La cultura Helenistica y el Egipto Faraónico

La civilización griega surgió en el sur de la Península Balcánica, en las islas del mar Egeo y en la costa occidental de Turquía. Dicha civilización se denominó Hélade, por lo que con frecuencia a los griegos se les llama helenos o helénicos.

Tiene su origen en los minoicos, que crearon una civilización marítima y comercial entre el 3000 y el 1500 a. C. en la isla de Creta. Posteriormente los micénicos entre el 1600 y el 1200 a. C. dominaron la Grecia continental y según las leyendas griegas, sus guerreros protagonizaron la Guerra de Troya  hacia el 1200 a. C., después se instaló en Grecia un pueblo procedente del norte cuyo poder se basaba en el conocimiento del hierro que eran los dorios. Después hasta el siglo VIII a. C., vivió una etapa de decadencia social y económica.

Pese a la existencia de ciudades independientes, los griegos tuvieron un sentimiento de unidad cultural ya que compartían una misma lengua, cultura y religión.  La civilización griega se desarrolló en las siguientes etapas:

  • Época arcaica (s. VIII- VI a.C.), los griegos consolidaron las polis y colonizaron las costas del Mediterráneo. Homero, vivió a mediados del siglo VIII a. C., y escribió sus poemas entre 750 y 730 a.C.
  • Época clásica (s. V C.), etapa de mayor esplendor de las polis de Atenas y Esparta.
  • Época helenística (s. IV – II C.), en este tiempo Alejandro Magno conquistó el Imperio persa. Aristóteles Falleció  en el 322 a. C y Platón en el siglo IV a. C
  • Los origenes de la civilizacion griega

El primer dato que se tiene del periodo homérico  fue utilizado para referirse a la región de Tesalia, la patria de los helenos, utilizando la palabra Helade,   en un sentido  amplio geográfico y que hace alusión al conjunto de valores e ideas que conforman la civilización griega.

La Iliada y la Odisea de Homero escritas hacia el siglo VIII antes de Cristo constituyen el  origen cultural de esta civilización, contemplando los episodios clave que conforman la historia de los griegos, como la Guerra de Troya, o los distintos personajes reales y ficticios de su cultura, desde Aquiles y Apolo, pasando por Vulcano o Ulises.

La mentalidad griega tenía dos pilares fundamentales, la tradición mitológica y la racionalidad. Los mitos servían para explicar sus propias tradiciones y costumbres, pero empezaron a perder fuerza, y las explicaciones racionales fueron imponiéndose paulatinamente como modo valido para explica los distintos fenómenos de la naturaleza

Para los griegos del mundo antiguo la idea de Hélade hacía referencia a una forma de compartir y entender la vida. Cada polis o ciudad era totalmente independiente desde un punto de vista político, pero todas ellas tenían una cultura en común, el arte, la política, la filosofía o la ciencia tal y como existen en la actualidad.

Los griegos y de manera especial los atenienses fueron los que inventaron la democracia y el concepto de coudadania.

Las nuevas polis se convierten en unidades político-económicas de carácter autónomo, muchas de ellas sobre un territorio muy reducido y la vida política se articula  en torno al polites, es decir, al ciudadano en plenitud de derechos civiles que asumirá, con distintas fórmulas constitucionales, la dirección de la cosa pública.

De este mundo histórico, desplegado en el extremo oriental del Mediterráneo y democrático en su raíz, brotará lentamente lo que llamamos filosofía. Con frecuencia, los recelos mutuos entre las polis acabaron estallando en conflictos armados pero la concordia pacífica y el ideal panhelénico tomaron cuerpo en alianzas más o menos estables contra un enemigo común, que era el imperio persa. Todas las magistraturas civiles e incluso los estrategas militares, los generales y almirantes, eran elegidos por la asamblea, debiendo rendir cuentas de su gestión ante los ciudadanos de Atenas.

