La obra de Frida Kahlo

Frida Kahlo vivió la angustia de una realidad hostil y rescató las raíces del arte popular mexicano.

Frida Kahlo

 

Durante su carrera artística, Frida Kahlo, rescató las raíces del arte popular mexicano, utilizando sus oleos, su vestimenta e ideologías. Fue una reconocida retratista, quien plasmó en sus obras la influencia de la naturaleza y de los artificios de México, y realzó la cultura popular nacional. Su obra, una muestra de la evolución del arte en su país, por los rasgos autobiográficos de sus pinturas, expresados a través del realismo mágico y de la fantasía.

En el año 1932, tuvo un aborto en la ciudad de Detroit, suceso que fue el móvil para la obra Henry Ford Hospital. Por medio de ilustraciones hechas por Diego Rivera del feto sin vida de la pareja, comenzó a hacer esta obra que lleva el nombre del hospital en el que fue tratada. La pintura muestra a una Frida sangrante posada sobre una cama, mientras que desde su vientre nacen seis venas rojas que se atan a objetos simbólicos de su sexualidad y de su embarazo perdido.

En los momentos más importantes de su vida, pinto Mi nacimiento en 1932, una obra que muestra a la madre de Frida con el rostro tapado, haciendo alusión a su muerte, mientras que el rostro de la artista muestra su cabeza entre las piernas entre un charco de sangre, haciendo referencia a su anterior obra y su aborto.

Unos cuantos piquetitos (1935), es la traducción del sufrimiento emocional de Frida por las infidelidades de Diego Rivera con su hermana Cristina, representado a través de los infortunios de otra mujer que había sido asesinada por su esposo a puñaladas. El título de la obra viene de la declaración policial de un asesino, la cual Frida había leído en el periódico, en donde el hombre decía que solo le había dado ‘unos cuantos piquetitos’.

Las dos Fridas (1939) es una pintura que muestra la separación entre dos personalidades. Los corazones de ambas representaciones visten una, un vestido de encaje, y otra un tradicional tehuana están expuestos y conectados entre sí, donde uno de los personajes ha cortado las arterias con una tijera, mientras que la otra sostiene un pequeño retrato de Diego Rivera.

La pintura fue adquirida directamente de la artista por el Instituto Mexicano de Bellas Artes en 1947, y es hoy parte de la colección del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.

Canalizó una ruptura y su soledad en Autorretrato con collar de espinas y un colibrí, 1940, una de las obras más famosas de la artista en donde se muestra estrangulada por un collar de espinas, mientras que el cadáver de un colibrí, símbolo de la suerte en el amor según la tradición mexicana o símbolo de Huitzilopochtli, el dios de la guerra, es acechado por un gato negro y un mono que asemeja al regalado a Frida por Diego.

La pieza Autorretrato como tehuana o más comúnmente Diego en mi pensamiento (1943), es una pintura de Frida Kahlo que hace referencia a la adoración de la pintora por Diego Rivera. Vestida con el traje tradicional tehuano de la cultura zapoteca, uno de los favoritos de Diego, Frida se muestra con un retrato de su amado hecho en la frente como alusión a su obsesión con esta relación, representando que el hombre está siempre en sus pensamientos.

Una de sus obras más reconocidas es La columna rota, 1944. La pintura es una representación del dolor derivado de su accidente a los 18 años, el cual la acompañó a lo largo de su vida. Esta pieza fue hecha tras una intervención de columna que atravesó la artista, la cual la dejó confinada a un corsé. En la obra se muestra en medio de un paisaje desértico sostenida por la estructura de metal, mientras que una columna atraviesa su cuerpo y reemplaza la suya. Frida está cubierta con clavos, símbolos del dolor, mientras su rostro sereno llora.

Puede ser que la última obra firmada por Frida Kahlo haya sido Viva la vida, 1954, a la que se le han dado muchas interpretaciones, desde la celebración a la vida, hasta la respuesta al fascismo franquista. Esta obra gráficamente es una escenificación de la transformación del dolor en arte. La obra se conserva en el Museo Frida Kahlo en la Ciudad de México.

