Desde el fin Calcolítico hay grupos humanos que se establecen en La Jara. En esta época,
el arte de tejer y trenzar para fabricar utensilios está documentado. No hay trazas de tejidos
propiamente dichos en La Jara, pero de este periodo sí tenemos restos de pesas de telar y fusaiolas para hilar en El Castrejón de Aldeanueva de San Bartolomé (Aldeanovita) y en el yacimiento de Manzanas, en la Herencias. Era mucha la tecnicidad empleada, desde grupos especializados para comerciar la producción, a grupos que confeccionaban para el uso doméstico.
Las primeras materias para obtener el hilo fueron las fibras liberianas, extraidas del floema en el
interior de la corteza del árbol. Estas materias se dejarían en remojo para después obtener las hebras, torcerlas, haciendo posteriormente un damiado con las fibras. Con las más espesas se confeccionan esterillas y con las finas los primeros tejidos.
EL LINO
Las gentes comienzan a tejer bandas para cinturones, diademas y demás tejidos estrechos.
Otra de las primeras fibras obtenidas sería el lino, primero salvaje y luego ya cultivado, el cáñamo y
el esparto, como el que se ha encontrado en la Cueva de los Murciélagos en Granada, en forma de
alpargatas tejidas con este material.
Al igual que con la corteza de árbol, el lino se deja pudrir en el agua para después de su secado,
quitar la corteza y machacar los tallos para acceder a los filamentos interiores, que después de
peinados, obtendríamos esa filasa para poder hilarlos.
Los toponimios en La Jara son muchos, donde se conservan « Linares » y en relación a lugares
húmedos y frescos donde se cultivaba esta planta.
En los anales alcaudetanos, Jiménez de Gregorio nos cuenta que;
EL 25 de mayo de 1573, Matías González, vecino de Alcaudete, paga ocho maravedíes y medio por
un linar en propiedad del Consejo de Talavera.
En 1640, Diego Hernández posee un linar en Alcaudete, que linda con el caudal del molino de
Santos de Meneses y con el camino que va a Talavera y el linar de Juan Díaz.
En 1640, arriendo de un linar por Juan Ollero.
Otro tenía Bartolome Ollero en el camino de Talavera.
El material utilizado para hilar la fibra es muy simple, ya que el hilo no es más que una
superposición de fibras, unas detrás de otras y para que se junten establemente, se les tuerce. Las
torsiones pueden ser en forma de S o de Z. Después de haber hecho dos hilos torcidos, hacia la
derecha del ejecutante en Z, se unen y se vuelven a torcer hacia la izquierda, esta vez en forma de S.
Así se obtiene una hebra de hilo resistente, ya que la torsión secundaria sujeta la torsión primaria
dando solidez al conjunto. Para ello nos ayudamos de un utensilio muy simple, el huso.
El huso se compone de un palo, más o menos grande, dependiendo del grosor del hilo deseado. A
una extremidad, un peso o fusaiola, hecha lo más habitualmente de arcilla cocida en la lumbre y de
forma redondeada, de madera y las menos de piedra. A la otra extremidad se talla un pequeño
gancho para poder sujetar el hilo que se esté trabajando.
Una vez obtenida la filasa que vamos a trabajar, bien de lino que hemos dejado pudrir en el agua,
descascarillado, peinado y hecho madeja para hilar. O bien, la lana esquilada, lavada y cardada.
Estiramos la fibra con la mano izquierda y sujetando con la derecha el otro extremo de la misma,
junto con el huso, procedemos a la torsión. Para ello hay dos formas; bien utilizando la pierna como
apoyo y torciendo la fibra entre el muslo y la palma de la mano, enrollando luego esta torsión en el
huso o bien, haciendo girar sobre sí mismo el huso, mientras sujetamos la fibra estirada a el otro
extremo de la mano.
Esta técnica de hilado con huso se ha utilizado desde el periodo Neolítico hasta la Edad Media que
se comienzan a utilizar las ruecas.
Desde esta época ya se teje con tabletas, que son unos cuadrados de unos cinco centímetros hechos
de madera, arcilla cocida o de hueso, perforados en sus cuatro esquinas, donde se introducen los
hilos en los agujeros y con el volteado de estas tabletas hacia adelante o hacia atrás, se realiza un
tejido con dibujo esquemático y con colores. Desde el final de este periodo se tiene constancia de
tintes en tejidos, con Rubia tinctorum en rojo y azul obtenido con Isatis.
Un ejemplo, son las placas encontradas en la Peña del Águila, de Muñogalindo, Ávila. (Luz M.
