Fernando Leal, 1896-1964, fundador ideológico y plástico del movimiento mural, nació en la ciudad de México, donde participó en la renovación del ambiente cultural de México. desde 1910
Conocía a Amado Nervo, a López Velarde y a Antonio Caso, entre otros intelectuales de la época. Bajo la dirección de Alfredo Ramos Martínez, colabora en 1913 en la primera Escuela de Pintura al Aire Libre de Santa Anita, llamada Barbizon.
Fernando Leal, Los danzantes de Chalma, 1922-1923. Colegio de San Ildefonso.
En 1921, pinta Campamento de un coronel zapatista, primer cuadro de tema revolucionario considerado piedra angular del Movimiento Muralista y de la Escuela Mexicana de pintura. En 1921, Leal inició su obra mural en el Colegio de San Ildefonso, tras ser invitado por José Vasconcelos para intervenir los murales de la Escuela Nacional Preparatoria.
Leal realiza el mural Los Danzantes de Chalma en la escalera principal, obra que sintetiza las vanguardias y el clasicismo de la pintura occidental a través de un dialogo que evoca las danzas indígenas, símbolo de la devoción que persiste en los ritos católicos como sincretismo religioso.
El maestro consideraba que la representación debía complementarse con el tema elegido por su compañero Jean Charlot, quien representó un tema historicista en su mural La masacre en el Templo Mayor. De esta manera, la escalera de San Ildefonso, se convirtió en el germen del movimiento muralista mexicano, con una experimentación en la que dialogaban pasado y presente dentro de un mismo proceso cultural.
Conocedor profundo de las raíces indígenas, Leal representó en su mural una danza de gran dinamismo, un drama profundamente humano en el que todas las escalas de los sentimientos, los prejuicios y los atavismos adquirieron por vez primera una sonoridad equivalente.
En 1922, por instrucciones de José Vasconcelos, Fernando Leal invita al núcleo de pintores que a su lado habrán de iniciar el muralismo, Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas, Emilio García Cahêro y Jean Charlot, y ejecutó Los danzantes de Chalma en la Escuela Nacional Preparatoria, del Colegio de San Ildefonso.
El nombre de Chalma proviene del náhuatl, challi, borde circular, y máitl, mano, que significa “al lado del borde circular”. Chalma, pueblo del municipio de Malinalco, ubicado en el Estado de México, había sido durante la época precortesiana uno de los centros ceremoniales más visitados. En 1545 los frailes agustinos ahí encontraron dentro de una cueva la imagen de Tezcatlipoca, llamada por los cronistas Oztoteótl, “dios de la cueva”, la cual sustituyeron por un Cristo Negro.
Leal retoma en Los danzantes de Chalma la composición piramidal que utilizó en Campamento de un coronel zapatista, donde en la cúspide se encuentra la imagen de la Virgen de Guadalupe sobre el sombrero del zapatista en el centro del cuadro.
“Campamento de un coronel zapatista”, 1921-1922.
El capitán de los danzantes, figura central del mural que porta en su penacho la imagen de la Virgen de Guadalupe, es un autorretrato de Fernando Leal quien, con la mirada inmersa en el trance ceremonial, alentada probablemente por el consumo del peyote, observa la tragedia que se representa en el mural de enfrente, la Caída de Tenochtitlan o Matanza del Templo Mayor, de Jean Charlot. De un mural al otro se observa a sí mismo en el retrato homenaje que le hace Charlot, en su muro, quien se autorretrata al lado del propio Leal y de Diego Rivera.
En 1927, recibió el encargo para la realización de los murales de la Secretaría de Salud mientras el edificio todavía estaba en construcción. La escala de la vida se divide en tres momentos: el primero, El malacatonche, donde dos niños juegan en movimiento circular, alusión al carácter cíclico de la vida; a su lado, rompiendo la perspectiva formada por el ángulo diédrico del muro en un segundo momento del fresco, aparece un joven, El adolescente, estilizado con un perfil semejante al de un conejo que sostiene y que ofrece a La adolescente. El conejo representa al dios Toxtli, mensajero de los dioses, símbolo de la luna en el mundo azteca y también en el extremo oriente, en Japón. El tercer fragmento, Juventud, representa a una pareja en abrazo amoroso, inspirado por El poema de la almohada del grabador japonés Utamaro. El pintor envuelve a la pareja en el ritmo del caracol Nautilius que al mismo tiempo es espiral logarítmica y símbolo del dios Ehécatl, divinidad del viento y transfiguración de Quetzalcóatl. En su abrazo, la pareja, en contraste de blanco y oscuro, recompone el círculo del Ying-Yang, sobrepuesto a la espiral que la envuelve, regresando así al movimiento eternamente cíclico del Malacatonche.
Todo el conjunto tiene como fondo la continuidad de una muralla de nopales con tunas, que evocan corazones humanos, necesarios para el sacrificio a los dioses antiguos y el constante renacer de la vida, en la permanente lucha entre Huitzilopoztli y Tezcatlipoca, El Día y la Noche.
Durante 1928, Bernardo Gastélum, jefe del Departamento de Salubridad de 1925 a 1929 y mecenas del grupo de los Contemporáneos, tomó una decisión autoritaria: mandó destruir los murales recientemente concluidos al ser considerados “inmorales”, por la presencia de la pareja besándose con el seno femenino al descubierto.