La debilidad crónica de la polis se iría agravando por problemas económicos internos, tales como la reducción alarmante de la producción minera, el empobrecimiento de los artesanos ante la irrupción en el mercado de mano de obra esclava y la desaparición progresiva de los pequeños agricultores, forzados a emigrar para sobrevivir.

Pero el golpe de gracia lo recibieron las ciudades-estado griegas del rey de Macedonia Filipo II, quien, por medios diplomáticos, explotó hábilmente la desunión y debilidad de las propias polis y  aplastó por la fuerza de su gran ejército la resistencia a su dominio.

Quedaba  libre el camino para la conquista del Oriente. Incluso muchos ciudadanos atenienses, alentaban un renacer  panhelenista mediante la creación de un frente común contra Persia, liderado por Macedonia. La realización del sueño imperial de Filipo le correspondería, a su joven hijo Alejandro, formado con un maestro excepcional, Aristóteles.

Busto de Alejandro Magno

Al mando de un formidable ejército de 40.000 hombres, comenzó destruyendo las bases persas en el Mediterráneo oriental, se adentró en Mesopotamia, penetró más tarde  en Persia, donde derrotó a Darío y ocupó las ciudades de Babilonia, Susa, Persépolis y Ecbatana. En contra de la opinión de buena parte de sus oficiales y soldados, cansados ya de guerra, Alejandro Magno, que siempre tenía a su lado un ejemplar de la Ilíada anotada por Aristóteles, continuaría su imparable marcha hacia el este hasta llegar a la India.

Las fronteras del nuevo imperio abarcaban desde el mar Caspio y el Turquestán hasta el Alto Nilo, y desde el océano Índico al Mediterráneo. Grecia quedó inevitablemente empequeñecida en el horizonte que surgió tras la conquista, extendiéndose la lengua griega por Asia y África, al paso de soldados y comerciantes.

Nuevas razas, exóticas culturas y dioses desconocidos irrumpían, en la sociedad griega. La emigración, la pobreza y el desarraigo social eran ya parte de la vida cotidiana.

Aristóteles aconsejaba a su alumno Alejandro Magno que gobernara a los griegos como dirigente político y a los bárbaros como déspota, pues los unos debían ser considerados amigos y los otros, enemigos. Sin embargo, Alejandro Magno, que acariciaba el proyecto de una monarquía universal,  era partidario de integrar las aristocracias de los pueblos conquistados en el sistema de poder imperial.

Fundacion de Alejandria

Alejandría se convirtió en un  nuevo eje cultural. La fusión entre la civilización griega y el mundo oriental que caracteriza al período helenístico encuentra en la ciudad Egipcia  Alejandría, su símbolo por excelencia. Fundada por el propio Alejandro Magno en el Delta del Nilo, se convertirá durante el reinado de los Ptolomeos en el primer puerto del Mediterráneo y en rival de Atenas por su contribución a la ciencia y al arte.

Con sus más de 500.000 habitantes, esta urbe eleva la cultura helenística a su máximo esplendor. Allí, se creó el mayor centro científico de la antigüedad, el Museo  que albergaría a los astrónomos, matemáticos, ingenieros, médicos y geógrafos más famosos de la época como Euclides,  Arquímedes de Siracusa, considerado el más grande matemático, físico e inventor técnico de Grecia, Eratóstenes de Cirene y Aristarco de Samos.

Allí también se levantó la más grande biblioteca del mundo antiguo, con la que sólo podía rivalizar la de Pérgamo. Gramáticos y eruditos iniciarían la publicación de ediciones anotadas de textos clásicos, de diccionarios y traducciones, realizada por judíos alejandrinos helenizados.

A la vieja simpatía de los griegos por Egipto, en la que se mezclaba su admiración hacia una cultura milenaria y el gusto por lo exótico,  se añadía ahora su orgullo por verse reflejados ellos mismos en los mejores logros alejandrinos.

