Juan el Artesano, pues se ve a sí mismo como artesano, y así es como le gusta que lo llamen. Juan el escultor para otros, y Juan “el 30 libras” para los habitantes de Arenas de San Pedro, población en la que vive y trabaja, y donde es conocido como el Escultor de Animales y un gran artista para otros.
Autodidacta, es un hombre cuya vida ha transcurrido entre la fragua, la soldadura y los hierros, de mirada y aspecto bondadoso y sencillo, pero no exenta de una gran inteligencia práctica, sobre todo para tratar con los problemas de la vida.
Tiene un taller en la parte baja de la población de Arenas de San Pedro, un poco antes del puente romano sobre el río Arenal, enfrente del Castillo, en la salida vieja de Arenas de San Pedro hacia Candeleda, heredado de su padre.
En su vida laboral mantuvo a sus empleados trabajando en época de crisis durante muchos, muchos años, a pesar de que no le llegaban pedidos, por el gran cariño que les tenía y porque llevaban con él mucho tiempo. Salvaba la situación económica como podía. No los echó porque era un orgullo trabajar con ellos, eran muy buenos, eran como sus hijos.
Empezó a hacer animales de hierro, primero toros para el sector taurino, después desarrolló animales como los triceratops, los cocodrilos, o las águilas y otras aves, mediante piezas cortadas y forjadas en hierro, soldadas a una estructura también de hierro y dotándolas de un aire muy realista. Estos animales pesan 200 kilos o más.
Su negocio, del que vive desde hace muchos años, son las estufas, unas grandes y otras pequeñas, que aprovechan el calor, y sus artilugios de herrería soldados y fraguados al calor de su fragua, como pórticos, verjas, candiles, soportes, y elementos de protección para ventanas realizados durante muchos años.
Entré el otro día a saludarlo en su taller y como no hay trabajo de estufas y de verjas, estaba desarrollando, con partes de hierro y con numerosas soldaduras en tamaño natural, una Menina surrealista, que por las dificultades de este material es una auténtica obra de arte, imitando a Velázquez.
La televisión lo entrevistó dos veces, dando lugar a innumerables llamadas interesándose por el arte de Juan “el 30 Libras”, dando lugar a programas divertidos donde se muestra el taller y la fragua funcionando.
El nacimiento de su arte se debe a que llevaba toda la vida haciendo cosas nuevas y cuando estalló la crisis en el año 2008, para no despedir a sus trabajadores, y a pesar de que estaba muy mal por las deudas que tenía, empezó a hacer esculturas, y a gastarse unos ahorrillos en comprar hierro para esculturas.
Fue totalmente autodidacta, estudió ocho años de primaria solamente en la Escuela de Arenas de San Pedro. La vida le ha ido enseñando lo que tenía que aprender. El estilo es propio, no se ha fijado en nadie para realizar sus esculturas y se considera un artesano del hierro. Su estilo no está basado en complejas formulas matemáticas, sino en realizar esculturas dibujando un boceto y poniéndose a trabajar sobre él. Esto requiere dedicación y esfuerzo imaginativo.
“Empiezas por dar vida a un trozo de hierro y acabas por dar casi vida a toda la pieza que estás haciendo.” Esto dice Juan, que es realista en su mundo de escultura, y no le gusta lo abstracto. Cuando va a realizar una pieza, se la imagina en la cabeza, en la mente, estudia las dimensiones, comienza con la estructura, después hace un boceto y poco a poco empieza a darle forma con el hierro dulce. Sigue con la cabeza y después, le va haciendo el cuerpo y las extremidades. Todo lo hace en hierro que es más complicado que el bronce donde se hacen moldes, y es muy distinto a la hora de trabajar.
El hierro es dulce para poderlo golpear sin que estalle como el acero, y se puede calentar en la fragua para poder darle forma mediante golpes y soldarlo, y puede ser desde 1 mm a 10 mm.
Saca las dimensiones y la forma, que son los referentes, y empieza poco apoco, dándole vidilla. Le gusta empezar por la cabeza, después hace una estructura del animal, que es como un esqueleto en el que las proporciones ya están dadas y también el movimiento que le quiere dar a la pieza. Después poco a poco vienen el recubrimiento del cuerpo, las alas, las patas, etc. Lo más difícil es dar las posiciones, que las piezas tengan realismo, conseguir la expresión de la cara, en definitiva el movimiento de la escultura.
Al unir partes, si sobra material, se puede quitar con la radial, hay miles de piezas. Un águila puede tener 500 plumas que hay que pegar una por una, calentándolas para trabajarlas y darles la forma adecuada. Hay esculturas que pueden tener más de 2.000 piezas.