También en 1928, Fernando Leal y Ramón Alva de la Canal, acompañados por Gabriel Fernández Ledesma, Fermín Revueltas y Francisco Díaz de León, fundan el Grupo de Pintores Revolucionarios ¡30-30!, inspirados en el calibre de los fusiles de la Revolución: ¡Atención, ¡30-30! va a disparar!
El primero de julio apareció la primera revista del Grupo de pintores revolucionarios 30-30, fundada por Leal y Alva de la Canal, a la que le siguen otros tres números, quedando el cuarto inédito, dedicado a las vanguardias rusas.
En 1930, al conmemorarse cien años de la muerte de Simón Bolívar, Pedro de Alba, director de la Escuela Nacional Preparatoria, encargó a Fernando Leal la decoración del vestíbulo del anfiteatro, que a partir de entonces lleva el nombre de Simón Bolívar.
El ciclo de 9 frescos, La epopeya bolivariana y los libertadores de América, representa uno de los conjuntos de mayor relieve de la historia del muralismo, la expansión del ideal libertario y antimperialista indoamericano y el anticipado reclamo a la necesidad de soberanía sobre la riqueza petrolera.
En 1930, Fernando Leal cerró el ciclo del movimiento en San Ildefonso cuando regresó al anfiteatro de la preparatoria para realizar la serie de frescos La epopeya bolivariana y los libertadores de América, compartiendo la ideología del Libertador de América con una alegoría de la historia latinoamericana resuelta en tres momentos: La infancia de Bolívar, la Batalla de Junín y la Muerte de Simón Bolívar.
En 1935 en Panamá, por invitación del rector del Instituto Nacional de Panamá, Octavio Méndez Pereyra, Fernando Leal realiza el Neptuno encadenado, en el Aula Máxima de dicha institución. Fresco antiimperialista con el que el muralismo mexicano se expande por vez primera hacia Centroamérica.
Este mural se centraba de manera crítica, en el análisis de la intervención estadounidense en la zona del canal. El presidente de la república de Panamá, Harmodio Arias, ordenó la destrucción de la obra antes de ser concluida, con pretextos racistas, al condenar a Leal por haber representado a Panamá con personajes mulatos, temiendo posibles reacciones norteamericanas.
Organizaciones sindicales, asociaciones civiles y proletarias se volcaron a las calles de Panamá para protestar contra el régimen. El grupo Henri Barbusse y el Partido Socialista lanzaron un Manifiesto comparando a Harmodio Arias y a Méndez Pereyra con los ”quema-libros” de la Italia fascista y la Alemania nazi. En la Asamblea Nacional de Diputados, la oposición exigió la dimisión del Presidente de la República, y amenazado de muerte, Leal, regresa forzadamente a México.
En 1937, a raíz del estallido de la Guerra Civil Española, Leal, presidente de la Liga Antifascista de México, organiza una exposición de carteles antifranquistas, destinada a recaudar fondos para ayudar al Frente Republicano.
Entre 1942 y 1943, Fernando Leal realiza, en la estación de ferrocarriles de San Luis Potosí, La epopeya del transporte dividida en dos frescos: El triunfo de la locomotora y La edad de la máquina.
De 1945 a 1950, en la capilla del cerro del Tepeyac, en el Santuario de la Villa de Guadalupe, Fernando Leal lleva a cabo el conjunto que cierra los núcleos fundamentales de su obra al invertir el sincretismo religioso representado en Los danzantes de Chalma, al sobreponer a través de los tableros de frescos, en un templo católico, precisamente en la capilla construida en 1536 por “mandato” de la Virgen de Guadalupe en la cima del cerro del Tepeyac, la imagen triunfal de una pirámide mexica que irradia su luz, mientras ángeles negros e indígenas tocan güiros y teponaztlis. Un nuevo códice, el gran canto antirracista de las Américas, es considerado como el más importante conjunto de pintura religiosa del siglo XX.
En 1958, en el Teatro de la Paz, de San Luis Potosí, ejecuta su último conjunto mural dedicado a la historia del teatro en México. Los cuatro tableros en mosaico representan: La danza de Xochiquetzalli, retomando sus proyectos de 1925 para el Teatro al Aire Libre de la colonia Hipódromo Condesa; Representación de la Celestina en el siglo XVII, ya que fue la primera obra que se representó en la Nueva España; Pastorela en el siglo XVIII y La Gorda y el Chupamirto en una carpa, para representar el teatro popular del siglo XX.
Pintor, ensayista, historiador y crítico de arte publicó en 1952 su libro iniciado en 1925 bajo el título El derecho de la cultura, texto fundamental en el que se basa la legislación que rige las relaciones entre el Estado y los trabajadores de la cultura.
En 1991, se publicó su libro de ensayos El arte y los monstruos, iniciado en 1928 y concluido en 1942. Este libro, junto con el de Jean Charlot El Renacimiento de la pintura mural mexicana, constituye la fuente primigenia para investigar los inicios del muralismo. En él aparece el primer ensayo escrito sobre Henri Cartier-Bresson y Manuel Álvarez Bravo, cuya muestra fue presentada por Leal en 1933.
Fernando Leal fue un pintor fundamental, iniciador y protagonista de uno de los movimientos artísticos más importantes de la historia del arte del siglo XX. Su obra resguardada en los muros del Colegio de San Ildefonso continua como referencia detonadora de reflexiones que permanecen vigentes en la construcción de la cultura mexicana.
Los danzantes de Chalma (1921-1923).
El mural ‘Neptuno encadenado’.