristalina podrían llevarse en un solo viaje, hicieron que la sal en movimiento a través de rutas terrestres fuera muy costosa.

 Las salinas medievales dependían de la madera como combustible utilizado para hervir y purificar el agua salina de la cual se obtenía la sal, gran parte del bosque fue talado. Se cubrió el área, ayudándola a convertirse en el hermoso paisaje que ahora atrae a miles de visitantes cuando ese follaje está en plena floración.

De los productos importados y exportados durante la Edad Media, la sal era el producto más importado, después del oro de Estiria, las telas, la seda, el vino, el pescado de mar, las frutas tropicales, las especias y las armas extranjeras. Se exportaban diferentes tipos de trigo, malta, lúpulo, cerveza, pescado de agua dulce, mantequilla, cera, miel y otros productos agrícolas y también productos hechos a mano.

Se necesitaban unos veinte días para recorrer el itinerario medieval que conducía desde esta ciudad hasta Laüenburg y después al puerto más importante, Lübeck, qué tenía acceso a los caladeros del Mar Báltico.

La ciudad de la sal se creó como un burgo que creció alrededor de un castillo situado en una pequeña colina conocida como Kalberg. Está a unas ocho leguas del rio Elba y en sus alrededores existen muchas fábricas de sal que la transportaban a ciudades circundantes, y entre ellas a Lübeck. Era un símbolo de gran riqueza y de poder y la ciudad creó alianzas con otras ciudades que controlaban el acceso a las rutas de distribución.

Los pescadores de arenques la utilizaban para su conservación. También era embarcada y suministrada a toda la costa del Báltico y Escandinavia, donde existían numerosas instalaciones para la salazón del pescado procedentes de los caladeros de arenques.

Su comercialización y las vías de su transporte eran arterias vitales de la economía. Había gente que empezaba transportando la sal en carretas desde Lüneburg, se ocupaba del transporte de las carretas de forma personal y después poco a poco, se dedicaba a organizar el transporte de la sal por mar, y a realizar las ventas a las factorías de arenques, de bacalao, y otros pescados, en otras regiones. Otros se dedicaron a la construcción de barcos para su transporte.

Numerosas carretas tiradas por caballos transportaban todo tipo de mercaderías, cargas de sal destinada a los caladeros próximos a pesquerías cercanas a Hamburgo y otras ciudades costeras, establos donde se ofrecían forrajes para los caballos, cambios de monturas, tabernas, fondas y casas de comidas que permitían el descanso y el alimento para seguir viaje.

En Bergüen, Noruega, se establecieron muchos germanos y disfrutaban de derechos de comercio exclusivos con los pescadores norteños que cada verano navegaban con dirección a esta ciudad que crecía mucho, al igual que otras ciudades del Báltico, que posteriormente formarían parte de la Liga Hanseatica.

Muchos mercaderes viajaban por el norte de Europa para conocer rutas comerciales, los tipos de mercaderías que se transportaban, visitar ciudades y personas y adquirir conocimientos y contactos para aprovechar los viajes que hacían.

Hubo gente procedente de España que acudió a Flandes como los pastores de Extremadura que llegaban a Bilbao donde había barcos que los conducían hasta Flandes, aprendían la transformación de la lana y se iniciaban en su comercio. Otros se iban a la ruta de la sal donde también podían progresar. Dependían de ellos mismos. En Extremadura siempre serían pastores, siervos, mientras que allí eran parte de la burguesía y tenían derechos, y unos dineros que reinvertían para conseguir más.

Todos los habitantes del Mar Báltico y Flandes podían mejorar. En sus ciudades y en sus burgos, se podía avanzar económicamente dedicándose a la artesanía o al mercadeo. Había personas que después de dedicarse algunos años a la lana en Flandes, decidían apartarse del mundo de los telares, e iniciarse en el negocio de la sal, pues era una de las principales fuentes de poder y riqueza que se estaban creando en torno al Báltico y brindaba más posibilidades.

Como consecuencia del aumento del tráfico marino, se buscaba un dispositivo que permitiera conocer la latitud de los barcos para mejorar la posición en el mar y emplear menos tiempo en la navegación, al mismo tiempo que mejorar la seguridad de la navegación. Este dispositivo permitiría ahorrar muchos días y hacer más rentables y más seguras las rutas comerciales marítimas. Este dispositivo estaba en Toledo. Lo había diseñado el andalusí Azarquiel, se llamaba Azafea, y era una forma de proyectar las estrellas diferente, sobre planos perpendiculares al plano horizontal de la bóveda celeste y de los planetas, en el año 1060 en Toledo.

