Fue un gran creador de imágenes extrañas, cómicas y de escenas descabelladas, y puso su vena satírica al servicio de un discurso moral alineado con la doctrina tradicional de la Iglesia catolica, con alusiones al pecado, la transitoriedad de la vida y la locura del hombre que no sigue el ejemplo de los santos en su imitación de Cristo, tal como enseñaban los Hermanos de la Vida Comun, muy influyentes en el entorno del Bosco y su principal novedad radica en la utilización de elementos burlescos y jocosos.
Su originalidad estriba en la creación de imágenes fantásticas y en haber recogido una tradición propia de las artes marginales para aplicarla a la pintura sobre tabla, propia de los retablos
Al ver sus pinturas se ve que utilizaba capas de pintura tan finas que a menudo dejaba que se viesen los fondos. En algunos aspectos su técnica carecía del refinamiento propio de los primitivos holandeses.
Pero esa nueva técnica, que por otra parte no era exclusiva del Bosco, permitía al pintor trabajar más rápido, al secarse antes las finas capas de color, y con menor coste. Sobre una preparación a base de blanco de creta aplicada sobre el soporte, el Bosco dibujaba a pincel y con un material oscuro con algo de carbón en su composición.
En el Jardín de las delicias se ha advertido la presencia, tras la figura de Adán, además, en la figura monocroma de Dios Padre pintado en las puertas exteriores del mismo tríptico,
Lo primero que vemos su carácter imaginativo y moralizante expresado a través de elementos como la sátira y la burla. Utiliza muchos elementos fantásticos, que podríamos denominar surrealistas, pues parecen sacados de sueños y pesadillas.
La imaginación popular del momento estaba plagada de imágenes fantásticas y monstruosas y ciertamente El Bosco estaba nutrido de imaginería a través de tratados iconográficos, de grabados, de literatura, etc.
Detalle del búho que aparece de nuevo para torturas a los ricos y avaros.
La aportación de El Bosco en la pintura flamenca es haber elevado la iconografía fantástica propia de las artes menores a la importancia de la pintura al óleo o sobre tabla, reservada a la liturgia o a la devoción piadosa. Trasciende para crear un estilo único y su impacto en la época fue tal que ejerció una importante influencia en los pintores venideros como Pieter Bruegel el Viejo y consigue dar a sus cuadros una función social, aun dentro de su profundo sentido moral católico. Mira con dureza el entorno, y no escatima en denunciar la hipocresía eclesiástica cuando es necesario.
El Paraíso. Dios, Adán y Eva junto al árbol de la vida.
Se pueden observar la rareza de las formas geométricas y la construcción de múltiples escenas concatenadas pero autónomas. Frecuentemente conforman paneles del mundo terreno y del infierno y a menudo un ambiente coral de estruendo plácido y sufriente respectivamente.
Grupos en conversación y en actos eróticos.
Los espectadores conversan entre sí. La pieza, por tanto, pretende ser un reflejo de lo que ocurre en el entorno social.
El Bosco fue un pintor de élite, que puede considerarse conservador a pesar de su frondosa imaginación. Fue también un hombre culto, bien informado y documentado, acostumbrado a la lectura.
Como miembro de la cofradía de Nuestra Señora, y bajo la influencia de la espiritualidad de los Hermanos de la Vida, El Bosco logró explorar a profundidad la moralidad católica y como un profeta, quiso dar señales sobre las contradicciones humanas y el destino de los pecadores.
Tríptico del carro de heno
En 1593 se incorporaron al monasterio de El Escorial pinturas del Bosco, la más importante de ellas El jardín de las delicias, que el documento de entrega describía como una pintura con dos puertas al mundo.
En último lugar, pero «de grandísimo ingenio, al que pertenecían los trípticos del carro de heno, fundado en el profeta Isaias, “ Toda carne es heno y toda su gloria como flor de campo”, y El jardín de las delicias, cuyo centro es una fresa o madroñuelo, «que en algunas partes llaman mayotas, cosa que apenas se gusta cuando es acabada».71
El jardín de las delicias es la obra más emblemática de El Bosco, un tríptico pintado al óleo, elaborado hacia 1490 o 1500. Cuando permanece cerrado, contemplamos dos paneles en que se representa el tercer día de la creación. Al abrirlo, los tres paneles interiores representan el paraíso, la vida terrenal, el jardín de las delicias, y el infierno.
Parece imaginar el mundo tal como en su época se concebía, una Tierra plana, rodeada de una masa de agua, pero envuelve a la Tierra en una de esfera de cristal, prefigurando la imagen de un mundo redondo. Dios observa desde lo alto, esquina superior izquierda, en un momento que parecería ser más bien, el amanecer del cuarto día. Dios creador lleva una corona y un libro abierto en sus manos, las escrituras, que pronto se harán vida.
El jardín de las delicias, tríptico abierto.
El panel izquierdo corresponde al paraíso. Se puede observar a Dios creador con los rasgos de Jesús. Este sostiene a Eva de la muñeca, como símbolo de que se la entrega a Adán, quien yace en el suelo con los pies superpuestos en sus extremos.