Fue en Detroit, con su aborto, cuando Frida empezó a desarrollar un estilo más narrativo y autobiográfico con pinturas que contaban la historia de sus vivencias. De este momento nacieron obras como Henry Ford Hospital (1932).

En 1938 el escritor francés André Bretón etiquetó al arte de Frida Kahlo como surrealista, y contribuyó a que tuviera su primera exhibición como solista en Nueva York, después de la visita del autor surrealista a México.

Su obra fue figurativa y autodidacta, con elementos que la acercaban a la fantasía, por lo que muchos etiquetaron de surrealista. A esto, la artista respondía que no pertenecía a la tendencia.

Son muy apreciados sus autorretratos, asimismo de compleja interpretación, Autorretrato con monos o Las dos Fridas. Cuando André Breton conoció la obra de Frida Kahlo, afirmó que la mexicana era una surrealista espontánea y la invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida. Frida nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días rechazó abiertamente que su creación artística fuera encuadrada en esa tendencia.

La producción de la artista mexicana es un ejemplo del tipo de arte que sirve como instrumento para exorcizar la angustia de una realidad hostil. El signo trágico de su existencia, marcada por la lucha contra la enfermedad, había comenzado cuando a los seis años contrajo una poliomielitis que le dejó importantes secuelas. En 1925 sufrió un grave accidente de tráfico que le fracturó la columna vertebral y la pelvis. Además de imposibilitarle tener hijos, el accidente fue la causa de numerosas operaciones futuras y de una salud siempre precaria.

A través de la pintura, que empezó a practicar en los largos meses de inmovilidad tras el accidente, Frida Kahlo reflejaría de forma soberbia la colisión entre su ansia de felicidad y la insistente amenaza de su destrucción, a la vez que conjuraba la dualidad irreductible entre los sueños, de amor, de hijos y la realidad, dolor e impotencia.

Durante la convalecencia del accidente, sin poder ni siquiera incorporarse, comenzó a pintar tomándose ella misma como modelo principal. Le colocaron un espejo bajo el baldaquino de su cama y un carpintero le fabricó una especie de caballete que le permitía pintar estando acostada. Éste fue el inicio de una larga serie de autorretratos, tema que ocupa el grueso de su producción, de carácter autobiográfico. En una ocasión afirmó: «Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco.»

Frida Kahlo - Autorretrato con monos
Autorretrato con monos (1943)

 

Influida por las ideas de identidad que propagaba el nacionalismo revolucionario, Frida vestía con largas faldas mexicanas, moños trenzados con cintas de colores y collares y pendientes precolombinos. Así la encontramos en Autorretrato como Tehuana (1943, Colección Natasha Gelman, Ciudad de México), representada como mexicana «auténtica» y acentuando sus rasgos mestizos (tenía sangre española, india y alemana). Producto de esa misma ideología nacionalista son los fondos de algunas de sus obras como el Autorretrato con monos, 1943, en el que su figura aparece recortada sobre plantas selváticas y rodeada de animales, o aquellos en los que retoma imágenes de la cultura precolombina, como Mi nana y yo, 1937.

Otras veces, como en Autorretrato – El Marco, 1938, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París, se inspira en la imaginería popular y muy específicamente en los retablos cargados de ese barroquismo ingenuo y colorista tan específicamente mexicano que conjuga vívidamente lo espectacular con lo escatológico.

Una de las formas más comunes del arte popular mexicano son los exvotos. Frida vincula a esta tradición sus cuadros de desarrollo narrativo representando de forma sintética los elementos más significativos y de mayor carga expresiva.

Esta fusión entre la temática personal y las formas de la imaginería popular se encuentra expresada de forma emblemática en la obra Henry Ford Hospital (1932, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México). A pesar del accidente, Frida esperaba que su segundo embarazo llegara a buen término, pero su pelvis fracturada no podía acoger el desarrollo de un niño. La traumática experiencia de un nuevo aborto fue el origen del cuadro.