Para situar en un contexto social y económico a la ruta de la sal y al comercio al que dio origen, hay que analizar muchos aspectos, como el nacimiento de los burgos, el crecimiento de las ciudades, el incremento del tráfico marítimo y fluvial, aspectos monetarios etc.,

En los burgos surgían actividades distintas a las agrícolas, floreciendo una economía monetaria y la especialización de los trabajos en gremios. La ciudad era un marco heterogéneo donde el hombre rural se liberaba de su servidumbre feudal, gracias al anonimato, y a las posibilidades que ofrecía la ciudad como centro de producción de los distintos saberes de la época. Las universidades jugaron a partir de los siglos xii y xiii un papel destacado en el desarrollo de la cultura en las ciudades, lo que se refleja en los conjuntos urbanos que aparecen junto a ellas.

En el norte de Europa se desarrollaron las ciudades hanseáticas del Báltico y el Mar del Norte, HamburgoLübeck, que llegaban en su influencia hasta el sur de Inglaterra Londres y las ricas ciudades de Flandes, Brujas y Amberes,  que a su vez se conectaban por el Rin con Colonia y Basilea y las ferias de Champaña con Milán y el resto de las ciudades italianas

La agricultura generó excedentes para vender en los mercados y los intercambios comerciales estimularon el crecimiento de la vida urbana. El renacer de las ciudades fue consecuencia de la recuperación del comercio, interior e internacional.

Las rutas comerciales medievales en el mar Báltico.

Había muchas rutas fluviales en la zona de Rusia, que conectaban el mar Báltico con el mar Negro que fueron exploradas tiempo atrás por los vikingos. A través de estas consiguieron convertirse en la clase dominante de la zona y fundar Kiev. Aunque el comercio báltico era intenso, todavía no existía la Liga Hanseática, fundada en 1358, dos siglos más tarde, siendo este lo que hizo que surgiera la federación.

Compuesta por los pequeños de la costa norte de Europa, la Liga Hanseática controlaba el mar y el dinero que se movía por él. La primera liga fue una alianza comercial y defensiva de ciudades comerciales y gremios de las principales ciudades marítimas del Báltico y del Atlántico Norte. Fundada en Lübeck en 1158, la primera alianza estaba formada por las ciudades marítimas libres alemanas de Lübeck, Hamburgo, Lüneburg, Wismar, Rostock y Stralsund.

Más adelante otras muchas ciudades se unieron, como Colonia, Groninga, Berlín o Estocolmo. Por otra parte, la Hansa fijó puestos comerciales en los puertos de casi todo el norte Europa, llegando incluso a establecer barrios propios, llamados kontors, en otros lugares como Londres, Amberes, Nóvgorod o Brujas.

Esta alianza adquirió una gran importancia comercial y también militar. Desde su fundación la Hansa mantuvo una relación casi simbiótica con el Estado Monástico de los Caballeros Teutónicos, establecido en el Báltico. Más adelante establecería su propia flota. El periodo floreciente de esta vía comercial coincide con los siglos XII al XVI en los que abastece de sal a la industria pesquera del báltico, en especial al procesado del arenque del norte, en el que se trata con grandes cantidades de pescado en salazón.

A comienzos del siglo xi, las costas del sur y del este del Báltico sufrieron asentamientos por parte de migrantes principalmente de Alemania, un movimiento llamado el Ostsiedlung, asentamiento del este. Otros colonos provenían de los Países BajosDinamarca y Escocia. Los eslavos polabios fueron asimilados gradualmente por los alemanes, pero ​ Dinamarca gradualmente ganó el control sobre la mayor parte de la costa del Báltico, hasta que perdió gran parte de sus posesiones después de ser derrotado en la batalla de Bornhöved de 1227.

También a partir del siglo XII se produjeron cambios que permitieron el renacer de las ciudades, como el aumento de la de la superficie cultivada, la tala de árboles, el uso de estiércol como abono, etc., y avances técnicos como el arado, el uso de caballo con herraduras para el tiro del arado, los molinos de agua y de viento….

Los comerciantes locales, que comerciaban con sus contrapartes en el norte de Alemania, formaron gremios o «Hansa» para promover sus intereses y construir sus redes. «Era una organización que protegía el comercio de algunos mercaderes».

A partir del siglo XII, se produjeron profundos cambios en Europa, empezando por el comercio en la Edad Media que transformó la economía rural y cerrada, propia de la época feudal, a una economía más abierta y comercial.