En la imagen de la cabeza del águila se puede ver el innumerable conjunto de piezas de diferentes tipos y tamaños soldadas para poderla hacer realidad.
Tras años de pensarlo, empezó y vio que le salía bien. Hizo la primera y le causó sorpresa que quisieran comprársela. Los clientes lo han influenciado mucho. Ha tenido muchos clientes y muy buenos y cuando le dan la enhorabuena se siente muy feliz. Cuando empezó rompía muchas cosas que no salían, o que no estaban bien, pero no se sintió desalentado por eso, siguió y persistió, y ahora rompe menos cosas. Se dio cuenta que se podía ganar la vida con la escultura cuando vio que las piezas gustaban a la gente, pero para esculpir hay que tener tiempo, pues el arte está muy mal pagado.
Cuando se pone a pensar en su infancia, lo hace con los cinco hermanos que son, juntos, con los que se lleva muy bien, trabajando junto a su padre. Desde los siete años, ayudaba los fines de semana y a los catorce entro fijo en el taller, cuando salió de la escuela.
Recuerda a su padre como un gran trabajador, como un gran artesano, que en aquellos tiempos trabajaba para el clero pues eran los únicos que podían pagar los artículos de hierro. Recuerda que su padre iba muchas veces a pescar pues sacaba más dinero pescando que con el taller, trabajaba además en el campo.
Siendo aficionado a los toros, empezó esculpiendo a estos y después a un caballo, y después siguió con dinosaurios, águilas, buitres, etc. En una época que hubo muchos incendios esculpió un águila y en su cara esta parecía preguntarse “¿Dónde está el monte, donde está la naturaleza, donde está la vida?”
Para Juan 30 libras, la escultura es una forma de ganarse la vida, de sentirse a gusto y de recrearse con lo que ve. Es una emoción que siente según va haciendo la pieza. Hay días que le apetece levantarse por la mañana para ponerse a trabajar en ella. A veces hay esculturas que no le gustaban en un principio pero que según las va haciendo les va cogiendo cariño, como la última que ha hecho, que es La Menina, inspirada en la obra de Velázquez.
La vivencia que más ha marcado su vida laboral fue cuando sus trabajadores se marcharon para establecerse por su cuenta. No echó a ninguno. Ahora están perfectamente trabajando en lo suyo y mantiene una relación de amistad estrecha con ellos. Ha tenido trabajadores que han estado 20 años con él.
Cuando piensa en hacer escultura, piensa en el cliente que lo podía comprar, todas en hierro dulce y todas al aire libre, en la naturaleza y en fincas particulares.
Para hacer una estufa empieza con un trozo de chapa, saca las medidas, y le da vida, hay que estudiar las dilataciones. La mano de obra es más costosa que los materiales. En cierta forma es como hacer una pieza de escultura.
El principal trabajo de Juan 30 libras, su vida, la vida de un artesano, es empezar pieza por pieza. Así consigue hacer todo lo que ha logrado Juan 30 libras.
Se siente muy orgulloso de todas las obras realizadas, y más que escultor se considera artesano, y entre los proyectos que baraja para el futuro están jubilarse y seguir con la escultura, pero tiene que conseguir dinero para vivir. Es un lujo ver los animales que ha creado.
Entre los retos profesionales que le quedan por cumplir piensa que nunca termina de aprender, y por tanto tiene miles de retos por conseguir. El artes es un hobby para él, donde lo mejor es la satisfacción al terminar la obra, y lo peor cuando una cosa no sale y hay que empezar otra vez.
En su lugar de trabajo se pueden encontrar una estufa, un candelabro, una reja, muchos artículos de hierro fundido, mesas, sillas, etc. Una mesa donde realiza los bocetos, y una estufa eléctrica que calienta un poco el aire donde trabaja, pues en invierno el frio es grande. Las fotos grandes de su despacho muestran la infinidad de animales que ha realizado. Los toros, las águilas, los buitres, los caballos, etc., y ahora una Menina de Velázquez. Tal vez siga ofreciéndonos esculturas que reflejen obras de arte en la pintura y no solo animales. Sería un gran paso.
Así es Juan, el 30 libras.
Juan el Artesano, como le gusta que lo llamen.
Así es un gran artista.
Así es un Escultor.
Su pagina web es www.treintalibras.com y te puedes poner en contacto con él en su dirección de correo electrónico: forjartesana@treintalibras.com
Artículo redactado por Ángel Villazón Trabanco, ingeniero, escritor y periodista cultural. También puedes leer otros artículos y relatos en esta misma página web: www.angelvillazon.com
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas