Cosmogonía y religión de los incas – II

Desde la antigüedad todas las culturas del mundo han tenido que asumir una concepción, donde se explican la existencia del mundo y de sí mismo. Esta cosmovisión consideraba que la naturaleza, los seres vivos y la madre tierra son elementos que viven perpetuamente.

El ser humano tiene alma, vida, y también tiene todo lo que lo rodea, plantas, animales y montañas. El hombre y la naturaleza se armonizan y se adaptan para coexistir en la naturaleza, para formar y ser parte de ella.

Los Incas tenían una manera propia de ver al mundo y de dar respuestas a los interrogantes que el hombre se plantea. La concepción de los Incas fue producto de un largo proceso de evolución del pensamiento que el hombre andino realizó desde los comienzos mismos del período formativo. Fue una concepción propia y diferente a la de los europeos, con lo cual enfocó y entendió su mundo, su conducta e imprimió su sello en las relaciones sociales que establecieron los hombres andinos.

 En la cosmovisión del hombre andino, tanto el espacio como el tiempo eran sagrados y tenían una explicación mítica y una representación ritual. En relación con el espacio presentan una concepción dualista.

Ya en la época Wari-Tiahuanacu, el concepto dual ya estaba muy arraigado en estas culturas, que seguramente la tomaron de otras culturas antiguas y la generalizaron a lo largo del territorio que dominaron. Para el hombre andino e los Incas, el espacio horizontal también estaba dividido en dos partes. Cada una de ellas subdividida en otras dos, así, el mundo aparecía compuesto por cuatro planos:

  • Hanan Pachao el mundo de arriba celestial y supraterranal, dioses como el sol, la luna, el rayo, las estrellas, el Arco Iris, etc.
  • Kay Pachao el mundo de aquí y presente, hombres, animales y plantas.
  • Uku Pachao el mundo de abajo, muertos, no natos y las enfermedades.
  • Hawa Pachao el mundo de afuera, lo que existe, pero nuestros sentidos no pueden percibir.

Cada una de estas kanchas es representada simbólicamente por el cóndor,  puma, serpiente y águila respectivamente.

La expresión “Pacha” significa tierra, relacionada con el tiempo y el espacio, de ello surge la expresión «Pachamama«, que es conocida como la divinidad de la tierra, productora de alimentos.

Además el universo que vive, que se mueve, desde la Tierra del hombre viviente, kay pacha, aparece y desaparece a través de dos puentes eternamente renacientes, ubicados en los crepúsculos, de la tarde a la noche a través de chakana puente de espacio tiempo,  y de la noche a la mañana a través del chaka- chaka, puente que va aclarando y despertando el mundo. 

Los incas se consideraban a sí mismos “hijos del sol” y adoptaron el quechua como lengua oficial de su imperio, Tawantisuyu. Para ellos, el hombre y su entorno coexistían perpetuamente interrelacionados en una totalidad dinámica y armónica.

Según la cosmovisión incaica el mundo tiene tres niveles, Uku Pacha, el mundo inferior o mundo de los muertos, de los no nacidos y de lo subterráneo, identificado con lo invisible y con lo femenino. Mundo materialización de la base, el sustrato sin el cual la raíz no puede arraigarse y sin el cual nada puede “crecer”.

Las fuentes, cuevas o cualquier abertura en la superficie terrestre se consideraban vías de comunicación entre Uku Pacha y Kai Pacha, el mundo intermedio asociado con lo masculino, el transitorio mundo terrenal donde viven los seres humanos, quienes se tienen que esforzar en ser justos para ganar el derecho de cruzar un puente hecho de pelo y así llegar a Hanan Pacha, el mundo superior o celestial, donde habitan sus dioses.

La religión incaica se suma a una filosofía de respeto a las fuerzas de la naturaleza, promoviendo el culto a elementos naturales como montañas, cataratas, nubes, etcétera, como a animales, sobre todo jaguares, serpientes y cóndores. Se rendía culto a Inti, sol, por su importancia para las actividades agropecuarias y agrícolas.

Pachamama, madre tierra, divinidad femenina relacionada con la tierra, Pachacámac, alma del mundo, divinidad subterránea capaz de producir terremotos y otorgar alimentos, que compartía con Viracocha el atributo de haber organizado el mundo, y Mama Quilla, luna, la hermana y esposa del sol con quien formaba la suprema dualidad divina.

