A finales de los años 60 la conciencia ecologista y la desaprobación de los excesos del capitalismo sembraron el germen de lo que sería este movimiento, un híbrido entre arquitectura de paisaje y escultura. El Land Art surgió a partir del conceptualismo, los artistas empleaban todo lo que pudieran obtener de la naturaleza, palos, ramas piedras, hielo y construían sus obras a partir de estos elementos.
Nació en Estados Unidos en los años sesenta, con el nombre de Earthwork, una escisión del arte conceptual, inicialmente se consideró una variante. Las primeras obras que se realizaron fueron en desiertos de los Estados Unidos a finales de los años 70. Una de las obras más populares es la Spiral Jetty, que fue creada en abril de 1970 por Robert Smithson. En esta obra, el artista trabajó con rocas, tierra y algas para conformar una larga espiral que sobresale de la tierra y se adentra en el Gran Lago Salado.
También hunde sus raíces en el minimalismo de Frank Stella, “Lo que ves es lo que ves”. Fueron los máximos exponentes Walter de María, Sol Le Witt, Richard Serra, Richard Long o Michael Heizer siendo la obra más conocida la de Robert Smithson, “Spiral Jetty” en 1970. El espectador, normalmente limitados sus movimientos a cierta estaticidad al contemplar la obra de arte se convierte en un elemento dinamizador de la misma, pudiendo observarla e interactuar desde diversos puntos de vista.
Un artista espectacular de esta corriente es Nils-Udo, un creativo alemán que comenzó pintando paisajes para después realizar esculturas y obras Land art. Sus trabajos están realizados con objetos de la naturaleza, con los que juega para dar con imágenes y paisajes utópicos. Otro de los escultores más importantes en la actualidad, es Andy Goldsworthy, cuyas obras visualmente impactantes, son confeccionadas con profundo detalle.
Este movimiento llegó a España llegó hacia el año 1970, con el final del Régimen Franquista, y se inició su conocimiento través de la vanguardia catalana y de medios europeos como Artforum o Art in America.
La ruta de las Calaveras
Podemos disfrutar en rutas y espacios naturales. Una de estas obras es el Parque de las Calaveras, creada por Luis García Vidal a lo largo de tres décadas. Se trata de un espacio en el que abundan cráneos de distintas formas y tipos, jugando de manera lúgubre con el verde paisaje.
Un ejemplo de Land Art es la Ruta de las Caras y el Embalse de Buendía en Cuenca. Un sendero en el que a lo largo del paseo emergen dieciocho rostros tallados en la roca, caras inspiradas en las culturas precolombinas y oriental.
La ruta de las Caras
Otra de las piezas de land art más famosas de nuestro país es El Peine del Viento. Se trata de tres esculturas que se pueden ver en la Bahía de la Concha en San Sebastián.
Como pioneros de este arte, se pueden citar a Fina Miralles, José María Yturralde, Perejaume, Adolfo Schlosser, Eva Lootz, Joan Fontcuberta, o Santiago Serra, y alguno más.
Se concentra en instituciones como el CDAN en Huesca, la Fundación NMAC Montenmedio de Cádiz, o el Museo Vostell Malpartida de Cáceres, y en Córdoba anualmente se organizan encuentros de Land.
En los espacios naturales se dispones de materiales, como tierra, las rocas, barro, paja, piedras, tormentas, etc., con los que se elabora un mensaje que trata de que sea bello. Un lenguaje artístico que rescata el arte de los museos y nos produce emociones.
Hay obras de este arte, en el Parque Naturales de las Batuecas, en Salamanca, junto a otras manifestaciones artísticas, como espejos en el camino, huevos de oros entre raíces, una vidriera en lo que fue una construcción o una piedra cosida con una aguja e hilo enormes.
Piedra cosida con una aguja e hilo enormes
La Madama de Sanxenxo
Arenismo en la Playa de las Canteras. Canarias
Etual Ojeda, maestro del arenismo de la Playa de las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria, trabajando con arena, agua y pala.
Luis García Vidal trabajó durante más de tres décadas en el Parque de las Calaveras, sin apoyo y con el rechazo de vecinos de la localidad de Estella, en Navarra. El arte es un lenguaje elaborado y difícil. Luis García Vidal lo interpretó como una dimensión esencial de la vida cotidiana: en el parque hay coches, carritos de bebés y calaveras, claro, como referencia constante a los accidentes de tráfico. Empleó en cada escultura una media de cinco años de trabajo. Libró otra batalla, la de muchos artistas: la incomprensión social y oficial.
El Peine del Viento
La escultura más famosa, junto con el «Elogio del Horizonte» en Gijón, de Eduardo Chillida, está dispuesta en uno de los límites de la Bahía de La Concha, en San Sebastián. Son tres esculturas de acero que pesan 10.000 kg cada una. Sometido al oleaje, completamente incrustado en la roca, el “Peine del Viento” se exhibió en 1976.
De pronto, el viento se ve. Y se oye. Lo están peinando.
Bosque de Oma. Agustin Ibarriola
Agustín Ibarrola seleccionó el Bosque de Oma, en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, para su obra. Se dedicó desde 1982 hasta 1985 a su creación. La perspectiva en este bosque es un juego de niños del que deducir figuras animales, geométricas o humanas. Un diálogo colorido y artístico que reinterpreta la relación entre el hombre y la naturaleza.
Los cubos de la memoria. Agustín Ibarrola.
Ibarrola trabajo en Llanes, Asturias, y transformó los bloques de hormigón de la escollera del puerto en memoria colectiva. Una memoria fragmentada, como todas, aunque unida a través de los colores. Tomadlo como metáfora las olas del mar rompiendo contra ella.
Menhires de la Paz
Manolo Paz instaló en 1994 estos menhires frente a la costa gallega, cerca de la Torre de Hércules, en A Coruña. Un tributo al pasado celta y a la piedra. Un material denostado, recuperado y pulido con fines estéticos. Lo inerte e inanimado cobra vida. Menudo diálogo: las piedras y los humanos.
El Centro de Arte y Naturaleza de Huesca se dedica al estudio del arte contemporáneo y crea un espacio que aúna arte y naturaleza con el objetivo es reflexionar sobre la creación y el paisaje.
En la obra «Árboles como arqueología» el artista explica que siempre que entraba en un espacio natural recogía algún material, en general viejos trozos de madera u otros materiales naturales despreciados por el ojo urbano, o desgastados por la intemperie. La elección del emplazamiento es el desierto de Monegros, donde la naturaleza ha perdido la memoria de sus bosques. Situadas en el alto de una de estas montañas cortadas y erosionadas por el viento, esta escultura puede ser vista desde la distancia integrada en el entorno monumental.
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas
Ángel Villazón, de origen mexicano, tiene una página web dedicada a la Narrativa, al Arte, a la Cultura, a la Gastronomía Mexicana, etc., donde puedes leer muchos relatos y artículos, además de poder comprar sus libros:
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