La aventura de los primeros humanos – I

La evolución humana u hominización es el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus ancestros hasta la actualidad.​ El estudio de este proceso requiere de un análisis interdisciplinario en el que se complementen conocimientos desde ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología, la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.

El término humano, se refiere a los individuos del género Homo. Sin embargo, los estudios de la evolución humana incluyen otros homínidos, como ArdipithecusAustralopithecus, etc. De esta manera, el estudio específico de la evolución humana es el estudio del linaje, que incorpora a todas las especies más cercanas al humano moderno que al chimpancé, que es el pariente vivo más próximo. ​Las evidencias moleculares4​ y paleontológicas5​ han permitido estimar que el ancestro común entre Homo sapiens y Pan troglodytes, vivió en África hace entre cinco y siete millones de años. A partir de esta divergencia, dentro del linaje hominino continuaron emergiendo nuevas especies, todas ellas extintas actualmente a excepción de Homo sapiens.

Siete millones de años, un breve paso de los cuatro mil millones de años de la vida sobre el planeta que separan al gran simio que estiraba sus largos brazos por entre las ramas de los bosques, del actual hombre civilizado.

Hace siete millones de años, la tierra se vio sacudida por un violento cambio climático, produciéndose una reducción drástica de las selvas húmedas, el hábitat natural de los antropoides.

Llevados por la necesidad, estos primates tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones del planeta. Tenían la alternativa de la extinción y su salvación pasaba por abandonar las ramas de los árboles e iniciar la conquista del suelo, en lo que sería el

 cerró en la zona del hueso sacro. En las hembras, esto provocó que se es

El dominio del fuego, hace 400.000 años, marcaría una revolución en las comunidades primitivas. Este elemento supuso un arma decisiva contra los depredadores y permitió a los humanos conquistar la noche, pero tan importante fue la posibilidad de cocinar los alimentos, lo que permitió ampliar la dieta de las comunidades. Los individuos se hicieron más fuertes, más resistentes a las enfermedades y como consecuencia de todo ello, también más longevos y sus usos sociales nunca volverían a ser igual. especializándose.

Otro cambio crucial en la cultura de la humanidad llegaría con la aparición de los rituales ante la muerte. En el Paleolítico Medio, hace 120.000 años, se constata una proliferación de enterramientos que al principio eran prácticas muy sencillas, aunque también hay algunos usos que han llegado hasta nuestros días, como la asociación de las flores y la muerte.

La aparición del arte rupestre, que habla de un incipiente lenguaje simbólico, es muy importante, y aunque hay indicios de que los neandertales podrían ya haber iniciado estas prácticas, es con la irrupción del Homo sapiens, hace unos 35.000 años, cuando las pinturas rupestres comienzan a proliferar.

El arte rupestre muestras la complejidad que alcanza la mente humana, su capacidad de abstracción y su vocación por comunicarse con sus iguales. Desde esas pinturas hasta el ser humano moderno hay apenas un paso, tan pequeño como el que, seis millones de años atrás, dio un primate que tuvo que saltar del árbol para poder sobrevivir.

Las implicaciones que tuvo para los primates el pasar de habitar en los árboles a caminar en el suelo, o cual fue la primera especie en utilizar herramientas, y cómo cambió a las sociedades primitivas el dominio del fuego, o en qué momento comenzaron los homínidos a realizar rituales para despedir a sus muertos y hasta qué punto se puede conectar el nacimiento del arte rupestre con la evolución del lenguaje oral son solo algunas de las preguntas que se hace el hombre actual

La cifra de 6.000.000 de años marca la recta final de una larga travesía evolutiva, donde la biología primero, la cultura después y ambas a continuación se reparten la carga de la evolución a través de unas estrategias que han posibilitado la supervivencia de nuestra especie, el Homo sapiens. Por el camino se han extinguido otras especies del género Homo, lo que pone de manifiesto el fin último de cualquier ser vivo: la extinción.

Esa travesía está llena de sucesos biológicos claves como el bipedismo o un aumento del tamaño del cerebro y de sus capacidades, ayudado, probablemente, por un progresivo incremento en el consumo de carne. Además de los aportes de hierro y otras proteínas, la digestión de esta necesitaba un menor gasto energético, de modo que ese excedente sirvió para otros fines como los antedichos.

La capacidad de utilizar el lenguaje, tuvo una importancia decisiva, porque incorporamos unas habilidades y destrezas nunca vistas hasta el momento. Muchos animales se comunican con sonidos, pero somos nosotros los que incluimos una serie de posibilidades y matices de gran variedad y trascendencia. La enseñanza de infinidad de cosas a través del lenguaje, o la pericia de los individuos infantiles por llamar la atención sobre algo y que los mayores expliquen por qué o el significado de dicho objeto o situación. La expresión de sentimientos, de asuntos abstractos o simbólicos nos ha hecho cada vez más humanos. Y la cocina, con la complicidad del fuego, pudo ser una aliada para el desarrollo del lenguaje. Se suele conversar con mayor intensidad en general, a las horas de comer.

Estos y otros hechos modificaron nuestro esqueleto craneal para adecuarse a las nuevas circunstancias. El foramen magnum, la columna vertebral, la cadera, los huesos de la pierna y del pie, el cráneo, la laringe, el hioides, el paladar y la estructura de la boca. Así como los diferentes músculos y la disposición de los nervios y venas y arterias, junto a todo lo referente al genoma, sus interacciones, alteraciones, y mutaciones, cuya secuencia especifica las instrucciones genéticas para el funcionamiento y desarrollo del organismo.

 

 

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