Zona arqueologica de la Ciudad de Mexico – El Templo Mayor I

El Templo Mayor o Gran Templo de México es un recinto que comprende una serie de construcciones, edificios, torres, a cada una de estas construcciones piramidales la denomina él torrecu​. Este sería el adoratorio indígena, pudiendo haber varios adoratorios por torre y un patio, el espacio físico donde se ubicaban las mismas, cercado por una pared que contaba con unas puertas que daban acceso a las calzadas principales de la ciudad.

En la actualidad a la principal torre de todas, que tiene dos adoratorios, dos teocalli,  se le conoce como Templo Mayor, Huey Teuccalli,  ‘Templo Principal’ en náhuatl, ​ y el espacio físico donde se ubicaba, como Recinto del Templo Mayor , y fueron el centro absoluto de la vida religiosa mexica, esto es, la de los aztecas de México-Tenochtitlan.

En el Recinto del Templo Mayor confluían los aspectos más importantes de la vida política, religiosa su mitología y económica de los mexicas, aquí tenían lugar desde las fiestas que el tonalpohualli marcaba hasta la entronización de tlatoanis y funerales de viejos gobernantes.

La construcción del templo principal de este recinto se realizó en siete etapas y alcanzó una altura aproximada de 45 metros.

El hallazgo de un gran monolito en pleno centro de Ciudad de México dio inicio a la excavación del recinto más sagrado de los aztecas en 1978.

Fue en febrero de 1978 cuando un grupo de trabajadores de la compañía eléctrica mexicana se disponía a renovar el cableado, en el centro de Ciudad de México. Apenas habían profundizado dos metros cuando toparon con una roca enorme y circular en la que se atisbaban extraños grabados. Dieron parte a la central, que se puso en contacto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia. 

Tras dos meses de trabajos exhaustivos para liberarlo de los sedimentos que lo apresaban, el monolito se mostró al mundo en todo su esplendor. La escultura era inmensa, con un diámetro que sobrepasaba los tres metros, y un peso superior a las ocho toneladas.

Coyolxauhqui, diosa medica de la luna. Monolito hallado en el Templo Mayor de Tenochtitlán.

Museo nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México.

Su estado de conservación era excepcional. Los especialistas comprobaron enseguida que se trataba de una imagen de Coyolxauhqui, la diosa lunar, hermana de Huitzilopochtli, representación del sol, dios principal del panteón azteca. Tras entablar un durísimo combate cósmico con su hermano, Coyolxauhqui fue desmembrada y arrojada desde la montaña sagrada de Coatepec. 

El templo mayor. Coronado por los santuarios de Tlaloc y Huitzilopochtli. Codex Ixtlilxochitl, 1550.

La escultura se localizó a los pies de la escalinata principal del templo Mayor, el lugar donde Axayácatl, sexto gobernante de Tenochtitlán y padre de Moctezuma II, la había depositado entre los años 1469 y 1481. 

Después de la conquista española de Tenochtitlán, en 1521, el templo Mayor azteca fue desmontado piedra a piedra y quedó cubierto por las nuevas construcciones del México colonial.

Pero la zona del templo se mantuvo como centro neurálgico de la ciudad, y en ocasiones aparecían espectaculares vestigios aztecas, como el monolito de la diosa Coatlicue y el llamado calendario azteca, conocido como la Piedra del Sol, descubiertos por 1790. 

Dos sapos, animales vinculados al dios de la lluvia Tlaloc, al pie de la escalinata que conducía a su templo en la cima de la pirámide.

En 1933, en 1948 y durante la década de los sesenta se realizaron intentos de excavar el templo Mayor, pero se enfrentaban a la reticencia de las autoridades ante una intervención arqueológica de gran envergadura en pleno centro de la ciudad, lo que suponía tener que cortar el tráfico en las calles adyacentes y expropiar varios inmuebles. 

Hizo falta un hallazgo tan importante como el de Coyolxauhqui, en 1978, para que se delimitara un área de 40.000 metros cuadrados donde se puso en marcha una de las excavaciones arqueológicas más fascinantes y productivas del siglo XX: el Proyecto Templo Mayor. Sus objetivos eran tres: reunir toda la información histórica y arqueológica ya existente sobre el templo Mayor; analizar los descubrimientos desde prismas tan variados como la antropología, la botánica, la historia o la biología, mediante un equipo multidisciplinar amplísimo; y por último, contrastar los hallazgos con el testimonio de las fuentes escritas. 

También se ha comprobado que a lo largo de esas fases no se modificó la forma del edificio: una pirámide coronada por dos templos, dedicados a los dioses Tlaloc y a Huitzilopochtli, que alcanzó unas dimensiones extraordinarias, 80 metros de lado por 60 metros de altura, en cuya construcción se emplearon 130.000 toneladas de materiales. Tampoco cambió su programa decorativo, centrado en Huitzilopochtli y Tlaloc, a quienes estaba dedicado el recinto. 

Sacrificios humanos en el codex Azcatitlan. Mediados del siglo XVI.

Cada una de las fases desenterradas contenía 7000 ofrendas, más de siete mil objetos en total, que han diseñado un nuevo mapa político, económico y geográfico del desarrollo azteca, más complejo de lo que hasta ahora se pensaba.

Otros descubrimientos han confirmado las noticias de las fuentes escritas, como las referidas al sacrificio de niños al dios Tlaloc, aunque los estudios de ADN han demostrado que más de la mitad de las víctimas estaban enfermas. La presencia de urnas funerarias o cinerarias en el interior del templo, tal vez de gobernantes o personajes relevantes, demuestra la práctica de la incineración de cadáveres.

Han sido muchos los logros del proyecto: una nueva visión del Imperio azteca, una inusitada actividad cultural, publicaciones, conferencias, exposiciones, la construcción de un museo para albergar los hallazgos, y la creación, en 1991, de un proyecto de arqueología urbana para conocer la verdadera dimensión del recinto sagrado de Tenochtitlán. 

A lo largo de este proyecto, se han sucedido hallazgos de espectaculares monumentos de la cultura azteca como las esculturas de Mictlantecuhtli, dios del inframundo, y los guerreros águila de tamaño natural, todas descubiertas en 1982, o el enorme monolito de Tlaltecuhtli, en 2006, de 4 metros de diámetro y 12,5 toneladas.

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