El poblador andino concebía la Tierra como un disco plano rodeado de la bóveda celeste. Los relatos históricos basados en la tradición oral indican que, desde tiempos ancestrales, la observación del cielo tuvo una fuerte motivación agrícola y ganadera. Los gobernantes incas fomentaron la observación del cielo y la incorporaron en la ideología del Estado con la finalidad de legitimar el orden social del Tawantisuyu. Esta actividad se realizaba sistemáticamente en el Ushnu, observatorio, desde donde se estudiaban los objetos y los fenómenos celestes. Se sabe que los incas conocían la eclíptica y que eran capaces de predecir los eclipses lunares, aunque según su concepción, estos se producían cuando un puma o una serpiente trataba de devorar a la luna, y por eso se reunían, esperando el momento, para hacer mucho ruido y espantar al depredador. Después del eclipse, el pueblo celebraba su éxito ya que la luna seguía brillando en el cielo.

Con relación a las estrellas, los incas concibieron un cielo poblado de animales, con la peculiaridad de que los “ubicaban” tanto en los sectores estrellados como en los de total oscuridad, en las regiones oscuras entre las zonas brillantes inmediatas a la Vía Láctea. Para los incas, la Vía Láctea era un río, de allí su nombre: Mayu (gran río).

Allí ubicaban a la constelación de Yacana, la que otorgaba su fuerza vital o alma, a las llamas. Se cuenta que, a media noche, sin que nadie la observe, Yacana bebe toda el agua del mar, porque de no hacerlo, el mar inundaría el mundo entero.

No existen registros “escritos” de la observación del cielo en el orbe andino, sin embargo, la evidencia de su aplicación se manifiesta en el cómputo de los días, las semanas, las estaciones del año y en los calendarios. El calendario solar incaico consistía en un año de 365 días, repartidos en 12 meses de 30 días y cinco días intercalados. Por otra parte, a partir del estudio de los quipus ó cordeles de colores con nudos, sabemos que conocieron la revolución sinódica de los planetas con admirable exactitud.

Desde tiempos anteriores a los incas, las civilizaciones andinas creían en la existencia de mundos, ciclos y edades anteriores, que era una constante en la América del Sur precolombina.

La concepción andina tiene una explicación de que los hombres o grupos de Ayllus, siempre procedían del subsuelo que eran llamado «Pacarinas» y creían que cuando los hombres mueren, se reunían con los dioses del más allá, que estaban en el cielo.

El mundo podía ser calificado como macho o hembra, sin ser «macho» superior a la «hembra» o a la inversa, sino que se complementaban y se necesitaban. A este dualismo se le llama yanantin ​ y a la relación de sujetos del mismo género se denomina masintin, la suma llegan a formar el Tawantin – suyu. ​

Tenían una visión dualista del mundo, que se puede apreciar en todos los ámbitos del incario, desde la composición social hasta la religión.

 

Chacana símbolo de la dualidad.

Cosmovisión andina. Representa a los cuatro mundos

De acuerdo a esta concepción dual del hombre andino, frente a la Pachamama, diosa del mundo de abajo, había una divinidad equivalente en el mundo de Hanan Pacha, que vendría a ser Viracocha. Este dios habría tenido gran influencia en el área sur del Perú, entre el Cuzco y el Lago Titicaca, donde es presentado como la divinidad más importante.

Según los mitos cuzqueños Viracocha, después de haber realizado la primera ordenación del mundo, mandando al cielo, al sol y a la luna, procedió a dividir el mundo en cuatro partes.

Posteriormente ordenó salir a los hombres de las cuevas, de las fuentes, de los precipicios, es decir del subsuelo en las regiones de Chinchaysuyo y Collasuyo, mientras sus ayudantes hacían lo propio en Antisuyo y Contisuyo.

Así se realizó la interacción entre Viracocha y Pachamama, entre el cielo y la tierra, y el Kay Pacha sería el resultado de esta vinculación. En el mito, el sol aparece como pareja de Pachamama.

Eran politeístas y creían que el mundo tenía cuatro edades, cada una de las cuales se representaba con un sol distinto. Según ellos, las tres primeras edades se habían terminado con un cataclismo que puso fin a la población existente. En la cuarta edad, los incas tenían la misión de regenerar la humanidad.

Los dioses más adorados eran Inti y Viracocha y según su mitología, Viracocha había creado a los hombres y había puesto en el cielo, el Sol y la Luna. Creían que este dios había otorgado a la humanidad los dones de la palabra, de la agricultura y del tejido. Después, bajo la promesa de volver, se había marchado caminando por las aguas hacia el oeste.

El dios Sol, se creía que era ancestro directo del linaje de los monarcas incas y era venerado como dios patrono del imperio y cuidador de la sociedad inca.