Cardito Rollán. Manufacturas textiles).
En el yacimiento de Los Castillos, de Las Herencias, al margen izquierdo del río Tajo, se
encontraron pesas de telar y placas de telar, con agujeros para dos y cuatro hilos. (Álvaro et
alli.1985)
El cardado de la lana, se realiza con cardos « Dipsacus fullonum », o cardo de cardadores. Otro
procedimiento para preparar la lana, antes de hilarla, es el peinado. Con el cardado lo que
obtenemos es que las fibras esten vaporosas y limpias, pero no ordenadas en la misma dirección.
Con el peinado, sí.
Los telares, que en el periodo Calcolítico fueron palos clavados en el suelo donde se colocaban los
hilos para preparar la urdimbre (hilos perpendiculares delante de la persona que teje) se transforman
en la Edad de Bronce y de Hierro en una armadura de palos de pie, sufridos sobre una pared donde
poder tejer, que permiten realizar lienzos más largos que en época antigua, ya que la urdimbre se
enrolla en varias pesas que cuelgan del bastidor y que vamos desenrollando según avanza el trabajo,
quedando el tejido arriba.
Ya hemos dicho que el tejido se compone de urdimbre y de la trama, hilo horizontal, que va
cubriendo algunos de los hilos de la urdimbre, dotando de solidez al tejido y con infinitas
variaciones de colores y figuras, como el tartán.
Del asentamiento beréber en La Jara, hay un centro como el de la Ciudad de Vascos, en
Navalmoralejo, de donde también salieron fusaiolas, un dedal de bronce de tres centímetros y medio,
doce agujas, dos fragmentos de templen (barra articulada para mantener el ancho del tejido mientras
se realiza), cuatro empuñaduras o remates de rueca en hueso.
Con la llegada de los bereberes y árabes, se introduce en España el cultivo de algodón y sobre todo
de la seda.
En la Edad Media, aparte de la introducción de la rueca, también aparecen los telares horinzontales,
el de tira y el de foso. Se utilizaran hasta la era industrial, en la que aparece el jakard o a cartones.
Grandes centros sederos fueron Granada y Toledo. Para entrar en el mercado de la ciudad de Toledo,
se pagaba como impuesto un maravedí por libra de seda, tres reales por cada pieza de guerguilla,
picotes y estameñas y dos reales por cincuenta varas de bayeta de la tierra.
Tejidos
La Bayeta es una tela de lana poco tupida.
Jerguilla es una tela delgada de seda o de lana.
Españoletas, como la Estameña, es una lana sencilla en urdimbre y trama de estambre.
Felpa, de seda o de algodón, tiene pelo.
Filoseda, de lana y seda o de seda y algodón. Se le tuerce un hilo de seda al alma de lana o algodón.
Flanela es un tejido fino de lana o algodón y finamente cardado por una de sus caras. Una vez
realizado el tejido, con una carda se peina y van saliendo fibras en toda su supeficie.
Fustán es una tela gruesa de algodón.
Gasa es una tela de seda o algodón muy clara y fina.
Paño es una tela áspera y basta, muy tupida.
Picote es una tela áspera y basta de pelo de cabra.
Sayal es un tejido basto y labrado de lana burda.
Serafinas son estameñas estampadas, también llamadas indianas, que comenzaron a llegar a Europa
a través de la Compañía de Indias y se importaban de Inglaterra.
LA LANA
La lana llega posteriormente. Después de una selección de animales que dan cada vez más jarra
(subpelo producido por el animal en la época fría debajo del pelo liso), la oveja se asemejaba más a
una cabra que al animal que hoy conocemos. La cabra cachemir produce este subpelo de igual
manera.
El Honrado Concejo de la Mesta fue creado en 1273 por Alfonso X, protegiéndose a la importante
ganadería ovina castellana y sus merinas, que producían la lana más fina (de 22 a 24 micrones) con
lo que se obtenían paños de media calidad, llevando toda la lana de primera a Barcelona, Francia y
sobre todo Países Bajos, donde se tejían, teñían y después de tres años regresaban a España.
Las merinas bajaban a Alcaudete desde Navamorcuende atravesando Talavera para ir a Los
Extremos.
A las puertas de La Jara se creó una manufactura de lana en Calzada de Oropesa, una fábrica de
sayales que comenzó su andadura en 1705 y cerró después de la Guerra de la Independencia,
teniendo constancia de su cierre definitivo en 1812. (Jesús Gómez Cora)
En 1716, la vara de sayal negro se vende a 6 reales, la de paño blanco a 9 reales y tres cuartos.