La industria, los mercados y el dinero recobraron importancia. Este renacimiento comercial, que llegó a su auge en el siglo XIII, se debió, debido al aumento de la producción agrícola, que generó un excedente de productos que debió ser vendidos fuera de su área. La paz en Europa, ofreció seguridad en los caminos y en los mares, después de varios siglos de conflictos, el aumento de la población, debido a la disminución de las guerras y a una mejor alimentación, y  las cruzadas que abrieron nuevos caminos comerciales marítimos y terrestres y que revitalizaron el comercio entre Oriente y Occidente.

Lübeck, parte importante de la Liga Hanseática

Hacia el año 1.100 la población europea era de unos 50 millones de habitantes, y hacia el 1.300 pasó a ser de 75 millones.  Este aumento demográfico, supuso un desarrollo económico y propició una mayor disponibilidad de mano de obra.

La actividad comercial e industrial de la Edad Media se destinó, principalmente, a satisfacer las necesidades básicas de la población como la alimentación, vestido y vivienda. La industria de la alimentación fue la que más se desarrolló, pese a que la mayoría de los productores trabajaban en pequeño volumen y a que casi todo este comercio en la edad media se efectuaba en la corta distancia que mediaba entre el campo y la ciudad. Sin embargo, siempre hubo ciertos productos alimenticios que sólo podían obtenerse de lugares más lejanos, y algunas zonas, como por ejemplo Flandes y Noruega, se veían obligadas a importar incluso sus alimentos esenciales de lejos. Entre los productos alimenticios que más se comerciaron figuran los cereales, la cerveza, los productos lácteos, la sal, el cuero y derivados de la lana.

Al fortalecerse el comercio se formó una clase de comerciantes profesionales que relegaron la actividad agraria a un papel secundario.

La mayoría de los mercaderes, eran personas que se habían visto forzadas a abandonar el campo por el aumento de población y la falta de tierras, optando por un estilo de vida errante. Entre esta masa de desarraigados se formaron los primeros comerciantes que sólo recorrían pequeñas distancias para vender sus productos, pues los caminos eran malos y los bandidos los asaltaban con frecuencia. Además, cada vez que cruzaban un feudo, el señor feudal los obligaba a pagar un impuesto o les confiscaba sus mercancías.

Vendían sus productos al menudeo. Sus mercancías eran, principalmente, artículos de primera necesidad como, como sal, cerveza, miel, lana y cereales.

A finales del siglo XII en cambio, los mercaderes se volvieron errantes, trasladándose con sus mercaderías de lugar en lugar y vendían sus productos en ferias que se celebraban en fechas y lugares establecidos. Los comerciantes usaron animales de carga y carros de cuatro ruedas para transportar sus mercancías fue el.

A partir del siglo XIV los mercaderes se volvieron sedentarios pues el volumen creciente de sus mercaderías dificultó su traslado de feria en feria. Entonces, comenzaron a establecerse en determinadas ciudades y comenzaron a vender al por mayor. A través del comercio local, los campesinos libres y los señores feudales vendían sus excedentes a la ciudad. Después con las ganancias obtenidas con sus ventas, compraban en las urbes mercancías más elaboradas de las que no disponían en el campo como, telas y herramientas.

La mayoría de las ciudades medievales del siglo XII eran pequeños centros donde los habitantes del campo circundante ofrecían un excedente de su producción a cambio de objetos elaborados en la ciudad como, por ejemplo, zapatos, o de artículos que llegaban a ella procedentes de otras regiones. Las ciudades reunían el excedente de su propia zona y lo pasaban a otras regiones y, al mismo tiempo, recibían parte del excedente de otras regiones y lo distribuían en su territorio. Para concentrar estos movimientos de compra-venta, las ciudades organizaron ferias que se celebraban una vez a la semana.

El renacimiento del comercio se dejó sentir en toda Europa, pero hubo dos grandes focos donde éste se concentró, Italia del Norte y Flandes. Ambas eran zonas muy pobladas que se dedicaban a la manufactura de tejidos, de objetos de metal y de cerámica.

Otra zona comercial que gozaba de una situación estratégica era Flandes que se hallaba frente al mar del Norte y en la que desembocaban varios ríos europeos, como el Rin y el Mosna. La región de Flandes perteneció a una importante liga comercial, la liga Hanseática, que comerciantes alemanes habían organizado con las ciudades de Hamburgo, Lübeck. Rostock y Stettin a la cabeza. Esta liga monopolizó las exportaciones del norte de Europa, desde Novgorod en la actual Rusia, hasta Londres.

De esta manera la liga Hanseática consolidó un importante tráfico de trigo, madera y pieles que, en Flandes, se reunía en la ciudad de Brujas, que fue su principal puerto de almacenaje y redistribución.