 Como capital del imperio de los Ptolomeos, se convirtió en la gran metrópoli cultural y comercial del Mediterráneo de finales del siglo IV al I a. C,  sucediendo Atenas.

La Biblioteca de Alejandria

Dos acontecimientos definieron la conquista de Egipto por Alejandro Magno, su legitimación simbólica, con la consulta al oráculo de Amón en Siwa, y la fundación de Alejandría. De camino al oasis de Siwa, Alejandro decide la creación de una urbe que constituyera la encrucijada entre Oriente y Occidente. Así, a su regreso, en abril de 331 a. C., tiene lugar la ceremonia de fundación del primer gran emplazamiento que llevaría su nombre.

La ciudad nacería con una vocación impuesta de gran puerto marítimo y comercial abierto al Mediterráneo. No existía ninguna otra ciudad en Egipto que pudiera ejercer esta función, pues todos los grandes centros urbanos de época faraónica estaban ubicados tradicionalmente a orillas del Nilo.

La ciudad fue concebida como una polis griega, en un ambicioso proyecto urbanístico diseñado por el propio Alejandro y hecho realidad por un  arquitecto griego. La planificación comenzó encerrando la ciudad tras unas fuertes murallas defensivas. Las calles, más amplias que las tradicionales griegas, seguían un trazado ortogonal, formando cuadrículas rectangulares, dispuestas de tal manera que el viento del norte refrescara la ciudad en la calurosa estación estival.

 Se convirtió en una gran urbe multicultural, vivida y disfrutada por sus ciudadanos. La planificación urbanística se basó en las necesidades de sus habitantes y contaba con un gran número de espacios públicos ágora, hipódromo, estadio, gimnasio…, embellecidos en cada reinado.

Mercenarios, comerciantes, intelectuales… formaban una población heterogénea que mantuvo sus propias costumbres y cultos. Los repetidos abusos de poder de los gobernantes de la ciudady el choque entre etnias dieron pie a numerosos conflictos sociales. La plebe alejandrina, mayoritariamente formada por el elemento nativo, se distinguió por su carácter insurrecto, protagonizando algunos de los episodios más sangrientos de la historia de la ciudad.

Se convirtió en el principal foco de la cultura griega a la sombra de su museo y su biblioteca. Ambas instituciones tenían, además de una finalidad académica, un significado político de gran relevancia.  La actividad del museo y la biblioteca hizo un centro de creación y de expansión de la herencia griega. Este “helenismo”, a través de la cultura y la educación, sería el referente y el elemento de unión para una sociedad tan heterogénea como la alejandrina, así  se suplía así el vacío de una tradición común. No obstante, esta identidad cultural pasaba por una actitud más bien excluyente hacia lo no griego, es decir, hacia lo propiamente egipcio.

La ciudad de Alejandria

El puerto de Alejandría monopolizaba la exportación de los productos de Egipto. Al comercio del grano se añadía uno de lujo destinado a las élites del mundo helenístico: objetos realizados en lino o vidrio y productos exóticos. Procedentes de las rutas comerciales del corazón de África, especias, oro, plata o marfil entraban a la ciudad mayoritariamente por su tercer puerto, localizado en el lago Mareotis.

Alejandría controlaba también las mercancías originarias de Arabia e India que llegaban a través de los puertos egipcios de la costa del mar Rojo. Los enormes graneros y depósitos públicos reflejan la intensa actividad comercial de la ciudad. Alejandría se presentó también como centro industrial. Destacaba la existencia de talleres de fabricación de papiro y el excelente trabajo del vidrio, así como la elaboración de perfumes y compuestos asociados a la medicina y las prácticas funerarias.

Ruinas de Alejandria

Alejandro saldría de Egipto en mayo de 331 a. C. para reprimir una rebelión en Samaria y proseguir sus campañas en tierra persa. No volvería a pisar suelo egipcio ni vería su sueño hecho realidad.

 

Ángel Villazón Trabanco

Ingeniero Industrial

Doctor en Dirección y Administración de Empresas

 

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