Para los incas, la muerte era un pasaje sagrado hacia la siguiente vida, creían en la inmortalidad del alma después de la muerte, desarrollaron complejas técnicas de momificación y creían en la existencia de tres mundos interrelacionados:

  1. Hanan Pacha, mundo de arriba, celestial o supraterrenal. Era mundo celestial y solo las personas justas podían entrar en ella, cruzando un puente hecho de pelo. En la tradición andina se definió al Hanan Pacha como el mundo superior donde habitaban los dioses como Viracocha, Inti, Mama Quilla, Pachacamac, Mama Cocha, etc. Era representado por el cóndor, ave ancestral de los Andes.
  2. Kay Pacha, mundo del presente y de aquí. Es el nombre del mundo terrenal, donde habitan los seres humanos y pasan sus vidas. Representado por el puma, animal de a pie, del mundo terrestre.
  3. Uku Pacha,mundo de abajo o mundo de los muertos. Era el mundo de abajo o mundo de los muertos, de los niños no nacidos y todo lo que estaba debajo de la superficie de la tierra o del mar. Las fuentes, cuevas u otras de las aberturas de la superficie terrestre eran considerados líneas de comunicación entre el Uku Pacha y el Kay Pacha. Representado por la serpiente, animal rastrero y de las profundidades.

Respetaban ciertos lugares y objetos sagrados, a los que llamaban huacas, como lagosvolcanes, cerros o cimas de las montañas. Allí construían pequeños altares y rendían culto a sus antepasados.

El culto imperial era dirigido por un sumo sacerdote, llamado Villac Umu, que presidía el consejo integrado por diez sacerdotes de alto rango. Las fiestas religiosas más importantes se celebraban en junio y diciembre, y contaban con la presencia del emperador Sapa Inca. Allí se realizaban rituales que incluían bailes y cantos, y se dedicaban ofrendas a los dioses, como hojas de coca, caracoles, chicha, sangre y corazones de llama. En estas fiestas, además, los

Las creencias del pueblo eran distintas a las de la clase gobernante, la cual rendía culto a un ser supremo que adoptaba diferentes nombres. El culto al Sol y a Viracocha, por ser creador del mundo oscuro, fue impuesto en forma oficial a toda la población campesina.


El culto al dios supuso un concepto de lo abstracto y de lo intelectual, y estaba destinado solo a la nobleza. Viracocha, al igual que otros dioses, fue un dios nómada y tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro. Este pájaro, no es otro que el Corikente de las tradiciones orales, el picaflor de oro, mensajero de los dioses, cuyas plumas servían para la mascaipacha, o corona imperial del Inca.

Inti era el dios sol y dios supremo, que ejercía la soberanía de la actualidad en el plano divino, Hanan Pacha. Era hijo del dios sol del mundo antiguo, Ñaupapacha que reinaba sobre el ser humano, en el mundo actual KaypachaInti era la divinidad popular más importante del imperio incaico, adorado en varios santuarios. Se le entregaban ofrendas de oro, plata y ganado, así como las llamadas Vírgenes del Sol.

También se le hacían ofrendas humanas en el mes de los Capac hucha, la cual muchas veces consistía en reos de muerte, como dios más importante.

Wiracocha, «Dios de todo lo creado»

Mama Quilla, Luna. Era la madre luna y esposa de Inti, madre del firmamento, de ella se tenía una estatua en el Templo del Sol, en el que una Orden de Sacerdotisas le rendía culto. Los antiguos moche a diferencia de los incas, consideraban a la Luna la deidad principal.

Pacha Mama, llamada también Madre Tierra ya que era la encargada de propiciar la fertilidad en los campos. Se le tributaban ofrendas o pagos.

Pachacámac, reedición de Viracocha, el cual era venerado en la Costa Central del imperio incaico. Era conocido como el dios de los temblores, y su culto hizo un aparente sincretismo con el actual Señor de los Milagros, el cual tiene rasgos de este antiguo dios pagano según la historiadora María Rostworowski.

Mama Sara, la Madre Maíz o del alimento, la más importante de las conopas, representaciones religiosas de los alimentos junto con la coca y papa.

Mama Cocha Madre del Mar, a quien se le rendía culto para calmar las aguas bravas y para la buena pesca. Era la madre que representaba todo lo que era femenino.

Otras deidades importantes eran Illapa, dios del trueno que provocaba las lluvias, Pachamama, diosa madre de la tierra, Quilla, la Luna, esposa del Sol, y Mamacocha, madre de las aguas, venerada por los pescadores.

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