Otro centro importante de manufactura de la lana era Navalmoral de Pusa, antes de su fusión con
Navalmoral de Toledo.
En 1721, hay doce tejedores, dos batanes (con los que se abatanaba el paño, reduciendo la
superficie del tejido, pero dejándolo casi impermeable gracias a las cualidades de la lana), una
prensa para estameñas, produciendo 12000 varas y 800 de guerguilla. Esta manufactura daba
trabajo a hilanderas (dependiendo de su habilidad, daban paños de mejor o peor calidad) y a
cardadores y peinadores. Estos no podían ejercer otro oficio que el que tenían. Siendo tejedor no
podía teñir, y siendo peinador no podía cardar.
Para la urdimbre, personalmente, prefiero la lana peinada, ya que resiste mejor a la tracción y al
frotamiento del peine.
Las basquiñas que utilizan hilo simple en la urdimbre tienen una hebra muy retorcida, aumentando
su solidez y dando también un brillo al tejido. Las estameñas se tintaban con Zumaque para el negro,
requiriendo también personal cualificado para ello.
El color
Una distinción esencial para mí es el tinte grande y el chico. Del chico no hablaré, porque si bien
hay muchas plantas, frutos, raíces y demás, que hacen bonitos colores, estos no resisten a la luz del
sol ni al lavado.
Gran tinte llamo al color que « no se le come el sol ». El azul se obtiene con Índigo y Isatis, bien en
cuba de orina o de fermentación directa o una vez obtenido el polvo con hidrosulfito.
El rojo con la raíz de Rubia tinctorum, con la cochinilla y con el kermes, el cual se ha utilizado
durante siglos antes de la llegada de la cochinilla de América.
El amarillo se obtiene con cascara de granada y sobre todo la Reseda
El verde se obtiene tiñendo en amarillo y después en azul, igual que un pintor hace su mezcla de
pigmentos.
El blanco, el pardo, el marrón y el gris se obtienen de manera natural de la lana de diferentes razas
de ovejas.
De los colores primarios del primer baño, a una nuancía cada vez más clara, según el pigmento, se
va acabando por baños sucesivos.
Para que el color se fije y sea más intenso, se procede al mordentado de la fibra, bien en madeja o a
granel antes de ser hilada. Para el mordentado se emplean sales metálicas, como el cobre, el hierro y
el alumbre.
La lana basta era la que se trabajaba en la comarca de La Jara, valiendo 32 reales la arroba y
llegando la producción local a 3000 arrobas en el término de Navalmoral de Pusa. La lana fina que
tenía un valor de 75 reales la arroba se exportaba.
Madoz cuenta que también se producían estameñas, moradas y pardas.
En Guadalupe se abre la escuela de bordados, una fábrica de pellejinas, una de paños y cordeletes, y
también una tanería. Se tejían guerguillas, picotes y mantas que abastecían al pueblo
(Maecos. M.Dolores y larruga)
LA SEDA
Es antigua la producción de seda en Alcaudete, ya que desde la época del dominio árabe de Talavera
de la Reina, ya se tejía. Entre 1750 y 1754 se forma el censo de población del Marqués de la
Ensenada. En Alcaudete de la Jara, a la pregunta treinta y tres, de dicho censo, responden :
« Que hay en dicho lugar, el trato de cría de seda, entre los más de un vecino, que dan una onza de
semilla (asi se le denomina a las semillas del gusano Bombix mori) y cada onza produce cuarenta
libras de capullo y que cada diez libras de capullo, vienen sacándose una de seda en vara y el precio
de la libra de esta, es de cuarenta reales »
Después, esta seda se produciría para la Real Fábrica de Sedas de Talavera de la Reina, situándose
los pueblos productores a veinte leguas de esta ciudad. Por eso, tanto Alcaudete como Belvís
trabajaban para ella.
Talavera consume 280.000 libras de capullo, reducido a 17.000 de elaborada. Tiene 354 telares. La
libra vale de 4 a 4,5 reales de vellón.
Cuando José Cornide visita las Real Fábrica de Sedas, se producen ; tafetanes, terciopelos lisos y
rizados, labrados de miniaturas, cintas lisas de telas de oro y plata, así como medias. Estas medias
se vendían en Perú. Se trabajaban las medias bien en telar estrecho o haciéndose de punto. También
había tejedores que trabajaban en sus casas haciendo cintas y cordones de pasamantería. Estas
medias se llevaban por encima de la rodilla y atadas por debajo de esta, con cintas, ya que la liga
elástica no aparece hasta los años cincuenta del siglo XX.
