Cada Estado del pis presenta variaciones únicas del barro mexicano desde el barro bruñido de Tlascala hasta el barro policromado de colores de Izúcar de Matamoros en Puebla o el barro vidriado y alisado de Pátzcuaro, en Michoacán.
La cerámica y la alfarería en México tienen sus raíces en el periodo precolombino, con las primeras culturas y civilizaciones de Mesoamerica. Las vasijas prehispánicas no estaban vidriadas, sino pulidas y pintadas. El torno de alfarero era desconocido y las piezas estaban realizadas por medio de moldes, colombin y otros métodos.
Los personajes realizados pueden ser muy variados.
Las artesanías proporcionan identidad, diversidad cultural y es un ejemplo de que las manos de los artesanos producen una magia.
Después de la conquista, las técnicas y los diseños europeos se fueron introduciendo y mezclándose con las tradiciones nativas. Las tradiciones indígenas sobreviven en unos pocos artículos de cerámica como los comales. La cerámica se produce a partir de elementos básicos como platos, utensilios de cocina o nuevos objetos, tales como esculturas de arte popular mexicano.
México cuenta con una serie de famosas tradiciones artesanales de cerámica, la mayoría de las cuales se encuentran en el centro y el sur del país. Algunos ejemplos son la Talavera de Puebla, la mayólica de Guanajuato, y las distintas vasijas de la zona de Guadalajara, y el barro negro de Oaxaca.
Souvenir hecho de barro mexicano
Aunque el número de artesanos ha ido disminuyendo debido a la competencia de los artículos producidos en serie, la elaboración de arte popular y de consumo, todavía tiene un papel importante en México y la producción de la cerámica en general sigue siendo importante.
A pesar de que la vajilla o loza de barro se puede encontrar en mercados y supermercados, la mayoría se abrillanta con esmaltes que contienen plomo y son perjudiciales para la salud.
Algo de Historia
La fabricación de alfarería comenzó a reemplazar los utensilios de piedra en el periodo Purrón, 2300-1500 a. C. Muchas de estas primeras cerámicas fueron hechas en forma de calabaza como una continuación del uso para transportar líquidos. Estas lozas de barro se convirtieron en una tradición en la alfarería, que utilizaba sobre todo arcilla natural con un recubierto fino de engobe. La mayoría de las arcillas en México necesitan templarse para regular la absorción de agua.
Los vasos pre hispánicos fueron formados usando técnicas como el el moldeado. A excepción de una proto-rueda utilizada por los zapotecas, el torno de alfarero era desconocido cuando la conquista española. Las ollas eran usualmente hechas por la familia con el método del pellizco, y las piezas grandes eran moldeadas por artesanos. Las primeras piezas fueron realizadas en arcilla prensada contra otra ya existente, y los moldes dobles se utilizaron para hacer recipientes con decoraciones en relieve. Ejemplos de este tipo existen en Tlascala y en Puebla.
El trabajo de un alfarero es una experiencia única.
Las piezas prehispánicas no se vidriaban, sino que el acabado se realizaba con una cubierta de arcilla muy fina que contenía a menudo pigmentos minerales para darle color y al que se le podían añadir antes o después de la cocción. La cocción se realizaba a fuego abierto o en un hoyo. La de las vasijas se hacía en una pila en el suelo o en un hoyo cubierto de madera. Muchas veces, el uso de este método daba resultados de mal acabado y roturas.
La única cerámica vidriada de Mesoamérica se la conoce como cerámica plumbateo cerámica plomiza. Estaba cubierta por un engobe coloidal cocido a una temperatura bastante elevada, y que por su composición en hierro y cromo, daba a las piezas un aspecto de lustre metálico con una gama de colores que oscilaba entre el gris, violeta, naranja y verde. Fue producida por un corto tiempo y su aparición marca el período Postclásico mesoamericano en muchos sitios arqueológicos.
La conquista española introdujo tradiciones europeas de cerámica y tuvo repercusiones en las nativas. Algunas formas sobrevivieron intactas como los comales, molcajetes, cuencos de cocina básica, utensilios, y se hizo principalmente en la cerámica naranja y alguna en color rojo y negro.
El principal efecto sobre la producción fue la introducción de la rueda de alfarero, el horno cerrado, esmaltes de plomo y nuevas formas como candelabros y jarras. La importación de cerámica europea y asiática afectó principalmente a los estilos decorativos en la producida por los nativos sintiéndose más en el altiplano central de México, cerca de Ciudad de México. Mientras que algunos estilos tradicionales prehispánicos se producían en el colonial temprano, su calidad y estética se redujo drásticamente hasta casi desaparecer por completo.
La cerámica de estilo europeo, en especial la cerámica barnizada, producida por artesanos nativos, comenzó a principio de la época colonial, pero fue pobremente hecha con solo dos colores, verde y ámbar. La mayoría de los elementos decorativos fueron hechos con una mezcla de diseños españoles e indígenas. Las formas más comunes eran jarras, cántaros y cuencos para el uso diario. Con el tiempo, la producción de cerámica mayolica vidriada, que era cara para importar de Europa, se desarrolló y se reguló hacia la mitad del siglo XVII.
En el Siglos XX México siguió importando y copiando estilos de Francia e Inglaterra, aunque también ha habido innovaciones autóctonas durante el último siglo y medio.
En cuanto a la producción los alfareros mexicanos solían utilizar arcillas locales, las extraen ellos mismos y pagan a alguien el transporte en burro o en camión. El tipo de mezcla utilizada varía con el lugar. La arcilla natural viene en trozos, los cuales deben ser secados y luego triturados con un rodillo de piedra o mayal. Otra manera de eliminar las impurezas y darle una calidad más fina, es disolviendo la arcilla en agua, de esta forma las impurezas y el sedimento más áspero se va al fondo de las cubetas.
Cántaro de barro negro. Museo de Arte Popular de Oaxaca.
Todos los métodos utilizados en la época prehispánica, junto con la rueda de alfarero, se utilizan todavía para fabricar piezas. El colombín normalmente se limita a terminar una pieza que ya haya sido prensada en un molde. El moldeo es la forma más común de elaborar vasijas cerradas.
Los tornos de alfarero son comúnmente utilizados en los talleres más sofisticados y a menudo para hacer rápidamente una sucesión de pequeñas vasijas. Su uso es más común en Guanajuato y Jalisco que en otras partes del país. En muchos lugares, el torno es accionado con el pie, en lugar de por electricidad. También se utilizan las ruedas torneadas a mano.
El barro no es un material dañino para la salud, sin embargo, en México la mayoría de cazuelas, platos, sartenes y otros cacharros de barro se barnizan con esmaltes llamados gretas, que pueden contener cantidades significativas de plomo. Tanto EEUU como Europa vetan la entrada de loza mexicana en su territorio por incluir plomo.
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas
Ángel Villazon Trabanco es escritor y te brinda la posibilidad de leer algunos de sus libros:
- Goces y sufrimientos en el Medioevo
- Los tacos de huitlacoche
- Los enanos
- El sueño de un marino cántabro y el sueño de un orfebre andalusí
- Senderos de Libertad
Además te ofrece multitud de relatos y de artículos en su página web: www.angelvillazon.com