Platon y el Egipto Faraonico

Platón fue un filósofo griego que procedente de una familia acomodada y aristocrática que quería que este hiciera carrera política, mientras mantenía una gran lucha interna por  abandonar ese proyecto.

 

Fue la muerte de Sócrates,  experiencia decisiva para la vida y el espíritu de Platón, la que le llevó al convencimiento de que «sólo la verdadera filosofía permite descubrir la justicia en la vida pública y en la vida privada, y que la desgracia del género humano no terminará hasta que el linaje de los filósofos justos y verdaderos lleguen al gobierno de los estados, o los gobernantes de los estados se conviertan en verdaderos filósofos por divina disposición…».

 La tarea que se impuso desde entonces Platón fue la de convertirse en un reformador social de gran estilo, y llegó a la doctrina de las Ideas siguiendo a Sócrates, buscando ante todo en el terreno moral un absoluto que fuera a la vez inmutable objeto conocido y firme norma de la conducta. Lo halló en las ideas de lo bueno, lo justo, lo piados, lo verdadero, lo hermoso, etc. 

Su  filosofía es un gran intento de enlazar lo racional con lo irracional, lo sensitivo con lo supra sensitivo, lo perecedero con lo imperecedero, lo temporal con lo eterno, lo terreno con lo celeste, y lo humano con lo divino.

Con respecto a Egipto, Platón sintió una profunda simpatía por este país, valoró su cultura como la más antigua de la humanidad, admiró sus conquistas científicas, sobre todo, en matemáticas y astronomía,  y le atrajo su religión que se caracterizaba por un complejo corpus teológico y un minucioso ritual sustentados en una jerarquizada casta de sacerdotes.

En cuanto al viaje que habría realizado el filósofo ateniense a Egipto, no hay confirmación expresa, pero puede considerarse como muy probable a juzgar por el testimonio del geógrafo griego Estrabón, que cuenta cómo le mostraron durante su visita a Heliópolis el lugar de residencia allí de Platón y de su compañero el matemático Eudoxo.

Por fortuna, se han conservado fragmentos de una obra etnográfica redactada por este matemático y astrónomo, titulada “Geografía”. En ella escribe, que los sacerdotes le habían instruido sobre el origen de las inundaciones del Nilo, y comenta las reglas sobre el uso del vino elaboradas por los sacerdotes de Heliópolis, y narra un mito sobre el dios Amón del que ofrece una interpretación alegórica.

Es en los diálogos platónicos donde al contar el mito de Theuth y Thamos, les atribuye a los egipcios el haber descubierto el número, arithmón, el cálculo, logismón, la geometría, la astronomía y, en especial  las letras, grámmata, además de los juegos de damas y de los dados.

Subraya la importancia del descubrimiento de la escritura como la ambigüedad de sus beneficios,  inventado como “medicamento o fármaco de la memoria y de la sabiduría, es olvido lo que producirán al descuidar la memoria “.

En cuanto a la escritura egipcia, hay que señalar que estaba totalmente elaborada en Periodo Arcaico de Egipto,  3100-2686 a. C. cuya  capital del Imperio durante este tiempo fue Tinis. En esta época gobernaron solo dos de reyes,     llamados primera y segunda dinastía, que se consideran los unificadores de Egipto, y de acuerdo con algunas inscripciones y documentos como la Piedra de Palermo, la escritura jeroglífica ya existía en el Delta del Nilo durante la época pretinita.

Los egipcios en su descubrimiento progresivo de la escritura inventaron primero los ideogramas pictográficos representativos de un objeto, después los ideogramas de acciones, y por último la escritura fonética. La escritura jeroglífica poseía unos 800 signos. Para una mayor facilidad en la ejecución de los signos, se inventó más tarde la escritura hierática.

Fue la muerte de Sócrates,  experiencia decisiva para la vida y el espíritu de Platón, la que le llevó al convencimiento de que «sólo la verdadera filosofía permite descubrir la justicia en la vida pública y en la vida privada, y que la desgracia del género humano no terminará hasta que el linaje de los filósofos justos y verdaderos lleguen al gobierno de los estados, o los gobernantes de los estados se conviertan en verdaderos filósofos por divina disposición…».

 Restos de la Heliopolis

La tarea que se impuso desde entonces Platón fue la de convertirse en un reformador social de gran estilo, y llegó a la doctrina de las Ideas siguiendo a Sócrates, buscando ante todo en el terreno moral un absoluto que fuera a la vez inmutable objeto conocido y firme norma de la conducta. Lo halló en las ideas de lo bueno, lo justo, lo piados, lo verdadero, lo hermoso, etc. 

Su  filosofía es un gran intento de enlazar lo racional con lo irracional, lo sensitivo con lo supra sensitivo, lo perecedero con lo imperecedero, lo temporal con lo eterno, lo terreno con lo celeste, y lo humano con lo divino.

Con respecto a Egipto, Platón sintió una profunda simpatía por este país, valoró su cultura como la más antigua de la humanidad, admiró sus conquistas científicas, sobre todo, en matemáticas y astronomía,  y le atrajo su religión que se caracterizaba por un complejo corpus teológico y un minucioso ritual sustentados en una jerarquizada casta de sacerdotes.

En cuanto al viaje que habría realizado el filósofo ateniense a Egipto, no hay confirmación expresa, pero puede considerarse como muy probable a juzgar por el testimonio del geógrafo griego Estrabón, que cuenta cómo le mostraron durante su visita a Heliópolis el lugar de residencia allí de Platón y de su compañero el matemático Eudoxo.