En Alcaudete, a la pregunta 33 del censo, se responde que : « hay un maestro sastre, que lo es
Manuel García de Lázaro y Manuel González Higuera, por un jornal diario de tres reales. Una
gallina valía tres reales.
Que hay un oficial tejedor de lienzos, a quien regulan por día que trabaja tres reales. Los oficiales
tejedores debían pasar un examen y tenían al menos un aprendiz. El aprendizaje duraba tres años
mínimo y solo se podían poner a su cuenta si el oficial daba su consentimiento, para que luego
entrase en el gremio. Todos estos requisitos eran necesarios, ya que los veedores controlaban el
trabajo de los tejedores y podían garantizar así la calidad uniforme de los tejidos.
Desde la Edad Media los tejidos salían con un sello o plomo, que garantizaba la composición como
primera calidad o de ordinario.
En Belvís de la Jara, hay un sastre que le llaman Julián Díaz Toledano y un tejedor que es Pedro
Gutiérrez, con tres reales de jornal
En Espinoso del Rey, hay diez tejedores de lienzos a los que se regula a cada uno un jornal de tres
reales de vellón. Seguramente estos trabajasen para Navalmoral de Pusa.
En Campillo de la Jara, hay un tejedor de lienzos, que es Juan González Monsoe, que consideran de
utilidad, y que al día trabaja tres reales de vellón.
Hay un sastre, que lo es Gregorio González, que lo consideran de utilidad en la misma forma, cuatro
reales.
En Campillo se registran los últimos telares de la comarca, tejiendo las mantas traperas, hechas de
tiras de telas usadas.
También en Campillo se tiene constancia de tejedores de procedencia morisca. También hay
moriscos en Alcaudete de la Jara. En 1483, en los usufructos del Patronato Cardenalicio, aparece
Gonzalo López de Alcaudete y Mari Álvarez, su mujer, así como García Mortines del Moral,
moriscos. Estas comunidades marginales, que ya fuesen descendientes de moros o de
judíos conversos, se dedicaban a oficios como sastre, tejedor y zapatero.En Alcaudete de la Jara hay
constancia de judaizantes procesados por la Inquisición en 1736. Familias como; Francisco Laguna,
sastre. Manuel Rodríguez, zapatero. Francisco de Paz, Diego Juárez, Lucía Rodriguez, natural de
Belvís, Domingo Gómez, hijo de Antonio y de Ana Núñez y residentes en Espinoso, pero naturales
de Alcaudete, Felipa Núñez, conocida como la Pañera. Ella y sus hijos dedicados al negocio de la
lana.
En estas tierras de La Jara hasta ya entrado el siglo XX, se veían a mujeres llevar las faldas a modo
de las moriscas, esto es, con la parte de atrás de la falda sobre la cabeza y arropándose con ella,
dejando ver el refajo. Esta usanza se ve aún en Argelia y Marruecos, en descendientes de moriscos
que se instalaron allí después de la expulsión.
Los tejedores de lienzos, tejían a pedido, eso quiere decir que las familias cultivaban el lino en las
tierras llamadas linares, lo hacían podrir, lo peinaban e hilaban. Y es este hilo, producido en las
casas, lo que después tejían los tejedores en telares de setenta a ochenta de ancho, para los ajuares
de la casa, juntando los anchos para hacer las sábanas de cama, la camisa de mujer y de hombre y
las sábanas de la mortaja.
La producción de lana se comercializaba en arrobas. En 1750, en Campillo de la Jara se paga la
arroba a treinta y cinco reales y el queso a quince. La arroba corresponde a once kilogramos y
medio, cuya equivalencia son 25 libras. Un quintal serían cuarenta y seis kilogramos la arroba.
Este quintal se utiliza para pesar el lino, el algodón y la lana.
En Pueblanueva, todas las profesiones (zapateros, agricultores, jornaleros o albañiles) o viudas
como María de Antonio o Ana González están implicadas en la cría de gusano de seda, a sazón de
media onza de semilla.
Que hay fábrica de lana y lienzos, tejedores y cardadores, que no pueden decir el número de
maestros y oficiales, debido a su cantidad. Los oficiales cobran dos reales y los tejedores tres reales.
En Sevilleja, hay siete tejedores que se les remunera cuatro reales, cuatro sastres que ganan lo
mismo y un zapatero que lo hará por cinco reales.
