Masaccio revolucionará la pintura aportando soluciones nuevas, aunque murió en plena juventud, con tan sólo veintisiete años, pero lo que hizo en su corta vida fue suficiente para constituirse en el verdadero pilar del nuevo estilo pictórico, borrando de la pintura florentina todo resto del pasado.
Su estilo inspirado en la escultura de Donatello, concede gran importancia a la expresión, a los gestos de sus personajes y al empleo de la luz, y mostró en sus obras el gusto naturalista para los fondos, paisajes o arquitectura, y dotó a las figuras de peso, volumen y construyó racionalmente el espacio mediante la aplicación de la perspectiva.
Su monumentalismo está inspirado en las estatuas y en las obras de Donatello por las que Masaccio sentía especial admiración. La expresividad de los rostros aporta una gran sensación de realismo, reforzada por los gestos.
Presuntos retratos de Masolino, Masaccio, Alberti y Brunelleschi 1428, Iglesia del Carmen, capilla Brancacci. Florencia
Sus obras clave fueron las pinturas al fresco que realizó para la capilla Brancacci de la iglesia del Carmine de Florencia, Adán y Eva o El tributo de la moneda entre otras.
El Pago del tributo, fresco. Florencia, Santa Maria del Carmine, Capilla Brancacci.
El tributo de la moneda con una temática religiosa narra la llegada de Jesús con sus apóstoles a Cafarnaum, recogida en el Evangelio según San Mateo, en tres episodios dentro de la misma composición: en el centro contemplamos al recaudador solicitando el tributo a Cristo y éste indicando a Pedro que en el agua encontrará el dinero, en el fondo, a la izquierda, observamos a san Pedro sacando una moneda de la boca de un pez y en la derecha el pago del tributo ante una construcción.
Al ubicar al recaudador de espaldas, el maestro intenta involucrarnos en la escena y hacernos partícipes del episodio. La luz inunda la composición, resaltando los colores empleados, que también sirven para dar efecto de perspectiva a la obra colocando los más cálidos en primer plano y los más fríos al fondo y el efecto volumétrico de los personajes, interesándose por la anatomía, como se puede ver en las piernas del recaudador, mientras que los apóstoles ocultan sus cuerpos bajo pesadas túnicas.
La arquitectura es algo arcaica, pero sirve para obtener perspectiva. Esta obra será un referente para muchos pintores renacentistas como Ucello, Piero della Francesca, etc. Es una pintura donde se hace presente el anacronismo, sitúando la escena en una arquitectura renacentista, siendo la vestimenta típica de esa época.
En la escena del Pago del tributo, la arquitectura es de una gran desnudez formal: una cierta fragilidad en las estructuras, especialmente en el arco de la bóveda de crucería, un cierto énfasis en la variedad de nivel de las escaleras entre los peldaños de la derecha, delimitados por un pequeño muro de piedra y los altos peldaños formando una especie de zócalo, delante de la puerta en arco. Esta insistencia geométrica contribuye a dibujar mejor la profundidad de la perspectiva, la rigidez, en contraste con la naturaleza y del paisaje abierto. La ventana enrejada, el simple marco de las puertas, los agujeros para las vigas, los vanos de las ventanas con los ganchos para los postigos.
En la Trinidad que realizó para la iglesia de Sta. Maria Novella de Florencia, se aprecia el esfuerzo realizado para lograr una perfecta composición en perspectiva, muy cerca del espíritu de Brunelleschi.
Influirá en artistas como Botticelli, Fra Filippo Lippi o Miguel Ángel.
Masaccio, como pintor se aleja del arte minucioso de los miniaturistas y comienza por pintar paisajes, abandona el deslumbrante esplendor de los cortejos y procesiones del Gótico. Lo sustituye por colinas áridas, sobrias procesiones y simplicidad de los ropajes. El rostro de sus personajes ya no está marcado por visiones místicas, sino por visiones de la realidad que en la apertura al mundo de la época, que se lleva a cabo en el fresco San Pedro en el trono, es donde da un reflejo preciso, representándolo en compañía de Brunelleschi y Masolino, de la importancia de las relaciones florentinas.
Empieza esa gran lección para todo el Renacimiento, y que hará de la capilla Brancacci, una academia de pintura, un lugar de formación, meditación y ejercicio para el estudio figurativo, por un admirador suyo, Miguel Ángel Buonarroti, tercera y última figura de un trío de personas iniciado en el Trecento por Giotto, donde Masaccio representa la figura central.
La éxito de la pintura de Masaccio, se basa en tres obras realizadas en los últimos cuatro años de su vida: el Políptico de Pisa , los frescos con la Vida de San Pedro de la Capilla Brancacci de Florencia, y el fresco La Trinidad en Santa Maria Novella.
En el siglo V griego o en el siglo XIII italiano, cada vez que el arte se esfuerza en representar la estructura y el tamaño del cuerpo humano, los escultores se encuentran en la vanguardia, mientras que el pintor tiene que luchar para crear la ilusión de profundidad sobre una base en dos dimensiones.
Masaccio da esta gran expresividad al acto de la meditación a sus monumentales figuras, envueltas en pesados ropajes, cumpliendo con todas las características del San Juan Evangelista, del San Marcos o del Profeta Jeremías de Donatello.
La arquitectura de La Trinidad confiere grandeza y gravedad a las formas elegantes de Brunelleschi. Se trata de la invención por este último de la perspectiva artificial que proporciona el marco conceptual y los medios técnicos de la revolución artística del Renacimiento.
Por último, permite la creación con una precisión científica, de la ilusión en tres dimensiones, definida por la posición teórica del espectador en el espacio real. Es así como el punto de fuga de los edificios de El Pago del tributo se encuentra sobre la cabeza de Cristo, poniendo de relieve la importancia del personaje central.