Por fortuna, se han conservado fragmentos de una obra etnográfica redactada por este matemático y astrónomo, titulada “Geografía”. En ella escribe, que los sacerdotes le habían instruido sobre el origen de las inundaciones del Nilo, y comenta las reglas sobre el uso del vino elaboradas por los sacerdotes de Heliópolis, y narra un mito sobre el dios Amón del que ofrece una interpretación alegórica.

Es en los diálogos platónicos donde al contar el mito de Theuth y Thamos, les atribuye a los egipcios el haber descubierto el número, arithmón, el cálculo, logismón, la geometría, la astronomía y, en especial  las letras, grámmata, además de los juegos de damas y de los dados.

Subraya la importancia del descubrimiento de la escritura como la ambigüedad de sus beneficios,  inventado como “medicamento o fármaco de la memoria y de la sabiduría, es olvido lo que producirán al descuidar la memoria “.

En cuanto a la escritura egipcia, hay que señalar que estaba totalmente elaborada en Periodo Arcaico de Egipto,  3100-2686 a. C. cuya  capital del Imperio durante este tiempo fue Tinis. En esta época gobernaron solo dos de reyes,     llamados primera y segunda dinastía, que se consideran los unificadores de Egipto, y de acuerdo con algunas inscripciones y documentos como la Piedra de Palermo, la escritura jeroglífica ya existía en el Delta del Nilo durante la época pretinita.

Los egipcios en su descubrimiento progresivo de la escritura inventaron primero los ideogramas pictográficos representativos de un objeto, después los ideogramas de acciones, y por último la escritura fonética. La escritura jeroglífica poseía unos 800 signos. Para una mayor facilidad en la ejecución de los signos, se inventó más tarde la escritura hierática.

Platón pone en boca de Solón, legislador, poeta y uno de los siete sabios de Grecia, una historia que oyó en Egipto a propósito del origen de Atenas y de cómo ésta hizo frente al amenazador imperio de la Atlántida, isla que acabaría desapareciendo bajo las aguas del Océano. Lo que destaca, ante todo, Platón es la antigüedad de la cultura egipcia respecto de la griega. En este sentido, es muy gráfico el testimonio de un anciano sacerdote egipcio: “ Oh, Solón, Solón: los griegos sois siempre niños, no existe el griego viejo. Todos tenéis almas de jóvenes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y carecéis de conocimientos encanecidos por el tiempo “. A la hora de fijar una cronología aproximada, se refiere a que “ los escritos sagrados,  es decir, los documentos jeroglíficos, establecen los 8.000 años para el orden imperante “ en Egipto.

Para Platón ningún país le podía disputar a Egipto este mérito: “…lo que aquí se conserva es lo más antiguo “ Entre las aportaciones de los egipcios a la cultura universal, se indica en el Timeo, está la constitución de distintas clases en el seno de la sociedad, sacerdotes, guerreros, artesanos, agricultores, pastores y cazadores, y el conocimiento del mundo que nos rodea, es decir, el conjunto de las ciencias, desde la astronomía a la medicina, incluidas las técnicas auxiliares de que se sirven.

La superioridad de la religión egipcia, muestra al filósofo ateniense menos utópico y más realista que en la República, pero igualmente crítico de la religión griega, fragmentada en el panteón olímpico, tan censurado ya en la República como para prohibir  la enseñanza de la poesía que narraba sus hazañas, en los ritos órficos, en las divinidades protectoras de las distintas póleis, y en los cultos familiares, frente a la sólida estructura de la religión de Estado egipcia.

Platón llega en estas páginas incluso a prohibir los cultos y altares domésticos que no hubieran sido autorizados por el Estado, sobre el principio, ya apuntado en República, de la primacía de lo público sobre lo privado, y por su desconfianza en dejar en manos de los particulares los ritos religiosos.

Para él la organización de los cultos religiosos en Egipto y su permanencia en el tiempo habrían de servir de modelo a otros pueblos.” ¿Hay, pues, alguien de nosotros que conozca  un sistema mejor que el de los egipcios? , “ también en materia de educación infantil había que aprender de los egipcios, por sus innovaciones en los métodos de enseñanza.

El año solar  cuya duración era de 365 días,  se debía organizar por ley una fiesta religiosa, sin duda por influencia de los egipcios que ya se regían por él, a diferencia de los griegos que todavía seguían el año lunar.

Platón dejó constancia en los Diálogos de su simpatía hacia Egipto y sus creaciones culturales,  una admiración que se dejo entrever a través de la enseñanza oral dentro de los muros de la Academia.

En su discípulo predilecto, Aristóteles, que convivió en esa Escuela cerca de veinte años, se aprecia, como veremos, la huella platónica aunque con diversa modulación, dadas las diferencias entre los sistemas filosóficos de uno y otro.

 

Ángel Villazón es ingeniero, escritor y periodista cultural, y ha escrito varios libros como son:

  • Goces y sufrimientos en el Medievo
  • Los enanos
  • Los tacos de huitlacoche
  • El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí

Unos son de narrativa histórica y otros imaginarios. Se pueden encontrar en e-book en internet, en la Casa del Libro y en Amazon y el Corte Inglés y tiene una página web:

www.angelvillazon.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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