Frida Kahlo - Henry Ford Hospital
Henry Ford Hospital (1932)

 

La adopción de las formas narrativas de los exvotos tiene su mejor ejemplo en una pieza singular titulada Retablo (1943, colección privada). Frida había encontrado un exvoto que representaba el choque entre un tren y un autobús; una muchacha herida yacía sobre las vías y la imagen de la Virgen de los Dolores flotaba sobre la escena. Añadiendo a la chica sus propias cejas y unos rótulos al tren y al autobús, lo convirtió en la representación de su propio accidente. En la parte inferior escribió: «Los esposos Guillermo Kahlo y Matilde C. de Kahlo dan gracias a la Virgen de los Dolores por haber salvado a su niña Frida del accidente acaecido en 1925 en la esquina de Cuahutemoc y de Calzada de Tlalpan.»

Los exvotos mexicanos son representaciones del arte popular, pequeños dibujos que son donados a las iglesias como un agradecimiento por algún favor recibido o para documentar un milagro religioso perpetuado por un santo, una virgen o un ángel.

Frida Kahlo - Retablo
Retablo (1943)

 

Tras superar algunas graves crisis de salud, y de forma idéntica a como lo hacen los creyentes con los santos de su devoción, Frida mostró su agradecimiento a los médicos mediante pinturas que siguen rigurosamente las convenciones del exvoto.

Pero no sólo la enfermedad fue causa de sus trastornos y metáfora de sus pinturas; los reveses de su vida afectiva también fueron temas de pintura. En El corazón (1937, Colección Michel Petitjean, París, la ausencia de manos expresa su impotencia y desesperación ante el enredo amoroso entre Diego Rivera y su hermana Cristina. Su corazón, literalmente arrancado, yace a sus pies y posee un tamaño desmesurado que refleja la intensidad de su dolor. Junto a ella, un vestido femenino, que alude a su hermana, pende de un hilo, a la vez que de sus mangas sale un único brazo que enlaza y un palo atraviesa el hueco que ha dejado su propio corazón.

Frida Kahlo - Corazón
El corazón (1937)

 

La apariencia onírica de sus imágenes propiciaba la relación de su simbología con el surrealismo, algo que Frida Kahlo negaría rotundamente: «Se me tomaba por una surrealista. Ello no es correcto, yo nunca he pintado sueños, lo que yo he representado era mi realidad.»

Pero Frida no sólo rechazó el carácter surrealista de su pintura, sino que profesó una profunda aversión hacia los representantes del movimiento. Había conocido a Bretón en México en 1938 y al año siguiente, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, pasó varios meses en París, donde tuvo ocasión de entrar en contacto con los otros surrealistas. La opinión que le merecían la expresó sin cortapisas en una carta que escribió desde allí a Nicolás Muray: «No puedes imaginarte lo joputas que son esta gente; me hacen vomitar. Son tan condenadamente intelectuales y degenerados, que ya no los aguanto más.»

Frente a las representaciones oníricas o al automatismo psíquico de los surrealistas, los numerosos símbolos que Frida Kahlo introduce en sus cuadros poseen significaciones precisas y son producto de la actividad consciente.

Su obra se origina y procede de una continua indagación sobre sí misma, y manifiesta en los estados de ánimo de forma precisa y deliberada, materializando las oscilaciones entre el sufrimiento y la esperanza. El carácter simbólico de su pintura da cauce a la expresión vehemente de una personalidad apasionada para la que el arte es desafío y combate, lucha violenta contra la enfermedad, pero también repliegue ensimismado hacia su yo interior y huella del reconocimiento doloroso de su identidad maltrecha.

 


Ángel Villazón Trabanco es ingeniero, escritor y periodista cultural y te brinda la posibilidad de leer algunos de sus libros:

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Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas

 

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