El consumo de la coca se remonta a las primeras sociedades andinas, pues hay evidencias de su consumo en culturas tan antiguas como la de Las Vegas, en Ecuador 8850-4650 a.C. Sin embargo, fue durante el Imperio inca, a partir del siglo XIII cuando alcanzó una particular significación religiosa y socioeconómica. Los registros del uso de esta hoja en culturas pre-incas, son por sus propiedades anestésicas que estabilizan el cansancio y el estrés.
Puede ser cosechado desde 1500 a 1900 metros sobre el nivel del mar y era considerada como una planta mística. Sin embargo, esta planta divina de los incas no fue valorada por los colonialistas europeos y hombres de ciencia que llegaron a América.
En las culturas preincaicas el uso de las hojas de coca estaba muy extendida entre la población, ayudando calmar dolores, servía como aliciente en los trabajos que necesitaban esfuerzo físico, y también se las regalaba como señal de estima.
Sus hojas servían como ofrendas a los dioses que representaban a la naturaleza. También se depositaba en la boca de los difuntos para que tuvieran una mejor acogida en el más allá.
Los indígenas llevaban siempre con ellos una pequeña bolsa con hojas de coca llamada chuspa, también un pedazo de pasta hecha de ceniza de vegetales “llujkta”. Mezclan un puñado de hojas con un poco de ceniza, luego lo mastican, secretando mucha saliva. Una vez ingerida, el jugo de la coca, mezclada con la saliva, produce poco a poco sus efectos: disminución momentánea de la sensación de hambre, frío y cansancio.
Servían a los “yatiris”, aquellos que saben, para realizar una gran parte de sus sortilegios y de sus augurios. Al arrojar la coca sobre un tejido tradicional “haguayo” preparado para este efecto, podían descubrir a los ladrones y a las cosas que desaparecieron.
La persona que se interroga sobre la infidelidad, la conducta o las intenciones de su cónyuge consultaba a un “yatiri”, quien después de haber realizado varias oraciones, le entregaba hojas de coca que debían ser puestas en contacto con la persona de la que se desea descubrir algún secreto. Luego se devolvían las hojas al “yatiri” quién en una breve ceremonia, antes de dejarlas caer bruscamente al suelo para ver como caían.
Para tener noticias de una persona ausente, conocer su salud, su conducta o sus negocios, había que llevar sus prendas de vestir u objetos, se los extendía por el suelo y se arrojaba la coca por encima. Se dice que se podía ver la imagen de un difunto en su ropa.
La coca masticada se utilizaba como amuleto y como ofrenda a las divinidades. Y escupiendo el jugo de la coca en la palma de la mano, con los dedos extensos y observando la manera como cae, se podía predecir el futuro y si se la siente amarga, alguna desgracia se preparaba.
Los incas hicieron de la coca una planta sagrada, que era ofrendada a las divinidades en su estado natural, masticada o quemada, y que complementaba los sacrificios humanos y animales.
Las ceremonias incas de pagos a la tierra incluían el uso de hoja de coca y eran ofrendadas porque abastecían el mundo con diferentes productos agrícolas.
Debido al carácter sagrado de la hoja, ésta era sostenida con reverencia, siguiendo un ritual ceremonial estricto que, todavía se sigue practicando hoy, y que consiste en sostener tres hojas de coca, uniéndolas con dos manos y ofrendándolas a elevada altura. Después se procede a soplar las hojas como señal de respeto a los dioses de la naturaleza como el sol, las montañas, las lagunas, la tierra, etc. y después de realizar esta ceremonia, los incas procedían a introducir la hoja de coca a la boca. Mostrando las personas una actitud solmene y de respeto a esta ceremonia sagrada.
Las hojas elegidas eran las más verdes, y frescas, para que fueran del agrado de los dioses. Esta práctica podía variar según la región andina de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile o Argentina. Esta ceremonia se llama kintu o cocakintu .
Se gastaba en cantidades ingentes durante las grandes ceremonias en Cuzco, la capital del Imperio, y formaba parte de los ajuares funerarios que acompañaban a los muertos en su viaje al Más Allá.
Porteador inca con hojas de coca. Perú, 1430-1532.
Los incas desarrollaron un complejo sistema de cultivo y procesado de la hoja de coca. Primero hubieron de crear campos de cultivo en regiones húmedas y calientes, las más propicias para el crecimiento de la planta. Las hojas se recolectan cuando se rompen al doblarlas, y a continuación se disponen en finas capas que se dejan secar a sol y sombra.
Todo el proceso requería un especial cuidado pues los incas desechaban cualquier hoja imperfecta, ya fuera por roturas o por manchas de color. Las hojas son muy frágiles y el secado puede alterar fácilmente su superficie, lo que demandaba un meticuloso trabajo para conseguir que las hojas mantuvieran su aspecto plano y monocolor. Pese a ello, gran parte de la cosecha se estropeaba a lo largo del proceso.