Londres

Flandes exportaba los productos de estas regiones al resto de Europa a cambio de artículos de Europa del centro y del sur y de objetos de Oriente, y también, sus propios tejidos.

Para comerciar a larga distancia, los comerciantes medievales contaron con tres rutas, las vías terrestres, las fluviales y las marítimas. Aunque el transporte terrestre permitía alcanzar zonas del interior sin ríos, fue siempre el más caro y penoso, pues los caminos eran malos e inseguros y se debía pagar gran cantidad de impuestos.

Por seguridad, los mercaderes preferían el transporte fluvial, siendo las redes fluviales más importantes las del río Po, el Ródano, los ríos de la zona de Flandes, el Rin y el Danubio. Sin embargo, el medio fluvial también estaba sujeto a impuestos.

El medio de transporte más barato fue el marítimo, por eso fue el preferido a pesar de los riesgos de naufragio y de piratería, de la poca capacidad de las naves y de la lentitud del viaje.

En los mares del norte, comerciantes alemanes organizaron una red de casas comerciales que compraban y vendían productos desde Inglaterra hasta Rusia. Esta red conformó una corporación, la liga Hanseática, cuya sede se hallaba en Lübeck y que llegó a incluir 200 ciudades. Las naves hanseáticas transportaban una gran variedad de artículos, miel y pieles de Rusia, pescado de Escandinavia y lana de Inglaterra, entre otros productos más.

La actividad comercial se impuso en toda Europa en el transcurso del siglo XIII. Dentro de un ambiente de plenitud económica, alcanzaron gran importancia las ferias, grandes mercados situados en zonas de contacto entre el comercio mediterráneo y el nórdico, a las que acudían mercaderes de todos los lugares de Europa.

Las ferias no eran mercados permanentes, pues sólo se realizaban en ciertos períodos del año. Su celebración duraba varios días. A estas citas comerciales acudían, también, titiriteros y juglares, que añadían a la celebración un carácter festivo.

De todas las ferias que se celebraban en la Edad Media, las que alcanzaron mayor renombre fueron las ferias de Champaña, que se instalaban en la llanura francesa de ese nombre, a medio camino entre Venecia y Brujas. Las ferias de Champaña eran, por lo tanto, lugares de encuentro entre los comerciantes flamencos e italianos.

Paralelamente al desarrollo comercial se produjo un desarrollo monetario a través del cual la acuñación y la circulación monetaria aumentaron. Las primeras monedas que tenían vigencia en varios países, se hicieron a fines del siglo XII en Venecia, los matapanes de plata. Después, Francia, Flandes e Inglaterra acuñaron, también, monedas internacionales de plata.

La acuñación de oro en cambio nació en el siglo XIII, y la mayoría de los países europeos adoptó el uso de monedas de plata y de oro.

Para agilizar las transacciones comerciales se formaron los primeros bancos y aparecieron los banqueros, que se especializaron en reconocer las diferentes monedas, su peso y sus equivalencias. Con el tiempo, los banqueros se volvieron prestamistas, cobrando intereses por los préstamos que realizaban, y aceptando velar por los ahorros, abrían libros de cuenta y efectuaban transferencias monetarias para sus clientes.

Viajar con grandes sumas de dinero era muy peligroso, la mayor parte del comercio comenzó a realizarse en forma de transacciones a crédito. También se utilizaron las letras de cambio, un acuerdo entre un prestamista y su deudor en el que el dinero prestado podía devolverse un tiempo después en un lugar diferente al del préstamo y en otra moneda diferente a la prestada.

Aunque las ferias se celebraron en todos los países europeos, en los siglos XII y XIII quedaron relegadas por las ferias de Champaña. Seis ferias que se celebraban a lo largo de todo el año, una vez en la aldea de Lagny, otra en Bar-sur-Aube, dos veces en Provins y tres en Troyes. Estas ferias destacaron sobre todas las demás porque los condes de Champaña las protegieron liberando de impuestos a los comerciantes que acudían a ellas.

Con el crecimiento de los estados nación y el declive de los gremios la Hansa fue decreciendo hasta ser conformada únicamente por Lübeck, Hamburgo y Bremen, siendo finalmente disuelta con la unificación alemana.

Fue el comercio a larga distancia o internacional, el que caracterizó el renacimiento económico de la Edad Media, siendo la sal uno de los motores económicos del Báltico que se comerciaba en Lübeck y en todos los países Bálticos y del mar del Norte, en una economía ya interdependiente.

 

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