Pintura Italiana del Renacimiento – Paolo Verones

Fue un pintor del renacimiento italiano, uno de los maestros más destacados de la escuela veneciana. Su verdadero nombre era Paolo Caliari, el apodo Veronese hace referencia a Verona, su ciudad natal, en donde se formó como pintor en el taller de Antonio Badile, buen exponente de la tradición local. Esta tradición se convirtió en parte fundamental del estilo de Veronese a lo largo de toda su carrera, incluso después de su traslado en 1553 a Venecia. Nació en 1528 en Verona y era  hijo de un picapedrero llamado Gabriel

y  fue una figura central del manierismo veneciano, siendo uno de los tres grandes maestros de la pintura veneciana en la segunda mitad del siglo XVI, junto con ­Tiziano y Tintoretto.

Pintó sus primeras obras independientes, en torno a 1546, para clientes y edificios de Verona, pero ya en 1550-1551 trabajaba para familias patricias de Venecia.

Junto con Tintoretto, se convirtió en la figura dominante de la pintura veneciana de su generación. Recibió numerosos e importantes encargos religiosos y seculares, entre los que se cuentan los de tema mitológico.

En el año 1548 realizó el Retablo Bevilacqua-Lazise de San Fermo. En 1552 trabajó en Mantua para el cardenal Ercole Gonzaga y un año después se trasladó a Venecia, donde realizó los frescos del Palacio Ducal y participó en la decoración de la Biblioteca de San Marcos, obteniendo el prestigioso Collar de Oro. En 1552 pintó La tentación de san Antonio para la catedral de Mantua.

En 1555 realizó el majestuoso Retablo de Giustiniani en San Francesco della Vignia e inició la decoración de la iglesia de San Sebastián, realizando las telas de la Sacristía, Coronación de María y Evangelistas; en esta época también realizó los frescos de la Villa Barbaro en Maser.

Entre sus colores había un predominio de azules, naranjas, blancos plateados y amarillo limón.

Fue asimismo un buen retratista, el Retrato de Familia o el Matrimonio Da Porto y la Familia Cuccina dan muestra de ello. En sus obras el Martirio de Santa Justina de Padua, Retablo de San Zacarías de Venecia, La adoración de los Reyes Magos de Londres y la familia de Alejandro, se refleja su mundo decorativo y magnífico, donde los principios naturalistas se subliman a nivel grandioso y ornamental.
En 1562 pintó su gran obra Las bodas de Caná, donde se retrató como músico en un cuarteto formado por él, su hermano Benedetto, Tiziano y Tintoretto. Realizó numerosas versiones de La Última Cena, donde el lujo escenográfico preocupó tanto al Santo Oficio, que censuró La Cena realizada para los dominicos de San Juan y San Pablo.

En su madurez pintó La Crucifixión, Moisés salvado de las aguas, Jesús y el centurión, La Piedad y varias obras mitológicas como, Alegorías del Amor, pintadas para el emperador Rodolfo II.

En 1566 contrajo matrimonio con la hija de su maestro, y tuvieron numerosos hijos, entre ellos Gabriel y Carletto, quienes fueron sus colaboradores.

Fruto de esas relaciones fue que en 1553 se le llamara a participar en la decoración de los techos de varias salas de consejos del Palacio Ducal, y un par de años después dejó definitivamente Verona para afincarse en Venecia. El autor del programa iconográfico del techo de la sala del Consejo de los Diez era el clérigo y humanista eminente ­Daniele Barbaro, y gracias a él Veronés recibió hacia 1560 el encargo de decorar la villa de la familia Barbaro en Maser, cerca de Castelfranco, también sobre programa de Daniele. Otro contacto importante surgido de los trabajos para el Palacio Ducal fue el de Girolamo Grimani, procurador de San Marcos, que llevó consigo a Veronés formando parte de una embajada a Roma (en 1555 o 1560), y en cuya memoria el pintor realizaría después el cuadro de altar de San Giuseppe di Castello. El apoyo temprano de una red de patricios ricos e influyentes significó que la carrera de Veronés fuera mucho más venturosa que la de su rival Tintoretto, y la cadena de oro con que se recompensó su participación en la decoración de la sala de lectura de la Biblioteca en 1557 no es sino un ejemplo más de una serie casi ininterrumpida de éxitos públicos.

En 1555 inició un decenio de actividad para la iglesia de San Sebastián, y en 1562-1563 ejecutó otro encargo importante para un cliente mo­nás­­tico, las enormes Bodas de Caná para el refectorio de San Giorgio Maggiore.

Otra escena de banquete, el llamado Festín en casa de Leví, no fue bien vista por la Inquisición y la comparecencia de Veronés ante ese tribunal en 1573 constituye uno de los escasísimos reveses de su carrera. Pero todo indica que conservó el favor de las autoridades seculares, ya que poco después se le adjudicó la parte principal en la redecoración de las salas del Colegio y el Antecolegio del Palacio Ducal, y probablemente en 1582 ganó, el concurso para pintar el Paraíso en la sala del Gran Consejo.

 

Antes de morir Tiziano en 1576, Veronés no recibía muchos encargos fuera del Venecia, pero a partir de entonces fue solicitado por Felipe II, y por el emperador Rodolfo II desde Praga.

En las dos últimas décadas de su vida recurrió cada vez más a la ayuda de distintos miembros de su familia, entre ellos sus dos hijos pintores, pero siguió pintando obras de insuperable calidad.

Se inclinó por colores mas claros que los de sus contemporáneos de Venecia, quizá debido a sus tempranas experiencias de fresquista; al mismo tiempo fue el auténtico heredero de Tiziano en cuanto a libertad y brillantez de la factura, que evoca sensualmente una gran diversidad de calidades. También desde el comienzo manifestó inclinación por los trajes suntuosos y los accesorios pintorescos, con personajes apuestos y lujosamente ataviados que se recortan sobre arquitecturas de blancura deslumbrante y se acompañan de perros, caballos u otros animales. Esas notas son muy visibles en sus banquetes de gran tamaño, pero también aparecen en obras de formato más modesto, como el Jesús y el centurión.

En el Jesús y el centurión. Además de sugerir un sutil diálogo psicológico entre los protagonistas, son varios los modos en que la obra alude directamente a que el mensaje de salvación de Jesús no iba dirigido solo a los judíos, sino también a los gentiles.

Después de Tiziano, Veronés fue el más importante pintor veneciano de mitolo­gías del siglo XVI. Su enfoque de este género suele ser alegre, con frecuentes toques de humor. Fue también un gran retratista, y desarrolló el uso del formato de cuerpo entero de Tiziano, que tendría importantes consecuencias para los retratos barrocos del siglo XVII.

El único cuadro de Veronés del que se sabe con certeza que llegó a España en vida del artista es la Anunciación, que Felipe II encargó para el retablo del altar mayor de la basílica, pero no fue colocado en su lugar de destino. En vano se intentó convencer al artista para que viniera a España en 1585.

Paolo Veronese falleció el 19 de abril de 1588 en Venecia.

 

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