Por todo esto, la hoja de coca era un producto de lujo, hasta el punto de que se utilizó como medio de pago, como el oro y la plata. A los funcionarios y señores regionales o locales se los recompensaba por los servicios prestados al Imperio con metales preciosos, textiles finos, y cestos de coca.
El intercambio de hojas de coca con otros productos como carne, papas, habas, verduras fue también una práctica muy habitual durante el reinado de los Incas, es decir, las hojas de coca también formaban parte importante de la economía Inca.
Mascador de coca sentado en un banco.
Cultura Capulí, Ecuador, siglo XV.
Las poblaciones incaicas rendían tributo a la madre tierra o Pachamama al iniciar la temporada de lluvias o temporada fértil con un ritual conocido como ‘pago a la tierra’ en el cual se hace un hoyo en el suelo y en él se colocan diversos productos y ofrendas, entre ellos las sagradas hojas de coca para asegurar una buena cosecha y un buen año.
Plantación de coca
En el mundo andino existía una reunión social conocida con el nombre de Hallpay en donde los miembros de la comunidad se congregaban en torno a una mesa llena de hojas de coca, reunión que tenía por objeto consagrar la divina unión entre el hombre y los seres espirituales del ande además de fortalecer su identidad, sus costumbres y reforzar los lazos sociales.
Ofrendas religiosas a los dioses
Los Incas poseían un sistema de correos a lo largo y ancho de su territorio, los encargados de transportar las encomiendas eran conocidos como ‘Chaskis’, eran hombres jóvenes y atléticos que recorrían el imperio a pie. Este grupo fue uno de los que más hizo uso de las hojas de coca, pues su consumo les permitía cumplir su trabajo y recorrer grandes distancias sin sentir fatiga.
Dieron usos muy diversos a la hoja de coca y esta formaba parte fundamental de su estructura social, economía y espiritual, de ahí que la consideraran como planta sagrada.
Dado que la posesión de un cesto de coca sólo era posible por la donación del Estado, su consumo quedó reducido a las élites del Imperio. Los cronistas españoles de los siglos XVI y XVII destacan esta restricción en sus descripciones de la organización social del mundo inca.
Los «sembradores de coca», se encargaban de la tarea de cultivar y procesar las hojas de coca y gracias a ello podían consumirla y aprovecharse así de su poder vigorizante.
Antes de la conquista española de 1533, la restricción sobre el consumo de la coca empezó a relajarse. Algunos investigadores apuntan que este cambio podría deberse al hecho de que, a diferencia de lo que ocurría en sus inicios, el Estado ya no podía garantizar la alimentación de toda la población y la coca pudo utilizarse como complemento nutricional e inhibidor del hambre. Aun así, la regla general en el Imperio fue que el consumo de coca estuviera limitado a los estamentos más altos de la sociedad.
Los conquistadores españoles no creían en las virtudes de la planta, y le atribuían poderes demoníacos, por el papel que tenía en las ceremonias religiosas de las poblaciones vencidas. Un Consejo reunido en Lima prohibió su consumo, considerándola una costumbre pagana y un pecado. Pronto cambiaron de conducta, al constatar que los indígenas no se encontraban en condiciones para ejecutar los trabajos pesados que se les imponían, si estaban privados de coca. Entonces, decidieron distribuirles las hojas unas tres o cuatro veces al día.
Tan valiosa como el oro y la plata, la hoja de coca se utilizaba en las ceremonias religiosas y como vigorizante.
Este mito da cuenta de la gran importancia que tuvo, y sigue teniendo, la hoja de coca en la vida cotidiana de las comunidades que habitan los Andes. Ya se consuma mediante una infusión (mate de coca) o mascándola, la coca se usa hoy día, más allá de la sensación placentera que procura, para combatir el mal de altura, resistir los esfuerzos físicos, completar la alimentación e incluso leer el futuro, aunque «sólo funciona si se cree en ella».
Tras la conquista española, el consumo de coca se generalizó al conjunto de la población indígena, como indican numerosos testimonios de cronistas españoles. La explicación de este hecho se encuentra en el modelo económico impuesto por la Corona de Castilla, basado en el trabajo forzado de las poblaciones conquistadas, lo que hizo que las autoridades españolas alentaran el consumo de coca para aumentar el rendimiento de sus trabajadores.
De hecho, el cultivo de la planta se convirtió en un negocio para los terratenientes, que incrementaron su producción para satisfacer la demanda de los trabajadores. Tanto es así que el cronista Bernabé Cobo dice que era el producto «de mayor ganancia que hay en las Indias y con que no pocos españoles se han hecho ricos con ella».
Los españoles se burlaban a veces de los indígenas por su creencia en el poder vigorizante de la coca, pero al final no podían sino rendirse a la evidencia.
Plantación de coca de época colonial. Grabado 1854
Los indios «afirman que la coca les da tanto esfuerzo que mientras la tienen en la boca no sienten sed, hambre ni cansancio.