En el caso de La Trinidad, que es un compendio de perspectiva y arquitectura, Masaccio le debía a Brunelleschi el proyecto de la perspectiva. Variando sus métodos, hizo con diversos ángulos visuales, escorzos mucho mejores que los dibujados por cualquiera antes que él, pero tuvo que realizar su propia investigación sobre la perspectiva y también tuvo que tener un conocimiento personal del lenguaje arquitectónico.
Además de la concepción del espacio y de la perspectiva, se pueden encontrar los valores de «composición», los cuales entran en la historia.
En el Políptico de Pisa, hoy en Berlín, se pueden encontrar importantes referencias arquitectónicas. La primera escena, el Martirio de San Pedro, se lleva a cabo entre dos muros sesgados, construidos con apretadas líneas de piedra, detrás de los cuales se desarrolla una arquitectura adornada con simples pilastras acanaladas y terminada con una sencilla cornisa.
La cueva de la Adoración de los Magos, es concebida como una estructura simple, con las diagonales sostienen el techo que alberga la Sagrada Familia como si se tratara de un dosel, que acompaña la diagonal dibujada por el manto de la Virgen sentada, formando contraste con la silla dorada que evoca lo antiguo.
Crucifixión de San Pedro
Decapitación de san Juan el Bautista
Adoración de los Magos. 1426, Masaccio.
En el Políptico de Pisa, en su tabla central, se puede ver uno de los manifiestos arquitectónicos que nos ha llegado de la mano de Masaccio. El trono se eleva sobre un alto escalón con el friso estrigilado, de tal manera que parece un homenaje a los frisos del Hospital de los Inocentes de Brunelleschi, como una declaración de fidelidad brunelleschiana que para indica el punto central y la bilateralidad de la simetría. Si el homenaje a Brunelleschi es sensible e inteligente, es una forma de homenaje crítico.
El conocido como Desco del parto del Museo de Berlín que representa una escena de nacimiento, implica una nueva elección desde el punto de vista de la perspectiva en arquitectura, posiblemente el más ambicioso después de La Trinidad. La novedad reside en la asimetría de la composición: el punto superior del arco central ha sido desplazado ligeramente hacia la izquierda, como también la mitad de la ventana que lo culmina, lo que permite mostrar a la derecha un arco casi entero. Las referencias al Hospital de los Inocentes de Brunelleschi, y más particularmente al Claustro de Mujeres, son explícitas, pero declinado en una versión del románico florentino que no se encuentra en las obras del arquitecto. Los colores del «desco» son intensos, con sus blancos marmóreos y sus negros, sus columnas de piedra y el azul intenso de las bóvedas de crucería del interior del claustro. Es el tema de la decoración del «cielo» en el ábside de la Sacristía Vieja, aquí sin decoración.
La escena de San Pedro curando con su sombra, es una escena urbana, donde se establece un dialogo típicamente florentino entre edificios anónimos. Dos construcciones abren y cierran la perspectiva de la calle. La primera, a la izquierda, es un palacio con un almohadillado irregular, con puertas sin arquitrabes. Al fondo, cerrando la perspectiva de la calle, una iglesia, cuya importancia ha sido puesta de relieve con la restauración de los frescos. La iglesia contrasta con el espacio descrito tan a menudo como un espacio pobre. Sirve como fondo de perspectiva de una ciudad del Renacimiento, de una ciudad clásica con monumentos, donde las características arquitecturales de los materiales y la decoración, anuncian una arquitectura albertiana.
San Pedro sanando con su sombra. Capilla Brancacci. Florencia
La escena de la Distribución de los bienes y la muerte de Ananías, a la derecha del altar, presenta un espacio abierto entre campo y ciudad, con una tipología muy expresiva de los edificios.
La resurrección del hijo de Teófilo y el Sermón de san Pedro.
Los desnudos que aparecen en el Bautismo de los neófitos, muestran la fragilidad de los que están sin ropa, y no sólo porque tienen frío, sino porque la prenda representa el rango, que sirve para protegerse, pero también definir la situación social de la persona.
En el Pago del tributo, los detalles del pescador y su caña de pescar, cuya línea está hecha con una cuerda, los personajes están vestidos a la moda del siglo XV, rodeados de los apóstoles cubiertos con togas a la romana.
Vasari lo describe así: «En la historia donde san Pedro bautiza, aparece un desnudo que tirita entre otros bautizados congelándose de frío, conducido con muy bonito relieve y de suave manera». Hay que señalar también el agua corriente del río que salpica las piernas del neófito, y la que san Pedro derrama sobre la cabeza de éste último, que hace aparecer une ligera efervescencia al tocar sus cabellos y luego rebota en el río. También es interesante remarcar la sombra de los asistentes o la barba incipiente de uno de los personajes que tiene la oreja doblada por su turbante.
Masaccio, pintor refinado y sabio, integra en las representaciones del espacio, imágenes de la ciudad que escaparon incluso a Brunelleschi. Masaccio se sitúa en la línea del renacimiento toscano inspirándose en venerables edificios visibles en la ciudad y en sus alrededores: el Baptisterio, San Miniato, la vieja iglesia de la Badia de Fiesole, San Jacopo Soprarno, San Salvatore dell’Archivescovado, la colegiata de Empoli, lo que conduce a resultados que no coinciden con la búsqueda y selección de su amigo Brunelleschi, e incluso se apartan de él por sus originales trazados.
La noticia de su muerte, llegó a Florencia a finales de junio, se registró a toda prisa en el registro de los impuestos por un funcionario. Una fuente de principios del siglo XVI deja suponer un envenenamiento, y se refiere a la consternación de Brunelleschi, cuando tuvo noticia de la muerte de su amigo.