Testamentos En Alcaudete de la Jara de 1809 a 1843
En los testamentos de varias vecinas de Alcaudete, como Jacinta Espinosa, que tenía casa en calle
Olivares, María Pinero, viuda de Nicolás del Amo, Ysacia García-Portillo y Dorotea Gómez
podemos ver tanto el valor del textil, hasta la indumentaria de la mujer en este pueblo. Se observa :
Una blusa de lienzo viejo. 20 reales
Dos varas de lienzo. 16 reales
Diez y seis varas de cintas de varios colores. 24 reales
Una sábana de lienzo inglés. 43 reales
Otra de lienzo casero. 63 reales
Dos sábanas de estopa nuevas. 90 reales
Un mantel de tres varas y media. 30 reales
Una sábana de lienzo con desilado. 45 reales
Una colcha casera de filoseda de colores. 160 reales
Una alforja de lana. 4 reales
Un costal viejo. 5 reales
Un colchón de telín bien poblado. 80 reales
Una sábana de lienzo casero. 27 reales
Una colcha de indiana. 40 reales
Una colcha de filoseda. 300 reales
Jacinta Espinosa deja a Manuel Dovallo lo siguiente :
Un mantillo de sarga bueno, un pañuelo francés grande, otro blanco bordado de tres puntas, una
basquina de franela buena y el jubón bueno de lo mismo.
Ysacia Garcia –Portillo quiere que se la mortaje con jubón y basquina de estameña negra.
En 1807, María Paz Alcantara, mujer de Remigio García-Portillo quiere que se la mortaje con
basquina y jubón negros y pañuelos blancos en cabeza y cuello.
Las ropas que dejan son las siguientes.
Un zagalejo (especie de enagua, antes llamado también guardapiés)
Blusa de lienzo viejo. 20 reales
Un zagalejo de indiana color café. 40 reales
Un par de medias de lana blancas. 5 reales
Una chaqueta de paño de Segovia con botones dorados. 25 reales
Otra de lo mismo nueva. 60 reales
Unos calzones. 35 reales
Dos pares de calzoncillos de lienzo nuevos. 36 reales
Un chaleco de filoseda con botones filigranados dorados. 34 reales
Dos justillos de cotonada. 16 reales
Un jubón de percal azul y dorado bueno. 12 reales
Unas enaguas de lienzo casero nuevas. 30 reales
Dos camisas de mujer de Coruña con guarnición de muselina nuevas. 44 reales
En 1843 Dorotea Gómez deja :
Un guardapiés de bayeta encarnado (en lana). 18 reales
Un guardapiés de estameña. 36 reales
Un zagalejo de colores (normalmente rayados). 24 reales
Una basquina de estameña negra. 40 reales
Un jubón de estameña negro. 30 reales
Un mantillo de franela (se utilizaba para cubrir la cabeza).
Un mandil nuevo de percal. 9 reales
Un pañuelo de lágrimas (pequeño de bolsillo).
MANTELES
Si bien la reputación de bordados y desilados en mantelerias la tiene Lagartera, no hay que olvidar
que todos los pueblos de La Jara han trabajado para esta localidad.
Llegaban los lienzos finos a los pueblos directamente de Lagartera y Valdeverdeja, a casa de las
repartidoras, y aunque había mujeres que hacían todo el trabajo del dobladillo, desilao, relleno y
bordado, lo más común era que una hiciese el dobladillo de cuarenta manteles, otra el desilao y así
hasta el acabado final.
En los comienzos, estos manteles, colchas, sábanas y talles, se hacían en « hilo », como se decía,
telas de lino, pero desgraciadamente, con el paso de los años y ya al principio de los años ochenta
del siglo XX, el tejido sintético era lo más común. Se trabajaba más fácilmente, no se arrugaba
como el lino, pero no dejaban de ser fibras derivadas del petróleo.
En Alcaudete, las telas para hacer estos manteles las distribuían personas como « la tía rebonita »
Baena y por último, Admiración.
Bibliografía
Delincuencia y conflictividad morisca en tierras de Toledo (Miguel Fernando Gómez Vozmediano)
Vascos-Ricardo Izquierdo Benito.
Serranía críptica-José Luis Buitrago González.
Nombres de telas 1797 Ewa Stala.
Evidencias de producción textil Edad de Bronce-Ricardo E. Basso Rial.
Fábrica de sayales de la provincia de las dos Castillas de los Agustinos Recoletos en la Calzada de
Oropesa-Jesús Gómez Jara.
Poblamiento desde el Calcolítico a la Primera Edad de Hierro-Kenia Muñoz López-Astilleros.
La población en el Señorío de Valdepusa Fernando Jiménez de Gregorio.
Sandalias de esparto del Neolítico. La primera técnica textil-Susana Consuegra.
La organización gremial textil de Toledo-Ricardo Izquierdo Benito.
Autora: Zianya Hellebuyck