La hoja de coca fue, por tanto, una planta sagrada y un bien de prestigio para los incas, y objeto económico entre los conquistadores. Hoy es un hábito y un símbolo de la lucha de las culturas andinas por preservar sus tradiciones y su modo de subsistencia.
El consumo de la hoja de coca consiste en masticarlo, también llamado ‘chacchado’. Se debe meter una porción de hoja de coca y masticarlas hasta que segreguen todos sus nutrientes. La hoja se retiene en la boca mientras se mastica suavemente, tratando de no triturarlas por completo.
Se debe meter una porción de hoja de coca y masticarlas hasta que segreguen todos sus nutrientes. La hoja se retiene en la boca mientras se mastica suavemente, tratando de no triturarlas por completo.
Unos momentos después de masticar algunas hojas de coca, se produce un efecto anestésico en mejillas, garganta y lengua y en ocasiones también se adormece el tracto intestinal.
Masticar hoja de coca ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares. También previene la aparición de caries, combate la anemia y elimina toxinas en la sangre. Regula la presión arterial ayudando al control de la diabetes y problemas estomacales.
A diferencia del tabaco, el café, el ron, el chocolate y el opio, la coca fue relegada del comercio global durante los siglos XVI y XVII. Su alcance fue regional y fue consumido mayoritariamente por los que trabajaban de forma forzada, en las minas de plata de Potosí como indígenas y a pesar de todos sus beneficios, esta fue rechazada por los españoles.
Masticar la coca no fue una actividad agradable para los europeos; por el contrario, lo veían como un vicio indígena insalvable, y además la coca se asocio con los dioses y rituales andinos, los cuales seguían representando una amenaza al Estado colonial, motivo por el cual hubo una serie de prohibiciones, desde clérigos, como el arzobispo de Lima o virreyes que buscaron limitar su producción
Durante estos años, poco se supo sobre la coca en Europa. Algunos de los estudios botánicos más importantes apenas lo mencionaban. Además,era difícil también llevar muestras a Europa, ya que, tras meses de viaje en altamar, se volvían rancias o se pudrían por la aparición de hongos. Es por ello que los científicos europeos dudaban bastante sobre los beneficios de esta planta. La botánico europea obtendría una descripción más detallada y de primera mano durante el siglo XVIII.
Las hojas de coca contienen alcaloides, que son usados como base para fabricar la famosa cocaína. En el proceso también se utiliza a cal, sal, agua, gasolina, ácido sulfúrico, amoniaco, ácido clorhídrico y más.
El consumo de hoja de coca es legal en el Cusco y el Perú. El principal problema de la hoja de coca recae en que muchos agricultores cultivan esta hoja no para el consumo diario de la población sino para la producción de cocaína, la cual le ofrece mejores ingresos. Siguen siendo masticadas por las culturas aymaras y quechuas de Perú, Bolivia y otros países andinos.
Tras la caída del imperio inca, la población se adueñó del consumo de hoja de coca. Los españoles la consideraron una planta diabólica pero no pudieron desaparecer su consumo.
Actualmente masticar hojas de coca es una práctica muy común en Sudamérica. Se pone entre la mejilla y la mandíbula junto con bicarbonato de sodio. La mezcla de los tres elementos, hoja de coca, saliva y bicarbonato, forma una bola que incluye alcaloides y algunos nutrientes.
La hoja de coca es una planta natural de la región tropical andina. La cocaína es un producto derivado de la hoja de coca en la que se agregan ácido sulfúrico y queroseno, así como otros productos químicos.
Contiene alcaloides que actúan como estimulante, aportando fuerza física y eliminando el hambre o la sed. Es rica en hierro, contiene vitaminas B y C, y ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre, por lo que el efecto vigorizante es aún mayor. Favorece la relajación muscular y la apertura de las vías respiratorias, motivo por el cual mejora la sensación de asfixia en un contexto de grandes alturas, donde la falta de oxígeno provoca el soroche o mal de altura. Tiene la facultad de aumentar el pH de la sangre, facilitar la digestión y evitar el estreñimiento, y se usa para combatir las alteraciones gástricas. Es antibacteriana y analgésica, como pudieron comprobar los conquistadores españoles, que rápidamente la incorporaron a sus tratamientos médicos. Todo este conjunto de propiedades medicinales y curativas explica por qué la hoja de coca fue tan apreciada y, en consecuencia, sacralizada con el nombre de Mama Coca.
El Sapa Inca, el rey, premiaba los actos de fidelidad repartiendo cestos de coca, como botín de guerra entre los soldados que celebraban en una fiesta la victoria en una batalla. De entre todos los bienes de prestigio incaicos la coca era el más valorado.
El Inca Garcilaso de la Vega escribió que «por ella, los incas posponen el oro y la plata y las piedras preciosas», una preferencia que sin duda se explica por los beneficios sustanciales para el organismo que aportaba la coca.