A la izquierda de Adán, está el árbol de la vida, un drago, árbol exótico propio de las islas de Canarias, Cabo Verde y Madeira, del que El Bosco solo pudo saber por medio de reproducciones gráficas. Este árbol se asociaba antiguamente a la vida, pues se creía que su jugo carmesí tenía propiedades curativas.
En la franja central y a la derecha, se encuentra el árbol del conocimiento del bien y del mal, rodeado por una serpiente. Este yace sobre una roca con perfil humanoide, probablemente símbolo del mal escondido.
En el centro destaca una fuente alegórica a los cuatro ríos del Edén que atraviesa verticalmente el espacio cual obelisco, símbolo de la fuente de la vida y la fertilidad. En su base, se encuentra una esfera con un orificio, donde se observa a un búho que contempla la escena imperturbable. Se trata del mal que acecha desde el principio al ser humano, esperando el tiempo de la condenación.
A lo largo de toda la escena se ve toda suerte de animales marítimos, terrestres y voladores, incluidos algunos animales exóticos, como las jirafas y los elefantes; también vemos seres fantásticos, como el unicornio y el hipocampo. Muchos de los animales están en lucha.
El Bosco tenía conocimiento de muchos animales naturales y mitológicos por medio de los bestiarios y relatos de viajeros publicados en la época.
El El jardín de las delicias, panel central
El panel central corresponde a la representación del mundo terrenal, al que simbólicamente se le refiere en la actualidad como “el jardín de las delicias”. Se representa a decenas de personas totalmente desnudas, blancas y negras, distraídos mientras disfrutan de toda clase de placeres, especialmente sexuales, y son incapaces de advertir el destino que les espera. Unos personajes miran al público, otros comen frutos, pero, en general, todos conversan entre sí.
Para la época del pintor la desnudez en la pintura era inaceptable, excepto que se tratara de la representación de los personajes mitológicos, como Venus y Marte y, Adán y Eva, cuyo fin último era aleccionador.
Gracias al ambiente algo más permisivo del Renacimiento, El Bosco representa la desnudez de personajes comunes, pero, lo justifica como ejercicio moralizador.
Aves monumentales. Abajo a la izquierda, un búho observa.
Vemos aves y peces gigantes, y mamíferos de escalas variadas. La vegetación y, muy especialmente las frutas de tamaños descomunales, forman parte de la escena.
El madroño tendrá, de hecho, una aparición recurrente. Se trata de una fruta a que se le consideraba capaz de emborrachar, ya que fermenta con el calor y su consumo excesivo genera intoxicación. Fresas, zarzamoras y cerezas son otras de las frutas que aparecen, asociadas a la tentación y la mortalidad, al amor y al erotismo respectivamente. No podían quedar fuera las manzanas, símbolo de la tentación y el pecado.
Piscina central, rodeada de jinetes en diferentes animales.
En la franja superior y en el centro, se encuentra una alegoría a la fuente del paraíso, ahora agrietada. Esta fuente completa un total de cinco construcciones fantásticas. Sus fracturas son símbolo del carácter efímero de los placeres humanos.
Esfera central, resquebrajada, mientras los personajes practican actos eróticos.
Al centro del plano, se observa una piscina llena de mujeres rodeadas por jinetes que montan toda clase de cuadrúpedos. Estos grupos de jinetes se asocian a los pecados capitales, especialmente la lujuria en sus diferentes manifestaciones.
En el infierno, destaca la figura central del hombre-árbol, al que se identifica con el demonio. En el infierno, este parece ser el único personaje que mira hacia el espectador.
En esta sección las personas reciben su merecido por los pecados cometidos en el jardín de las delicias. Son torturados con los mismos elementos que disfrutaron en el jardín de las delicias. El Bosco condena aquí el juego, la música profana, la lujuria, la codicia y avaricia, la hipocresía, el alcoholismo, etc.
El protagonismo de los instrumentos musicales usados como armas de tortura, le ha merecido a este panel el nombre popular de “infierno musical”. Asimismo, el infierno se representa como un espacio de contrastes entre el frío y el calor extremos. Esto se debe a que en la Edad Media existían varias imágenes simbólicas de lo que podría ser un infierno. Algunas estaban asociadas al fuego eterno y otras al frío extremo.
Detalle del agua helada y los patinadores.
En la parte superior del panel del infierno, vemos cómo múltiples incendios se precipitan sobre las almas en desgracia, como si de una escena de guerra se tratase y debajo del hombre-árbol, vemos una escena de frío extremo, con un lago congelado sobre el que danzan unos patinadores. Uno de ellos cae al agua invernal y lucha por salir.
El jardín de las delicias, 1505
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas
Ángel Villazón, de origen mexicano, tiene una página web dedicada a la Narrativa, al Arte, a la Cultura, a la Gastronomía Mexicana, etc., donde puedes leer muchos relatos y artículos, además de poder comprar sus libros