David Alfaro Siqueiros, nacido en Chihuahua 1898, fue un pintor y activista mexicano, que con Diego Rivera, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo, crearon la corriente pictórica del muralismo. Fue un radical político y su pintura unió la tradición popular mexicana con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo europeo.
Con dieciséis años, se alistó en el ejército de la Revolución mexicana, una experiencia que le llevaría a descubrir a “los obreros, campesinos, artesanos, los indígenas, y las grandes tradiciones culturales de México, particularmente en lo que se refiere a las civilizaciones precolombinas.”
Como pintor destacó por el ser más arriesgado de los muralistas al nivel estético y técnico, ya que no se limitó al fresco, e investigó el uso de nuevos materiales como la fibra de vidrio y técnicas como los “escultomurales”, donde unía la escultura con la pintura.
Pasó en Europa tres años y la experiencia determinó su pensamiento artístico. Primero fue a París, donde conoció a Diego Rivera, y luego, a Italia, donde estudia a los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco, y después consiguió una beca para estudiar en España.
Como activista, cuando volvió a México le llegaron los primeros encargos del ministro José Vasconcelos, pero su afiliación al Partido Comunista y su participación en la fundación del Sindicato de Artistas, junto a su creciente oposición a la política oficial, hicieron que dejara de recibir encargos a partir de 1924, y decidió dedicarse solo a las actividades políticas.
Siqueiros reiniciaría su vida artística en los años treinta, pero fue la militancia ideológica la que determinó el rumbo de su vida. En 1930, tras pasar varios meses en la cárcel por su participación en la manifestación del primero de mayo, Siqueiros fue mandado al exilio interior en Taxco. Su permanencia en Taxco le permitió conocer a figuras internacionales de la cultura, como el arquitecto norteamericano William Spratling y el cineasta Sergei Eisenstein, máximo exponente del formalismo ruso. El cineasta fomentó en el pintor la idea del arte subversivo al servicio del proletariado, así como el carácter experimental y científico revolucionario. Cuando Siqueiros logró el exilio, fue a Los Ángeles en 1932, donde se mantuvo activo como prestigioso muralista. Pero su beligerancia política le costó la expulsión de Estados Unidos, marchando a Montevideo y a Buenos Aires.
En 1936 volvió a luchar, esta vez en la guerra civil española, al lado del ejército republicano. Fue desterrado a Chile entre 1940 y 1944 por su participación en el asesinato de Trosky, que le costó un nuevo exilio, refugiándose en la ciudad de Chillán, en Chile, entre 1941 y 1943. Durante esta etapa, elabora diferentes obras para los gobiernos chileno y cubano. En 1960 fue encarcelado de nuevo acusado de promover la “disolución social”.
Como artista consideraba al socialismo revolucionario y la modernidad tecnológica como conceptos muy relacionados, pues concebía la naturaleza revolucionaria dependiente del contenido de sus imágenes y de la creación de un equivalente estético y tecnológico, en consonancia con los contenidos.
Estudiaba cuidadosamente los posibles recorridos de los futuros espectadores en los lugares que albergarían sus murales y definía así los puntos focales de la composición.
Estaba a favor de una forma de arte público, didáctico y propagandístico al servicio de las mayorías, comprometido con los problemas sociales y políticos del momento.
Por otra parte buscaba la adecuación entre las técnicas pictórica y tecnológica que le llevó a crear en 1936 un taller experimental en Nueva York, que buscaba integrar la arquitectura, la pintura y la escultura con los métodos y materiales ofrecidos por la industria. Allí se experimentaba a partir de lo que Siqueiros denominaba “el accidente pictórico”, esto es, la práctica de la improvisación mediante técnicas como el goteo de pintura y las texturas con arena.
El mural que realizó en la sede del Sindicato Mexicano de Electricistas en 1939 en Ciudad de México, Retrato de la burguesía, recoge el aprendizaje obtenido tras las investigaciones efectuadas a lo largo de toda la década de los treinta y constituye una de las obras murales más significativas del siglo XX. Siqueiros eligió para el mural la escalera principal del edificio.
La integración de todas las artes que Siqueiros anheló a lo largo de toda su vida, pudo hacerse realidad en el proyecto que ocupó sus últimos años, el “Polyforum Cultural Siqueiros” que culminó en 1971, en la Ciudad de México. El edificio, concebido por el mismo Siqueiros, posee doce lados totalmente cubiertos por murales, cada uno con un tema diferente.
En su proyecto de Polyforum consolida su consagración como representante de la cultura mexicana.
Su Retrato de la Burguesía, pintado durante una etapa que coincide con su activismo antifascista, es una denuncia al orden fascista y capitalista, que se recoge en el mural.
El tríptico La nueva democracia, exhibido en el Palacio de Bellas Artes, es una de las obras más conocida del pintor. El panel central es flanqueado a la izquierda por la escena Víctimas de la guerra y, a la derecha, por Víctimas del fascismo. En ella, Siqueiros aprovecha los diferentes ángulos de visión dentro del recinto.
Esta obra marca un hito importante, debido al magnífico desarrollo de una técnica revolucionaria: el “escultomural”. La obra es una de las tres fachadas intervenidas por Siqueiros, entre las que se cuentan El derecho a la cultura y Nuevo símbolo universitario.
El conjunto mural del Polyforum es la obra cumbre de este muralista, es la obra mural más grande del mundo. Expresa la convicción política de Siqueiros sobre la marcha de la humanidad hacia la libertad plena.
Como activista político, por la valía de su labor artística, recibe un trato especial por parte del gobierno mexicano, que en vez de encarcelarlo, lo exilió. De esta manera se benefició con la ausencia del pintor, quien le otorgaba prestigio a la nación con su quehacer artístico, pero al estar ausente no subvertía el orden establecido.
Murió en enero de 1974, víctima de un cáncer.
Ángel Villazón Trabanco es ingeniero, escritor y periodista cultural y te brinda la posibilidad de leer algunos de sus libros:
- Goces y sufrimientos en medievo
- Los tacos de huitlacoche
- Los enanos
- El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí
- Senderos de Libertad
También puedes leer otros artículos y relatos suyos en esta misma página web: www.angelvillazon.com
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas